PARTE II: RECORDANDO A AMÉRICO M. ARAUJO EN EL 77 ANIVERSARIO DE SU NACIMIENTO.

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Dr. Américo Araujo Cmdte Hugo

por Domingo Santacruz


Hace unos años me permití compartir a la militancia del Fmln y al pueblo en general, la primera parte de mi relato sobre el Dr. Américo M. Araujo. Han transcurrido varios años y la segunda parte se fue alargando en el tiempo para publicarla. Américo dejó  compañeros que no lo olvidan y siempre me recordaban cuando la tendría lista. Escribí varias páginas relativas al trabajo de Américo en el PCS, en su vida interna, en su funcionamiento, como en el análisis de su estructura, comenzando por las Células, pero también en los organismos intermedios y el aparato de apoyo.  Ahora me tomo la libertad para presentar el contenido siguiente. 

LA  EXPERIENCIA EN LA LUCHA POLÍTICA ELECTORAL Y SU AGOTAMIENTO 

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EL regreso de Américo de la URSS, en 1969, después de 7 años de permanencia en la URSS, encontró a la Dirección del PCS enfrascada en debates internos originados por la decisión del CC de crear al FUAR en 1961; fue una complicada experiencia haber retomado su compromiso de dedicarle tiempo a la lucha revolucionaria, sin dejar de resolver sus problemas de sobrevivencia personal por varios años. Cuando decidió convertirse en funcionario a tiempo completo del partido, compartió con el resto de la dirección los temas políticos e ideológicos. Los cuales, en los años 1977-78  agudizaron las discusiones partidarias sobre la estrategia revolucionaria, sobre las formas de lucha y la vía de acceso al poder, luego, después de las elecciones de febrero de 1977 y la masacre de la Plaza Libertad del 28 de febrero, la Dirección toma la decisión de hacer el viraje hacia formas armadas de lucha, alegando que de cara a las amplias masas populares, la lucha política electoral había sido cerrada por la dictadura militar. Digo esto porque en febrero de 1977, cuando la UNO llamó a tomarse la Plaza Libertad, fueron decenas de miles de trabajadores los que aparecieron y dieron al evento una impresión insurreccional. Miembros del Partido y de la Juventud comunista estuvieron realizando acciones insurreccionales en varias ciudades del país. Sin embargo, pese al entusiasmo mostrado por la militancia, ese viraje demoró demasiado para ejecutarse, había resistencia, las discusiones alrededor de este punto se hicieron largas y se corrían riesgos de perderse sin resultados. 

Sin embargo, en abril de 1977, la Comisión Política y el Comité Central tomaron el acuerdo del viraje del partido hacia la lucha armada. Este acuerdo fue el que sirvió de base para las propuestas llevadas al VII Congreso y que fueron aprobadas. Los contenidos del tema del viraje fueron consultados en las bases y organismos departamentales y municipales, en todo el país. En todo este movimiento, hay que decirlo, Américo Mauro Araujo jugó un papel ejecutivo destacado.

EL VII CONGRESO DE ABRIL DE 1979 ELIGIÓ AMÉRICO M.  ARAUJO COMO SUBSECRETARIO GENERAL DEL CC DEL PCS.

Después de dos años de debates internos la CP y el CC deciden realizar el VII Congreso para Semana Santa del año 1979. Esta decisión, lógicamente, originó una fuerte confrontación, un tanto  sorda entre Mario Aguiñada y Schafik Handal. Algunos compañeros mencionaban a Mario para trabajar propuestas y realizar acciones orientadas a lograr su postulación para la secretaría general. Pero Américo y la mayoría de la CP, no le concedíamos mucho porvenir a Mario, él y el resto sabíamos que Mario tenía pocas posibilidades de disputarle a Schafik el cargo, aunque quizás podía llegar a la subsecretaría general. Incluso, Américo llegó a externar que si Schafik hubiera estado de acuerdo lo hubiera sido, porque Mario Aguiñada poseía la capacidad para asumirla, debido a su experiencia y conocimientos. En conversaciones opinaba que Schafik lo dejaba hacer. Pero “Schafik tenía olfato que le permitía saber las próximas jugadas de su adversario y siempre estaba diez pasos adelante”


En reuniones previas al Congreso, en la C.P. se consideraron los nombres de candidaturas a proponer para conformar el nuevo C.C. y la C.P. y para elegir a las nuevas sustituciones. Al momento de las votaciones para secretario general Octavio propuso a Schafik y este ganó por unanimidad. Cuando se llegó el momento de las votaciones para subsecretario general Schafik propuso a Hugo, la cual se aprobó con la abstención de Mario. En el VII Congreso dichas propuestas fueron aprobadas por mayoría absoluta. Desde entonces, Américo quedó como subsecretario general del CC del PCS. 

