13 marzo, 2024
El debate y la construcción colectiva del conocimiento son valiosísimos, de ellos se extraen poderosas lecciones. A la luz del reciente encuentro de formadores y formadoras de la Secretaría Nacional de Educación Política e Ideológica del FMLN, así como de integrantes de las secretarías de Organización, Comunicaciones y Organización Social y Popular, queremos compartir algunas de las reflexiones a las que en este espacio se arribaron en relación al partido, al rumbo, al programa, a la estrategia y la táctica que la izquierda revolucionaria necesita en El Salvador.
Compartimos estas reflexiones porque son varias las expresiones de analistas, políticos, académicos e intelectuales del variopinto escenario político nacional que exponen sus ideas alrededor de nuestro partido en los medios de comunicación, muchos de los cuales lo hacen a partir de los recientes resultados electorales, parámetro importantísimo a considerar, sin ser el exclusivo. Además, porque de cara a la sociedad salvadoreña, y especialmente a su pueblo, deben conocerse algunas conclusiones de quienes forman parte de las filas revolucionarias adentro del FMLN.
Hay numerosas intervenciones de estos analistas que concluyen que el FMLN ha caducado, que llegó a su fin y que es necesario el surgimiento de otra izquierda, por tanto, algunos creyendo que organizar un partido (y más aún, un partido revolucionario), es “soplar y hacer botellas”, andan tras la gente buscando firmas para inscribirlo ante el TSE y prepararse de cara a las próximas elecciones.
Una de las principales conclusiones a las que arribaron los participantes del referido encuentro es que el FMLN que ha caducado es el FMLN como maquinaria electoral, en el que se convirtió a partir del extravío de su rumbo estratégico, especialmente su dirección y durante los diez años de gobiernos bajo la bandera del partido. Se trata de la desviación electorera, que únicamente busca al pueblo para pedirle el voto y elegir candidatos a cargos públicos, pero sin llegar a emprender las trasformaciones prometidas durante la campaña, provocando descontento, frustración y desesperanza entre la gente por el engaño y la mentira.
Por eso las derrotas de 2019 en adelante, porque el pueblo condenó el abandono de la esencia revolucionaria del FMLN a cambio de una práctica electorera. Es decir, al FMLN no lo castigó el pueblo por ser revolucionario y socialista, por ser radical, por continuar con la obra y práctica de sus lideres históricos, como Schafik; sino por el contrario, lo castigó por no serlo en el ejercicio del gobierno. Ese es el pecado capital que está pagando a un precio muy elevado: con el rechazo del pueblo.
Esta desviación sufrida por el FMLN tiene a su base la indefinición y descohesión ideológica del partido y su dirección, que se agudizó en la medida se usufructuaban los privilegios emanados por la democracia representativa y los cargos públicos, los cuales cada vez más hacían mella en su solidez ética. La indefinición ideológica está ligada estrechamente a la indefinición del para qué luchar por el poder, es decir, ¿para qué el FMLN quiere el poder y cómo lo ejercerá?
Lo cual debió definirlo el FMLN desde su incursión en la lucha política electoral a partir de 1992 y actualizarlo en cada momento. Hasta 2004, casi todas las escisiones sufridas tienen a la base la disputa por el rumbo estratégico y el programa del proceso revolucionario, porque a partir de estos se precisa para qué quiere el poder el FMLN, por qué lucha para estos fines.
Por tanto, ante la pregunta sobre qué debe hacer el partido de izquierda en el momento actual para recuperar el respaldo y la confianza de la gente, su prestigio y volver a la vanguardia de las luchas populares, acá el debate arroja un camino preciso.
En primer lugar, el FMLN debe elaborar con toda su militancia un plan para definir su rumbo, sus fundamentos ideológicos, construir su programa histórico y aclararse para qué quiere el poder, preparar su estrategia y su táctica, revisar y precisar sus métodos y principios de organización y funcionamiento. En segundo lugar, definido esto, debe seleccionarse la dirección que deba llevar a cabo este plan con total contundencia y sin ambages.
En el entorno político existe la tendencia a condenar de “arcaico” este camino aduciendo que es “propio de la Guerra Fría” y que un partido de izquierda debe ser “moderno” y “abierto”. Esto es una vieja estratagema difundida por el pensamiento hegemónico occidental que necesita desmovilizar a la izquierda revolucionaria de una de sus principales herramientas para enfrentar el capitalismo: los partidos revolucionarios. Y para esto, también desde posiciones aparentemente de izquierda, pretenden inducir a un debate estéril, como es elegir entre un partido de cuadros o un partido de masas, vacilación que ya fue superada por la realidad.
Lejos de todas estas argucias, la militancia comprometida con la continuación de la obra y pensamiento de Schafik tiene claridad del FMLN que sigue vigente.