Por Yoselina Guevara L
Este sábado 4 de febrero fue derribado por un misil el supuesto “globo
espía chino” que llevaba cerca de dos días sobrevolando el territorio
norteamericano. China anteriormente había confirmado que el dirigible civil era
de su propiedad y que era utilizado para investigaciones con fines
“principalmente meteorológicos”, agregando que “por causas de fuerza mayor”
había tomado la dirección del país de las barras y estrellas. Pese a la
explicación, un caza estadounidense cumplió la orden del presidente Joe
Biden de destruirlo cuando el artefacto se encontraba sobre el océano Atlántico
frente a la costa de Carolina, en el este de Estados Unidos. De acuerdo a la
información emitida por la Guardia Costera norteamericana los restos del globo
se encuentran a 14 metros de profundidad, y deberán ser recuperados en las
próximas horas por el ejército.
Suspensión del viaje de Blinken en China
A esto se está reduciendo el imperio norteamericano, a la paranoia en
contra de China, a la utilización de potentes y costosos armamentos militares
para el derribo de globos aerostáticos. Lo más importante es que este incidente
ha hecho que nuevamente se interrumpan las relaciones entre Washington y
Pekín, siendo suficiente para echar por tierra la visita del Secretario de Estado
Antony Blinken a China de la cual se esperaba que marcara un cambio radical
en las relaciones entre ambos países.
En los dos últimos años China y Estados Unidos han pasado por un
cúmulo de tensiones en un escenario de alta complejidad en el que se
entrecruzan todas las líneas de fractura que separan a los dos países. Las
expectativas estaban centradas en que Blinken podía conducir en una nueva
dirección, al menos a nivel diplomático, el binomio Washington y Pekín dado
que estaban previstas reuniones de alto nivel inclusive con un encuentro cara a
cara con el Presidente chino, Xi Jinping.
Para conocer la importancia del programa de la visita de Blinken en
China, una reunión de alto nivel, entre un funcionario de alto rango y el primer
mandatario asiático, no se produce desde 2017 cuando el entonces secretario
de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, encontró al presidente chino en el
primer año de la Administración Trump; es decir, cuando aún no había
comenzado la guerra comercial entre ambos países. Por ahora es posible que
desde el Estado profundo hayan hecho su trabajo desmantelando, al igual que
el globo chino, la posibilidad de la reactivación de los lazos diplomáticos entre
estos colosos.
Taiwán en medio de la disputa
Recordemos que entre ambas potencias existe un largo historial de
tensiones diplomáticas, que llegaron a alcanzar un punto álgido a principios de
agosto del 2022 con la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes,
Nacy Pelosi, a Taiwán. Una afrenta a la que Pekín respondió con maniobras
militares a gran escala en torno al estrecho, considerando históricamente a
Taiwán parte indivisible de China tal como lo ha expresado en reiteradas
ocasiones el presidente Xi Jinping. Para los Estados Unidos es un motivo para
ejercer y cumplir su papel injerencista, inclusive llegando a afirmar Biden en
septiembre de 2022 que “Estados Unidos está dispuesto a intervenir en caso
de un ataque militar del Ejército Popular Chino de Liberación contra la isla”.
Pero el destino de Formosa es más una justificación porque
verdaderamente lo que preocupa a Washington es la sólida expansión del
arsenal atómico chino y de sus fuerzas armadas, evidenciando también una
incomodidad ante la postura casi neutral de Pekín en el conflicto Rusia-
Ucrania.
Desde la otra orilla, China no mira con buenos ojos la presión
estadounidense en su territorio de acción, vemos como se ha tratado de crear
una sensación de cerco desde los Estados Unidos con los viajes de miembros
de la Administración norteamericana a la región, como los realizados por el
secretario de Defensa, Lloyd Austin, en julio de 2021 (Singapur, Vietnam y
Filipinas), en junio de 2022 (Singapur y Tailandia) y, sobre todo, el de principios
de febrero de 2023 a Filipinas, donde Estados Unidos firmó un acuerdo para la
concesión de cuatro bases militares.
Así mismo Washington sigue haciendo esfuerzos para vetar el acceso
chino a la tecnología estadounidense, en particular a los semiconductores.
Estados Unidos, junto con Japón y los Países Bajos, llegaron a un acuerdo
para restringir el acceso de China a materiales usados en la fabricación de
circuitos integrados avanzados. Por último Washington estaría dispuesto a
poner en marcha una serie de proyectos conjuntos de tecnología, espacio y
defensa con India, rival estratégico de China en la zona Indo-Pacífica.
Capitolio norteamericano abiertamente anti China
No cabe duda que el Congreso norteamericano se ha convertido en un
instrumento de contención de Pekín. El nuevo presidente de la Cámara de
Representantes, el republicano Kevin McCarthy, prometió volver a visitar
Taiwán en este año 2023. Queda por ver cómo gestionará la Casa Blanca la
misión de McCarthy; aunque oficialmente no puede oponerse, dada la
independencia entre las ramas del poder político.
A nivel económico el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de
la Cámara de Representantes de Estados Unidos planteó que la administración
Biden está estudiando una orden ejecutiva para bloquear el flujo de capitales
estadounidenses hacia sectores tecnológicos chinos de éxito. Recientemente
también votaron favorablemente la creación de una nueva comisión especial
para tratar las relaciones entre Estados Unidos y China la cual está presidida
por el republicano Mike Gallagher, de Wisconsin, veterano de la Infantería de
Marina especializado en historia de la Guerra Fría y estudios sobre Medio
Oriente. No es casualidad, por tanto, que el propio congresista dijera que el
principal objetivo de la comisión es “ganar la nueva Guerra Fría contra la China
comunista”.
Esta convergencia parlamentaria anti China es un tema con el cual el
inquilino de la Casa Blanca debe lidiar, aunque dentro de su senilidad, sea
consciente que Pekín es su verdadero rival sistémico y aparentemente trate de
ir por el camino de la negociación y reapertura diplomática; de allí que ambos
mandatarios Biden y Xi Jinping mantuvieran una reunión bilateral de casi tres
horas durante el G20 celebrado en el 2022 en Bali. No obstante como hemos
visto la guerra comercial y tecnológica de parte de los Estados Unidos contra
China vive una etapa de endurecimiento, aunque haya fotos, sonrisas y
estrechamiento de manos, la procesión y el enfrentamiento puro y duro van
por dentro, aunque de vez en cuando aflore externamente.
Yoselina Guevara López: comunicadora social venezolana, analista política,
articulista en diferentes medios internacionales, cuyo trabajo ha sido traducido
al inglés, italiano, griego y sueco. Ganadora del Premio Nacional de Periodismo
Simón Bolívar 2022 (Venezuela), mención especial Opinión; Premio Nacional
de Periodismo Aníbal Nazoa 2021 (Venezuela);I Concurso Memoria Histórica
Comandante Feliciano 2022 (El Salvador) Tercer lugar.