¿Un paso atrás? Ni para coger impulso. La cuestión del Partido

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Reconocernos orgullosos en nuestra historia, sin renegar de ella con nuestras acciones, es el principal pivote de la unidad en la continuidad hacia una alternativa de mayor justicia y equidad para nuestro pueblo. Respondamos al llamado de nuestro Presidente a la resistencia creativa, que para un revolucionario debe ser, ante todo, no copiar al liberalismo.

July 03, 2023

Cuba en Contexto

Según V.I Lenin la revolución no se hace, se organiza. Luego del triunfo, nuestra Revolución, para organizarse, creó el Partido Comunista de Cuba. Este nucleó a las distintas fuerzas revolucionarias en un partido unido para la resistencia y para la construcción del socialismo. En dicho partido, al decir de Fidel, se concentraba la vanguardia de la Revolución y quedaba representado cuánto sacrificio se había hecho por la patria. No era un partido de élite lo que se fundaba, sino un partido del pueblo y para el pueblo, transformador y revolucionario.

1. No defendemos nuestro Partido por el simple hecho de ser partido, ni por los hombres y mujeres concretos que circunstancialmente lo dirigen, que pueden equivocarse, ni por inercia, ni por automatismo. Defendemos el Partido por lo que ha representado en la defensa y construcción de la Revolución, en la lucha por la unidad; lo defendemos como instrumento de liderazgo colectivo en el camino hacia el socialismo; lo defendemos por su base popular y por velar por los intereses del pueblo. Y lo defenderemos siempre en tanto sea un partido revolucionario, con los humildes y para los humildes. Lo defenderemos como necesidad histórica.

2. El nuestro no nació como un partido político tradicional, electorero, cuya misión fuese acumular capital político durante período de elecciones, para administrar luego el sistema en beneficio de grupos determinados. Así operan no pocos partidos de izquierda por el mundo: preocupados por llegar y mantenerse en el poder, terminan haciendo concesiones a las élites económicas, para que los dejen existir. Por el camino se olvidan de ser anticapitalistas y se desligan, consecuentemente, de los movimientos sociales y las bases populares que en ellos confiaron, lo que los condena al fracaso. En eso ha radicado su principal debilidad, en la incapacidad y la falta de creatividad para asumir el proyecto de liberación (no liberalismo) de los pueblos.

Nuestro Partido, en cambio, que heredó la combatividad revolucionaria de organizaciones como el Movimiento 26-7 y el Directorio Revolucionario, entre otras, ha sido siempre un partido para forjar conciencias, para liderar una revolución de las conciencias, para crear cultura para el socialismo.

3. Hoy, es tarea del Partido, articular a quienes tengan las cosas más claras ideológicamente y no renieguen de su condición de clase; actualizar con ingenio su narrativa, sin sacrificar su esencia: la conciencia política; liderar la creación (de creatividad) de un pensamiento revolucionario a tono con las contradicciones de la época que vivimos sin copiar fórmulas liberales; comprender que no habrá soberanía sin socialismo y que el consenso debe ser en torno al socialismo.

4. Nuestro Partido es la institución más atacada por el enemigo y más criticada por oportunistas y trepadores. Los mismos que ayer tildaban a nuestros cuadros, sin distinción y sin aportar nombres, de misóginos y corruptos, y nos decían oficialistas por defender nuestras organizaciones, ahora nos quieren señalar porque tenemos una mirada crítica. Parece que el ejercicio de la crítica es su privilegio. Los mismos que están presionando por reducir el protagonismo del Partido en la conducción de las agendas comunicacionales (movida de sesgo anticonstitucional), ahora nos señalan. Los mismos que desean crear asociaciones y una insticionalidad paralela a nuestras organizaciones (porque un partido comunista como el nuestro no les funciona), parapetados detrás del eufemismo burgués de sociedad civil, ahora nos señalan. ¿Qué pudiéramos decir ante tal doble rasero y oportunismo? Podríamos llamarle “oficialistas por conveniencia”. No lo haremos.

Entendemos que la batalla es también de ideas, porque no puede ser costumbre citar a Martí y Fidel, sin aplicar su legado. Vamos a pensar sobre lo que pasa en nuestro país, y sin personalizar el debate, plano al que algunos desean rebajar el intercambio a falta de mejores argumentos, vamos a reflexionar sobre las tendencias, los procesos y las contradicciones que estamos viviendo.

Esa es también una forma de aportar al Partido, de ejercer la militancia partidista, en un momento en que más lo necesita.

5. Se ha convertido en moda asentir a los modismos para “no herir sensibilidades” y evadir la argumentación, linchando y descalificando al mensajero, antes de discutir el mensaje. No estamos ante nada nuevo, tal vez lo nuevo sea quienes están asumiendo el rol de atacar a los revolucionarios.

Sin embargo, como militantes del Partido Comunista de Cuba o seguidores de él, y orgullosos de serlo, no habrá desánimo ante tales posturas, continuaremos pensando y haciendo la Revolución. Todo quien se sienta revolucionario y comunista es también responsable por el Partido. El Partido no es algo que evaluamos desde afuera, como ajeno a nosotros mismos. No es un grupo que dirige, esa visión formal de la política, el Partido somos todos los revolucionarios. No vamos a crear una asociación aparte y rezar para que la nueva Ley de Asociaciones nos habilite para hacer política, si tenemos al Partido. Antes preferimos criticar las tendencias que consideramos un retroceso, con el ánimo de fortalecerlo, que contribuir con la atomización del activismo revolucionario en Cuba.

6. Es en esta capacidad que siempre ha tenido el Partido de leer el presente, de comprender los condicionamientos socio-históricos que determinan el rumbo de nuestra nación, pero también de trazar con voluntad política una ruta para superar los mayores desafíos en beneficio del pueblo, que radica su esencia marxista-leninista, fidelista, de raíz martiana, es decir, antimperialista. Nos identificamos con eso sin un ápice de timidez.

Es cierto que esa cualidad ha convertido a nuestro Partido, durante todo el proceso revolucionario, hasta nuestros días, en la piedra con que tropiezan las ambiciones yankis respecto a Cuba. Pero, ¿cuándo nos ha interesado la aprobación de los imperialistas? Fortalecer al Partido fue el más importante acuerdo de su 8vo Congreso y en línea con eso estamos. 

Tenemos hoy una base social que no está convencida en su totalidad de la factibilidad del socialismo, si nos replegamos como Partido, quién va a liderar la batalla por la defensa de una alternativa en la conciencia de nuestro pueblo.

Fuente: telegra.ph/