22 de marzo
Todos los caminos llevan a las comunidades.
-HACE AÑOS YO ESTUVE AQUÍ, en esta comunidad y en este mismo lugar y con muchos de los que hoy están ahora reunidos. ¿Se acuerdan ustedes?
Claro que nos acordábamos. Aquel pleito que habíamos tenido con Monseñor Romero en la Zacamil en 1972 marcó a nuestra comunidad.
Seis años después, ahí estaba de nuevo Monseñor frente nosotros y en el mismo lugar de aquellos hechos. Pero era a una fiesta de bienvenida al obispo que lo habíamos invitado. Con qué, canciones, gallardetes, música… !un fiestón!
Nadie iba a mencionar el problema que habíamos tenido con él hacía años. Nadie pero él sí. Nomás llegar fue él quien lo recordó.
-Ni la eucaristía pudimos celebrar aquella tarde por el choque que hubo entre ustedes y yo… Estábamos ofendiendonos… ¿Se acuerdan?
Quedamos mudos, tragando seco. El del tocadiscos decidió apagarlo y el que estaba ya abriendo las gaseosas se le quebró una en el piso.
– Yo si no recuerdo bien y hoy, como pastor de ustedes, quería decirles que ya entiendo lo que pasó aquel día y que reconozco ante ustedes mi error…
La Adelita quiso hablar algo, pero no atinó qué.
– Yo estaba equivocado, ustedes tenían la razón y aquella vez me dieron una lección de fe, de iglesia. Por favor perdónenme por todo lo que paso aquel día.
¡Un llorar que nos agarró a todos cipotes y grandes! Emoción y alegría, todo revuelto. Después rompimos a aplaudir. Los aplausos se fundieron enseguida con la música de la fiesta y las lágrimas se perdieron en la atolada. Sonaba “Quincho Barrinlete”, aquella canción que le gustaba tanto a Monseñor. Todo estaba perdonado.
(Noemí Ortiz)
Lopez Vigil, María.(1993). Piezas para un retrato. 1° edición. UCA Editores. San Salvador. Páginas 249-250
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