Hablemos de eso | ¿Cuándo fue que los medios eran imparciales?

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06/08/2023.- 

En cada caso se denuncia la censura y la parcialidad de los medios de comunicación social, sean prensa, televisión o multimedia. En Perú, la gente que protesta en la calle es acusada impunemente de terrorista, las víctimas de Dina Boluarte no se nombran y el régimen no electo, impuesto y sostenido por la fuerza, goza de buena prensa. En Argentina, no se cansaron de difamar a Cristina y en los días siguientes al atentado publicaban una infografía para ilustrar un mejor uso del arma que falló; poco tiempo después, como no la mataron, la fusilaban con una sentencia que se caerá después, como la de Lula en Brasil, que sí estuvo preso y solo pudo ser liberado cuando ya el mal estaba hecho y habían elegido a Bolsonaro. No se han disculpado los medios por su difamación ni la que hicieron contra Dilma. El golpe contra Evo y el pueblo boliviano solo pudo ser posible por la manipulación mediática. Así puede decirse de un montón de otros casos.

Siempre algún analista señala cómo ahora los medios concentrados se confunden con el poder económico, ¿y es que no forman parte de él? En Venezuela recordamos (y debemos hacerlo siempre) a un animador que en la mañana del 12 de abril de 2002, hace ya 21 años, se regocijaba anunciando: “Tenemos nuevo Presidente”. Al final de un programa de felicitaciones, donde todos celebraban el derrocamiento del comandante Chávez, contando todo lo que cada uno había hecho, agradecía a todas y cada una de las televisoras privadas de Venezuela: “Gracias, RCTV; gracias, Venevisión; gracias, Globovisión; gracias, CMT…”. No sé si se me olvida alguna. El golpe no habían transmitido, sino que había sido una gran producción televisiva, con el apoyo de todos “los medios”. Carmona duró 47 horas, pero ya en julio volvían a encenderse los motores y teníamos en diciembre una cadena privada por dónde solo se transmitían las acciones de los conjurados, las explicaciones de sus dirigentes, las cuñas de la Coordinadora Democrática… Y otra vez no pudieron, pero seguían y siguen…

En una clase, una distinguida profesora nos contaba de los medios como fuente para la reconstrucción de sucesos contemporáneos. Era impertinente decir que esos sucesos eran paralelos a la realidad, el trabajo fundamental era y sigue siendo construir otra realidad, donde todos los venezolanos son de oposición y nunca ha existido el chavismo. Lo normal es la crisis, mientras en sus comerciales se refleja la felicidad de los consumidores. El referente humano de la programación —los que son sujetos— es la clase media transnacionalizada, que igual se divierte, que se queja, que se va del país…

Y estuvo de moda decir que ya los medios no eran imparciales, que habían tomado partido “por uno u otro bando…”. Pero, ¿cuándo es que fueron imparciales? En un recuento breve, uno puede traer a colación que el Día del Periodista celebra el nacimiento del Correo del Orinoco. El 27 de junio de 1818 salía su primer número y editorializaba:

Somos libres, escribimos en un País libre, y no nos proponemos engañar al Público (…) El Público ilustrado aprende muy pronto a leer cualquier Gazeta, como ha aprendido a leer la de Caracas, que a fuerza de empeñarse en engañar a todos ha logrado no engañar a nadie.

La Gazeta de Caracas era en ese momento la prensa monárquica y el Correo del Orinoco aparecía como prensa patriota a darle pelea. En la batalla de ideas y de información nace la prensa en Venezuela. El Correo del Orinoco era la artillería del pensamiento.

“El Partido Liberal nació el 20 de agosto de 1840 con la fundación del periódico El Venezolano“, nos informa Wikipedia, que también nos ofrece un trozo de su primer editorial:

La mitad de los actuales venezolanos nacieron y se educaron bajo el cetro del Rey de España, el más absoluto de todos los reyes de Europa. Si allá, si en la Metrópoli reasumía en su persona todos los poderes públicos, sin más regla que su voluntad, sin más principio que la conciencia que Dios quisiera darle; si por, tanto, el vasallo era un ser nulo socialmente, sin más derechos que los que la merced del príncipe le concediera, ¿qué sería el colono americano, a tantas leguas del trono y de toda luz política? ¡Partidos! La palabra sola habría sido un delito. Donde no había ni podía haber libre examen, discusión, amplia libertad del pensamiento, de la palabra y de la prensa, ¿cómo habrían de existir partidos?

De El Venezolano viene el lema: “Prefiero una libertad peligrosa que una esclavitud tranquila”. La Esfera fue vocero del gomecismo y Fantoches, el órgano que a través del humorismo trató de evadir la censura, con las consiguientes prisiones que padeció Leoncio Martínez. En 1936, a la muerte de Gómez, hubo una explosión de publicaciones, todas con claras líneas editoriales, tomando partido por uno u otro bando. Donde no deja de haber buena prensa, porque tomar partido no equivale a abandonar la buena escritura ni la responsabilidad con el público. La Religión fue el órgano de la Iglesia católica y no dejó de expresar su posición conservadora o su simpatía por Franco y el fascismo.

En fin, cuando se fueron opacando los periódicos partidarios, aparecieron los “seriecitos” que, tras una máscara de imparcialidad, vendían un único punto de vista al servicio del poder. En varios países de América Latina tuvimos a El repórter ESSO, que fue el primer noticiero de radio y de televisión en Argentina, Brasil (O seu repórter ESSO), Chile, Colombia, Perú, Uruguay y Venezuela. ESSO era el nombre de una subsidiaria de la Standard Oil Company, una de las compañías petroleras monopólicas, y El repórter distribuía las noticias de la agencia estadounidense United Press International (UPI). Otro monopolio, pues, en las noticias. En Venezuela, después del El repórter ESSO, el noticiero era El observador Creole, por la Creole Petroleum Corporation.

Los medios dominantes parecen imparciales nada más cuando no temen el cuestionamiento del orden dominante. Entonces les sale mejor hacer parecer serias las noticias, ocultar y no polemizar, esconder intereses, pero hacerlos valer, instalarlos en el imaginario. Solo cuando el orden se ve cuestionado, se vuelven agresivos. De ahí, por ejemplo, el descarado papel del diario El Mercurio, con financiamiento y apoyo de todo tipo por parte del gobierno estadounidense, en el cruento derrocamiento de Salvador Allende. A los cincuenta años del bombardeo de La Moneda y la imposición a sangre y fuego del primer experimento neoliberal, no queda duda alguna de esa correspondencia entre campaña mediática, acciones terroristas, guerra económica y corrupción de los mandos militares.

Hemos visto cómo la prensa y los medios que proyectan una imagen de seriedad, como los europeos BBC (británico) o DW (alemán), se despeinan en improperios cuando hablan de Venezuela. Se les cae la careta democrática en Europa cuando prohíben la difusión de medios rusos o etiquetan como sospechosa la información de medios como HispanTV.

¿Y con Google y demás familiares de las redes? Como decía el presidente Maduro en estos días, para muchos y sobre todo para las y los jóvenes, la prensa no existe y la TV casi tampoco. Estos medios, que se han hecho los más importantes, son también partidarios del poder, de un poder concentrado que avasalla e intenta poseer las mentes, con mayor velocidad, profundidad y diversidad adaptada a los distintos públicos. La batalla de la comunicación y la información hoy como ayer es un desafío para los pueblos y el pensamiento alternativo.

Humberto González Silva

Fuente: ciudadccs.info