El VII Congreso fue convocado en momentos de mucha tensión, de fuertes enfrentamientos políticos entre la izquierda y la dictadura militar. La cantidad de personas asesinadas por la dictadura llegaba a más de 30.000. La dictadura militar le apostaba mucho a la represión policial y militar, aplicando la guerra contrainsurgente. Por eso, el VII Congreso aprobó el viraje hacia la lucha armada y la lucha por la unidad de la izquierda revolucionaria.
En este espacio corto de tiempo fue surgiendo el proceso de unidad, en donde apareció la CPM y luego la DRU y la creación del FMLN. Fue un momento difícil, por los rasgos anti PC existentes pero inevitable para hacerle frente a la dictadura militar.


EL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DE LA CPM Y DE LA DRU.

Como ya es sabido, a finales de diciembre de 1979, se encontraron en La Habana los secretarios generales de las FPL, de la RN y del PCS. El propósito fue iniciar el proceso de unificación de las organizaciones político-militares, comenzando por las FPL, el PCS y la RN.

El 17 de diciembre se constituyó la Coordinadora Político Militar. Esta primera instancia unitaria tomó varios acuerdos, entre los cuales podemos mencionar: la creación de la Coordinadora Revolucionaria de Masas, CRM, la celebración de la movilización unitaria de masas el 22 de enero de 1980; la elaboración de una propuesta de gobierno democrático revolucionario y la invitación de las fuerzas políticas democráticas para establecer una alianza con la coordinadora revolucionaria de masas. El ERP envió cartas a la CPM solicitando su inclusión en la CPM. Después de dos cartas y a pedido del compañero Fidel Castro, se convocó a las tres organizaciones de la CPM y al ERP. De esa manera surgió la Dirección Revolucionaria Unificada, DRU, el 22 de mayo de 1980. En el acto de creación participó Schafik y Domingo Santacruz en representación del PCS. 

Américo, en su calidad de Subsecretario general del PCS recibió en El Salvador el mensaje sobre los acuerdos de la creación de la DRU. En el acto de creación no se tomó ningún acuerdo sobre quienes, de las direcciones partidarias, debían integrar la dirección de la DRU. Sin embargo, días después, apareció un comunicado informando que la representación partidaria en la DRU quedaba integrada por tres miembros de la CP de cada fuerza revolucionaria.

En el caso del PCS, por ejemplo, Américo informó que serían Schafik, Américo y Mario Aguiñada. Al preguntarle a Schafik si él había autorizado esa designación él la negó, agregando, “el tercero o cuarto participante será nombrado por la CP de cada partido, en dependencia de la misión”. Pero nadie de la CP les hizo caso a los contenidos del comunicado.

Además, Marcial siempre sostuvo que la dirección de la DRU estaría en el lugar donde él estuviese, y, hasta emitió un comunicado inmediatamente después del retiro de la RN de la DRU y que nos obligó a firmar en Managua. El objetivo de dicho comunicado fue ordenar a las direcciones en el interior a impedir el reingreso de la RN al seno de la DRU. La delegación que se movió por Centroamérica estuvo integrada por miembros de las CPs y él. Fueron los tiempos en que Marcial intentaba imponer su calidad de Comte. en jefe en la DRU.

En el mes de septiembre hasta se publicó un Comunicado de la DRU-PM, informando: 
La Dirección Revolucionaria Unificada (DRU-PM) al pueblo salvadoreño informa:  “en lo militar, hemos constituido un Estado Mayor conjunto, hemos estructurado cuatro frentes de lucha: Occidental, Central, Paracentral y Oriental y se han empezado a formar las respectivas Planas Mayores Conjuntas; se ha elaborado una estrategia y táctica militar única; hemos avanzado notablemente en la organización del pueblo y en la construcción de su unidad -con el P.R.T.C. se ha entrado ya, en nuestras relaciones, a nivel de coordinación”; En este comunicado informa al pueblo salvadoreño como hecho lamentable, el retiro voluntario de la RN de la DRU, a finales de agosto de 1980.

