San Salvador: la capital por un día de la ultraderecha mundial

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Por Ricardo Ayala

Educador Popular y militante del FMLN

Javier Milei, ultraliberal presidente de Argentina, asistirá a la toma de posesión de Nayib Bukele el próximo 1 de junio, quien fuera electo inconstitucional y fraudulentamente. Ese día Bukele iniciará su segundo mandato con el rédito electoral que le concedió el masivo encarcelamiento de pandilleros (y un alto porcentaje de inocentes acusados bajo el régimen de excepción), con lo cual también disipó la presunta tregua que tenía en sus primeros dos años de gobierno, motivo por el que investigaciones periodísticas lo acusan de haber liberado a cabecillas de estos grupos criminales, así como brindarles otros privilegios.

La ruptura se dio entre el 25 y el 27 de marzo de 2022 y se saldó con el asesinato de casi 90 personas. El sábado 26 de marzo debe ser recordado como el día con más asesinatos registrados en El Salvador a lo largo de su historia, con 62 personas a quienes les arrebataron la vida los integrantes de una de las pandillas, en desapruebo al cese del acuerdo con el gobierno de Bukele. A principios del corriente mes de mayo, la Asamblea Legislativa ha prorrogado por 26ª ocasión el Régimen de Excepción solicitado por Bukele la noche del fatídico 26 de marzo, como respuesta al día más sangriento de la historia nacional. Y, a juzgar por la proclive tendencia del presidente al militarismo, este régimen cada vez es menos la excepción y cada vez más la norma.

A pesar de esto, el pueblo goza de una merecida, aunque relativa tranquilidad con la mayoría de los malhechores presos, luego de casi 30 años de zozobra, violencia y muerte sin cuartel por parte de tales grupos criminales. Algo que la izquierda en sus múltiples variantes ya sea social o partidaria, es incapaz de ver y reconocer, lo que tal vez ayudaría a que el pueblo nuevamente le dirija su mirada.

Es en materia económica que inicia este segundo gobierno con los “pies hinchados”, específicamente en lo que tiene que ver con la economía familiar, el alto precio de la canasta básica y de la vida de un pueblo que espera el despegue económico tan “cacaraqueado” por los personeros del oficialismo, que sí ha llegado, pero únicamente para el nuevo bloque económico que se ha configurado a partir de la fusión de los grupos empresariales dominantes, otrora financistas de Arena, y la familia y allegados del presidente.

No en balde el desmontaje y abandono de la endeble producción agropecuaria nacional, cuya imagen perfecta es la de los cuatro ministros de Agricultura y Ganadería destituidos en menos de cinco años, las negociaciones de aumento del IVA a cambio de préstamos del FMI, la inversión en infraestructura de transporte y carga y en el maquillaje de la ciudad con juegos olímpicos, conciertos, generadores de contenido y concursos de belleza para atraer a transnacionales leoninas, las amenazas de privatización de la única universidad pública del país, entre otras acciones elevadas inescrupulosamente a políticas de Estado.

A la medida de estos últimos es que se ha anunciado la reforma constitucional como parte de la reforma política del Estado, con lo cual se preparan ante la pérdida hegemónica de Estados Unidos y el neoliberalismo, definiéndose del lado de la ultraderecha fascistoide que repunta en el mundo y de la cual tiene a Bukele como uno de sus exponentes regionales.

Precisamente a esto se debe la comparecencia de Milei (motosierra en mano) y otros especímenes de igual calaña, como Luis Almagro, presidente de la Organización de Estados Americanos, lacayo imperialista de primer nivel. No habría de extrañar, por tal motivo, una invitación del electo presidente a los genocidas representantes del gobierno de Israel y del capital sionista, con quienes comparte horizonte paradigmático y aliados, entre los que destacan el mismísimo representante de la gusanera anticubana, Marco Rubio, la Heritage Foundation, la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) y el que apunta será el 47º presidente de EEUU, Donald Trump.

Mientras el viejo mundo no termina de morir y el nuevo no termina de nacer (parafraseando a Gramsci), la ola conservadora y ultraderechista que aparece en este claroscuro global tendrá próximamente a El Salvador como su capital por un día.