LAS PRIVATIZACIONES QUE SE AVECINAN EN EL SALVADOR.

LUIS COLATO
La camorra italiana, la mafia para nosotros, tiene un muy expedito método para adelantar sus emprendimientos: amenazas, chantajes, golpizas públicas, asesinatos y expulsión de los pequeños tenedores de las propiedades de su interés.
Luego, cuando tienen el completo control de las mismas, las expolia así sin más.
Generalmente se sale con la suya, incluso ahora, pues el estado esta permeado por esta, sus funcionarios cómplices en algún porcentaje, y algunos, los que son probos y no se venden, asesinados.
En este escenario de indefensión, la ciudadanía simplemente cede y se marcha, perdiendo sus haberes generaciones, y deben recomenzar en otros lares.
¿Te parece reconocer esta descripción?
En la costa y el oriente del país, cientos de pequeños tenedores son diariamente expulsados de sus terruños por los agentes del estado bajo el argumento de que estos serán destinados al desarrollismo para el bien común, siendo en algunos casos, entregado a altos cargos partidarios, pero en general a grandes financistas de la élite nacional y trasnacional, que las destinaran a la construcción de resort, hoteles, centros comerciales, etcétera, lo que sin duda generará muchos beneficios, pero no para el bien común.
Tenemos entonces una renovada edición de lo sucedido en el decenio de los 70´s durante el siglo 19, cuando las llamadas 14 grandes, es decir, las familias de la élite económica nacional, por intermedio del corrupto gobierno de entonces se hicieron con las tierras ejidales, atando a la vez a la población campesina y también por decreto, a la tierra como jornaleros – los denominados colonos – lo que pauperizó a algo más del 90% de la población de entonces, en beneficio de los sectores acomodados.
Ahora y mediante turbios arreglos judiciales y sus respectivos decretos, de nuevo la gente más humilde es expulsada bajo amenazas de sus haberes, y trasladados estos a la oligarquía y al capital extranjero, mientras de nuevo son los tribunales los que aseguran las formalidades de esta infamia, y el ejército garantiza su ejecución manteniendo a raya a la población.
Así, los mismos de siempre y por medio de la instrumentalización del estado, se hacen con los haberes públicos mediante un remedo de privatización, a la medida de estas, repartiendo lo público entre ellos: agua, educación y salud pública.
Le apuestan al temor promovido entre la población al estado de excepción, que atemoriza por razones válidas, lo que, por supuesto desincentiva y reduce a las masas, que también y en buena medida se pliegan al régimen por conveniencia, bridándole a este la convicción de que precisamente esta pereza de las mayorías, serán su soporte mientras mantenga la represión y el circo con el entretiene a las mismas.
Como sea, el régimen apuesta precisamente a la inercia de la mayoría, a su abandono, a que tampoco actuará cuando entregue la administración de las escuelas públicas, la UES, las unidades de salud y los hospitales, a fundaciones de fachada para su ordeño.
Beneficiando a los de siempre, mientras también los de siempre se empobrecen más.