1. DE LA LUCHA ELECTORAL A LA LUCHA ARMADA

La dictadura militar apoyada por la oligarquía cafetalera y el imperialismo norteamericano hicieron de El Salvador su empresa privada. Por más de 40 años utilizaron la vía electoral como el instrumento propicio para apoderarse de la vida económica, social y política del país. Por ese camino la dictadura aprendió a realizar los fraudes electorales descarados para asegurar sus victorias y tratar de aplastar a la oposición. Pero llegó el agotamiento de las posibilidades de la lucha política, de la lucha electoral, a esa altura había sido comprendido por la población, por las grandes mayorías, lo que permitió realizar un gran viraje popular a favor de la lucha armada. Pero, como era de esperar a todo el mundo, no sólo para los dirigentes, estaba agotada la lucha electoral.

EN EL MANDO DEL FRENTE CENTRAL MODESTO RAMÍREZ.

La decisión de Américo de subir al frente del Cerro de Guazapa fue una verdadera sorpresa. Nadie de la dirección creyó que el Cmte. Hugo pudiese funcionar en las difíciles condiciones topográficas de Guazapa, pero él subió y se quedó no sólo por un buen tiempo, sino demostró que los impedimentos de movilización que padecía no lo humillaron. Hasta para dormir en condiciones sumamente complicadas del terreno, Américo encontró la forma para adaptar su columna y tratar de dormir y descansar lo suficiente para mantenerse. Los territorios estaban sometidos a presiones del ejército enemigo, para tratar de controlarlos. También nosotros entrábamos en esos territorios, nos posesionamos de ellos, los convertimos en territorios bajo control si podíamos y nos quedamos. En algunos pudimos  realizar operaciones, pero no pudimos quedarnos. Lo mismo con la población, podíamos tomar el terreno durante un día, pero después teníamos que salir para evitar el exterminio. Eran sus retaguardias. Había un tercer tipo de territorios: los territorios en disputa. Esta experiencia mostró la tremenda disputa entre la lucha armada, la lucha política, la lucha social.

Américo le hizo frente a esta situación en el cerro Guazapa. No era aferrarse a la idea de que aplicando la lucha armada el terreno se convertiría en zona de control. Pero en las zonas en disputa había una vinculación inseparable, donde nosotros desarrollamos trabajo de expansión, con unidades pequeñas de combatientes incluso con personas individuales, que penetraban el territorio y se vinculaban con la población. Si era necesario, en autodefensa, lo hacían, pero no era su misión. Es más, no tenían armas en las manos, salvo raras veces. Realizaban un trabajo con el apoyo de la gente, organizando redes de inteligencia de la población para que nosotros pudiéramos conocer el movimiento del enemigo. Redes de abastecimiento para organizar la compra de medicinas, material quirúrgico, de comida o los cultivos por cuenta del FMLN. Pero en las zonas en disputa había una vinculación inseparable con las personas. Allí nosotros desarrollamos lo que llamamos trabajo de expansión. 


Al mismo tiempo que construíamos redes de abastecimiento para organizar la compra de medicinas, material quirúrgico, de comida; o los cultivos por cuenta del FMLN, disputábamos el control del terreno y de la población. Quienes participaban de eso se estaban jugando la vida, entonces, debíamos hacer un trabajo político de ganar a la gente para organizar y formar bases de apoyo. Era necesario prepara gente para las milicias, y en un nivel más alto las guerrillas secretas. Se cumplían misiones, como, por ejemplo: la realización de la línea permanente de sabotaje contra los tendidos eléctricos, o incluso, contra los transportes militares. Con ese trabajo, a esa altura ya habíamos dinamitado las estructuras metálicas, es decir, las torres eléctricas, obligando al gobierno a repararlas, o colocar postes de maderas o de cemento. Esta fuerza primaria de combate se guiaba por la línea de que hay que convertir todo en armas. 

