Ascenso de China, Rusia y sus aliados, paulatino descenso de los Estados Unidos

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Por Yoselina Guevara López

A partir del año 1991 con la caída de la Unión Soviética, Washington había
sido capaz de ejercer una fuerte y única hegemonía sobre todo el globo, durante al
menos dos décadas. Sin embargo desde más o menos el año 2000, el equilibrio
mundial empezó a cambiar y para nadie es un secreto que el ascenso económico
y político de China es capaz de socavar la posición hegemónica de los Estados
Unidos.
Posicionamiento de China en el escenario mundial
Uno de los visionarios de la fortaleza como potencia mundial de la
República Popular China, luego del “siglo de humillación”, fue el Presidente Hugo
Chávez quien dio inicio a una estrecha cooperación entre Venezuela y el Dragón
Asiático, que hoy en día continúa fortaleciéndose bajo el gobierno del Presidente
Nicolás Maduro.
Pero también desde los laboratorios de los tanques de pensamiento
norteamericanos, en el año 1997 con el politólogo Brzezinski, se empezó a
delinear la tesis que para garantizar la continuación del dominio estadounidense,
era necesario poder ejercer cierto control sobre China, los países de Asia Central,
y que para ello sería útil e incluso indispensable asegurarse una cierta hegemonía
sobre Ucrania.
Con ello crece la posición entre los políticos estadounidenses que el posible
enemigo del futuro podría ser China, con más de mil millones de habitantes y una
economía en rápido crecimiento. Efectivamente como era de esperar conociendo
su historia y la cultura milenarias, China se empezó a delinear como una potencia
que no acepta amos y cuya necesidad de garantizar la creciente capacidad de su
economía los ha llevado a ampliar decididamente su presencia, a través de
inversión e intercambio comercial, en todos aquellos países del mundo que
pudieran serles útiles. África, Suramérica y el Sudeste asiático han visto proliferar
las inversiones chinas, pero Europa y el propio Estados Unidos no han estado
exentos de la expansión del Dragón asiático.

Política estadounidense: impedir el acercamiento entre Rusia y China
Ante el posicionamiento de China, como principal competidor contra la
preeminencia hegemónica estadounidense en el mundo, el razonamiento lógico
habría sido cambiar el enfoque hacia Rusia y establecer con Moscú, y su

abundancia de materias primas, una alianza estratégica en función de frenar el
posicionamiento de Pekín. Por el contrario, los estadounidenses cometieron aquí
un primer grave error de apreciación; conocedores de la enemistad histórica entre
rusos y chinos, pensaron que eso impediría y haría imposible una alianza real
entre Rusia y China, por lo que optaron por la política previamente fijada de
comprometerse, discreta y simultáneamente, contra ambos. El segundo grave
error se observará al tratar de aislar y destruir a Rusia a través de la guerra en
Ucrania, lo cual se ha demostrado inútil.

Moscú en París, Roma y Berlín
Asimismo Estados Unidos tenía también otra preocupación que le hacía
mirar a Rusia sin especial simpatía, debían tratar de impedir ese proceso de
acercamiento y cooperación entre Moscú y los países de Europa Occidental que
inicia a configurarse desde finales de los años noventa.
En ese momento Europa era un enano político, actualmente lo sigue siendo
con una mayor dependencia a los designios de Estados Unidos, pero en ese
momento era una entidad económica mundial muy importante. En este estado de
las cosas, si los países con mayor desarrollo comercial de Europa Occidental
(Francia, Alemania e Italia) hubieran continuado una cooperación cada vez más
estrecha con Rusia no cabe duda que el peso económico de esta zona del mundo
podría haber aumentado aún más. Inclusive se podría haber transformado pronto
a Europa en una nueva realidad, tal vez a nivel político, que ahora pudiera tratar
con Estados Unidos de igual a igual.
Era, por tanto, indispensable para la política y los intereses
norteamericanos impedir esa conjunción económica, simbólicamente representada
por los gasoductos South Stream y North Stream, que acercaba a Europa y Rusia.
También con ese objetivo se explica la voluntad estadounidense, ayudada por
polacos, bálticos y británicos, de “contener” a Rusia y poner fin a ese proceso en
marcha. La prometida ampliación de la OTAN, en Georgia y Ucrania, y la continua
intromisión estadounidense en la política de Kiev hasta la organización del golpe
de Estado de 2014 crearon las condiciones previas necesarias para una posterior
ruptura entre Moscú y las principales capitales europeas. La operación especial
rusa en Ucrania en 2022 es la culminación de esa política estadounidense
encaminada hacia el aislamiento de Rusia y pronto se convirtió en un obstáculo
insalvable para cualquier cooperación futura de los europeos con los rusos.

Consolidación del as Rusia-China y el Sur global
Superando los recelos históricos, los presidentes Vladimir Putin y Xi Jinping
se han reunido cerca de 42 veces, desde la llegada al poder del mandatario chino,

y han aumentado un intercambio comercial que para el 2023 superó los 230.000
millones de dólares, así como también trabajan en la consolidación del grupo de
los BRICS. La alianza entre Xi y Putin se basa en una prioridad común de ambos
en política exterior: desmantelar el orden mundial que consideran construido sobre
la hipocresía occidental y las pretensiones de los Estados Unidos que les niega el
debido respeto como actores de gran peso e importancia a nivel mundial.
Rusia y China son las dos grandes potencias mundiales emergentes del
siglo XXI; celosas de sus propias tradiciones y peculiaridades, muestran sin
embargo proyecciones externas y políticas internas con rasgos muy integrados,
pero también capaces de completarse mutuamente y de abrirse a un Sur Global
que está hastiado de ser un actor de segunda en el escenario mundial. Hoy
asistimos a una nueva bipolaridad, ya no centrada en la oposición ideológica, sino
en la búsqueda de un contrapeso que de una vez por todas destruya la
hegemonía mundial de los Estados Unidos y sus nefastas políticas y acciones
contra quienes defienden los intereses de los pueblos.

Yoselina Guevara López: comunicadora social venezolana, analista política,
articulista en diferentes medios internacionales, cuyo trabajo ha sido traducido al
inglés, italiano, griego y sueco. Ganadora del Premio Nacional de Periodismo
Simón Bolívar 2022 (Venezuela), mención especial Opinión; Premio Nacional de
Periodismo Aníbal Nazoa 2021 (Venezuela);I Concurso Memoria Histórica
Comandante Feliciano 2022 (El Salvador) Tercer lugar.