Los economistas burgueses presentan la ganancia capitalista como el mejor de los estímulos para el progreso técnico y el incremento ilimitado de la producción.
Silencian el hecho de que la ganancia capitalista es el fruto de la explotación y del agotamiento de la mano de obra; no dicen que la subordinación de la producción al principio de la ganancia capitalista, lejos de constituir un estímulo, es el límite de la producción capitalista. Los capitalistas producen sólo y en la medida en que ello les resulta beneficioso.
A menudo, y particularmente en nuestros tiempos, reducen la producción, frenan el progreso técnico y destruyen grandes cantidades de productos con el único fin de elevar la cuota de ganancia. Más aún, los monopolios capitalistas desencadenan guerras y causan a la humanidad daños sin cuento con el único fin de asegurar sus ganancias.