Conocimos y aplicamos lo que aprendimos en la experiencia más brillante de todas las guerras revolucionarias: la de Vietnam. La guerra vietnamita aportó la más sistematizada respuesta a este problema de la realización de la guerra revolucionaria, la guerra de todo el pueblo: la participación integral del Partido, del movimiento social, la construcción del ejército revolucionario y su conducción. Mucho antes, la guerra civil que siguió a la revolución de octubre en Rusia y la Gran Guerra Patria en la Unión Soviética contra la agresión hitleriana, también aportaron modelos en cuya base estuvo una premisa común: el involucramiento del Partido. Siguiendo la experiencia de Schafik, Américo se vio obligado a estudiar a la Comisión Militar, que pudo observar su evolución de cambio de carácter. De esa manera fue como Américo se fue convirtiendo en un centro organizador de la lucha armada, integrando a sus cuadros, a las jefaturas a lo que después llamamos Fuerzas Armadas de Liberación (FAL).

Schafik siempre recordaba: “Cuando dimos este nombre a nuestras fuerzas armadas, ya habíamos realizado algunas  acciones, pero sin nombre. Así la Comisión Militar dejó de existir y fue sustituida durante 1980 y 81 por un Estado Mayor dirigido directamente por mí, como secretario general del Comité Central y Comandante General de las FAL. Con ese nombre fue bautizada nuestra fuerza militar el 24 de marzo de 1980, día en que asesinaron a monseñor Oscar Arnulfo Romero. No se nos olvida, porque ese día, cuando estaba terminando una reunión de la Comisión Política en la que se adoptó ese acuerdo, escuchamos por la radio la noticia de que momentos antes había sido asesinado el arzobispo en el altar de una iglesia, cuando ofrecía una misa”.

CAPTURA DE INÉS G. DUARTE Y SU CANJE POR PRISIONEROS POLÍTICOS

El 10 de septiembre de 1985 un comando guerrillero urbano de las FAL-FMLN capturó a Inés Guadalupe Duarte y a su acompañante Ana Cecilia Villeda, en la salida de la Universidad Einstein. El propósito fue realizar un canje de un importante número de presos políticos del FMLN. Nadie del gobierno imaginó que las FAL tuviese en sus planes la realización de una operación política de capturar a la  hija del presidente de la República, y menos, canjearla por varias decenas de cuadros dirigentes y jefes militares del FMLN. La Comandancia General guerrillera fue informada oportunamente teniendo en cuenta las consecuencias que ocurrirían de aquel hecho político. Nosotros supimos que Duarte recibió la solidaridad de más de 30 gobiernos extranjeros y de la totalidad de los Partidos Políticos Salvadoreños, incluyendo la de ARENA. El acto de captura fue impecable y exitoso, al grado de no permitir ninguna reacción de defensa de su personal de apoyo. El caso fue manejado inicialmente por el Comando Pedro Pablo Castillo, quien  propuso el canje del grupo de prisioneros políticos por la liberación de Inés Guadalupe Duarte y Ana Cecilia Villeda. 
El Ejército, la dirección del partido Arena y la burguesía presionaron a Duarte para no realizar “concesiones a los terroristas”. La Embajada de los Estado Unidos de América se opuso a cualquier negociación con “grupos terroristas”, pero Duarte fue perdiendo apoyos. Supimos que las contradicciones en el seno del gobierno se incrementaron y la situación política se agravó para el gobierno cuando el 10 de octubre el FMLN atacó y destruyó por completo el Centro de Entrenamiento Militar de la Fuerza Armada, CEMFA, en el departamento de la Unión, ocasionando 76 muertos y más de 200 heridos. El CEMFA era el principal centro de entrenamiento de reclutas a cargo de los militares norteamericanos en el país y por casualidad, aquel día, el grupo de 20 asesores yanquis había salido de la base y se salvaron de ser blancos de aquel destructivo y feroz ataque. 

La Comandancia General nombró a Américo Mauro Araujo como responsable de la parte operativa interna desde la penitenciaría Mariona en el proceso de canje, quien recibía información detallada de la marcha de la negociación a través de un complejo sistema de correos. En la madrugada del 24 de octubre se inició el despliegue del operativo del canje, que comprendió a los heridos y lisiados de guerra. Todos fueron movidos a los lugares convenidos, en donde  el Comité Internacional de la Cruz Roja jugó su papel.

La mayoría de los miembros del Cuerpo Diplomático acreditados en nuestro país participaron en aquella operación significando un importante reconocimiento al FMLN como Fuerza Beligerante. Solo los Embajadores de Israel, Taiwán, Chile, EE. UU. y Paraguay, no tomaron parte. Américo informaba después, que aquella operación se realizó siguiendo las reglas y procedimiento del Derecho Internacional. De no haber sido así, “ningún gobierno de los señalados hubiese tomado parte en aquella operación de haber considerado al FMLN como terrorista”.
“La verdadera y válida orden para nuestra libertad había sido girada por el FMLN.

Si ellos obstaculizaban el proceso de nuestra liberación tampoco sería puesta en Libertad Inés Guadalupe y su acompañante. A las 10:00 horas el señor Claramount entregó un Radio de Comunicación Militar al prisionero Araujo (que se encontraba con el Padre Ellacuría) y aquel se comunicó, de inmediato, con el Puesto de Mando Guerrillero que dirigía toda la operación de parte del FMLN. Así Araujo confirmó a la Comandancia que todos los prisioneros, incluidas Nidia Diaz que había sido trasladada a Mariona desde la Policía Nacional y Rosa Elena Romero (Graciela, extraordinaria mujer militante del PRTC muerta en el frente en 1987) …”. 

“Además, Araujo comunicó al comandante Lucio, del Puesto de Mando Guerrillero, que todos quienes seríamos liberados exigíamos el retiro de los soldados de la Primera Brigada. Cinco minutos después el comandante de aquella Compañía dio la orden a sus soldados de abandonar Mariona. Mientras, a las once de la mañana en punto, en el mismo momento que en Tenancingo el FMLN entregaba a Inés Guadalupe Duarte los prisioneros liberados, entre los que recuerdo a Héctor Acevedo (Oktavio), DR Eduardo Espinoza, el sacerdote César Valle, Agustín Cerritos, Rafael Aquino, Virgilio, Julito, Graciela, Chicón, Giovanni, Chamba, que era el Presidente de el Comité de Presos Políticos de El Salvador, COPPES, después de abrazar fuertemente a los cuatro que viajarían al exterior, salimos de Mariona en un camión del CICR rumbo a Tenancingo”. “Ese día era jueves, día de visita, y los familiares de los liberados y varios cientos de vecinos se apostaron no lejos de la salida del penal para poder saludar y vitorear a los liberados que viajaban camino a los frentes de guerra. Durante todo el trayecto miles de ciudadanos nos saludaban de manera efusiva y decenas de periodistas perseguían el camión de la cruz roja donde viajábamos y desde sus motos realizaban entrevistas a los recién liberados, para poder gravar las respuestas utilizaron unas largas varas a las que amarraban los micrófonos de sus aparatos”. 

LA REESTRUCTURACIÓN DE LA DIRECCIÓN DEL PCS Y FAL EN 1986.

La problemática interna del PCS, bastante compleja, exigió medidas extraordinarias a la Comisión Política. En la discusión se acordó utilizar una metodología revolucionaria para resolver problemas internos. Se necesitaba resolver ciertos ajustes orgánicos y afinar aspectos teóricos, pero también ideológicos. En los análisis nuestros aparecieron remanentes que debían corregirse, por ejemplo: algunas desviaciones reformistas que fueron señaladas en 1985, que no habíamos logrado superar del  pasado electoral, pero también ciertas desviaciones militaristas surgidas a los inicios de la incorporación del PCS a la guerra. La exigencia nuestra surgida de la experiencia como Partido nos ha llevado a la convicción de la necesidad de poner la organización en sintonía con las nuevas exigencias de la lucha revolucionaria, en una guerra como la que estamos librando en El Salvador.

Reconocíamos que los ajustes orgánicos que habíamos hecho cumplieron su papel en los primeros períodos del desarrollo de la guerra, pero la complejidad de ésta se ha vuelto cada vez más difícil. En realidad, enfrentamos al enemigo más experimentado de  todos los enemigos, que se refiere a la guerra de contrainsurgencia: al imperialismo norteamericano, que es quien está realmente detrás de todo esto, cuyos instrumentos son el gobierno y el ejército salvadoreños. La situación, tenemos que admitirlo, demanda cada vez más capacidad, más habilidad para combinar la lucha armada, la lucha política, la lucha diplomática, la negociación.

La Comisión Política, además, a fines de 1983, y más concretamente durante 1984, se empieza a perfilar un nuevo auge de la lucha de masas, un nuevo flujo de la lucha popular, un proceso de maduración de otros elementos de la lucha revolucionaria. Había que reconocer que a medida que nuevos sectores sociales se incorporaban a la escena política, la lucha se hacía más complicada. 
La discusión previa del congreso fue llevada a toda la base del Partido. Del congreso sale ya una línea clara y una implementación muy enérgica, que no fue interrumpida por la participación en el gobierno surgido del golpe militar del 15 de octubre de 1979. Todo ese esfuerzo de incorporación se intensifica durante 1980, ya en el marco unificador de las fuerzas revolucionarias iniciado en diciembre de 1979. Viene luego la ofensiva general del FMLN el 10 de enero de 1981 y, a partir de ella, se produce la formación masiva de los frentes guerrilleros rurales.

Hasta ese momento, el grueso de nuestra fuerza militar todavía seguía en las ciudades, aunque ya teníamos unidades en la zona rural del Departamento de San Vicente y realizábamos con ellas acciones exitosas. Nos referimos a la emboscada a dos camiones del ejército cargados de soldados en la carretera Panamericana, de San Vicente, causando varias decenas de bajas; el ataque y total destrucción del cuartelito de la guardia nacional en Santo Domingo, donde murieron 10 guardias, etc.

El problema de fondo era la falta de funcionamiento y autoridad del Partido en su fuerza armada, a consecuencia de la escasa o nula capacidad militar de los cuadros y organismos dirigentes del Partido a todo nivel. Eso empezó a corregirse poco a poco y culminó en el Pleno del Comité Central de 1984, en donde se da una batalla ideológica aguda contra las desviaciones.
Los puntos principales fueron dos: el militarismo y el conservadurismo, aunque hubo atención a otras debilidades. Sobre el primero ya hemos hablado, pero el segundo era un resabio de nuestras viejas concepciones y estilo, que arrastramos incluso a los frentes de guerra, y que se expresaba en el planteamiento de la necesidad de conservar nuestras fuerzas, en “no arriesgar” a los combatientes y a los cuadros. Luchamos contra ese planteamiento convencidos de que sólo se puede aprender a combatir, combatiendo, y que la mejor forma de preservar a nuestras fuerzas es enseñándoles a combatir. En realidad, esta manifestación de conservadurismo o más bien de defensismo, no era pareja en todos los frentes donde actuaban las FAL. Había un grupo de miembros de la Comisión Política en San Salvador, otros en los frentes rurales y había también un grupo en el exterior, en el trabajo del frente externo. Los miembros del CC estaban distribuidos del mismo modo.
En febrero de 1983 se realizó en el cerro de Guazapa una reunión de la Comisión Política, en medio de una de las grandes operaciones ofensivas del enemigo en el transcurso de la guerra:  Guazapa 10. Allí acordamos cooptar para el Comité Central a un importante número de nuevos cuadros surgidos en la guerra, llenando el vacío dejado tanto por los compañeros asesinados o desaparecidos por los cuerpos policiales y los escuadrones de la muerte desde el congreso, como por aquellos que no estuvieron a la altura de su deber. De esta forma ampliamos el número total demiembros del CC. Incluso fueron cooptados esos cuadros con defectos de militarismo, pero meritorios y capaces de corregirse, promoviendo así sangre nueva para renovar el Partido. Esta cooptación de nuevos miembros para el CC, ratificada después por el IV Pleno en 1984, llevaba como principal objetivo vincular más a la dirección del Partido con la guerra, es decir, avanzar en la construcción del Partido en guerra.

En el congreso se adoptó la línea del viraje, este aprobó unos estatutos que más bien estaban a tono con la concepción del Partido en tiempos pacíficos. Simplemente nosotros no teníamos idea clara todavía de cómo el Partido debía adecuarse, reestructurarse, para cumplir su papel en la guerra. La complejidad del largo proceso que nosotros tuvimos que hacer. 

ALGUNAS BASES ORGÁNICAS QUE SE PRODUJERON


Según los estatutos, la estructura orgánica del partido presentaba dos tipos de células: la “célula de calle”, obedeciendo el principio territorial y la “célula de empresa o del sector”. Pero éstos no abordaban el problema de cómo debíamos agrupar a los militantes comunistas en los frentes de guerra, en las unidades de combate, su funcionamiento celular y sus tareas. Logramos resolver esto durante el desarrollo de la guerra, sin violentar formalmente los estatutos, pero sin aferrarnos a sus esquemas.


Tampoco existía en los estatutos la integración de la dirección militar y la dirección política en los organismos del Partido a todos los niveles; en la Comisión Política, en el Comité Central y en los comités departamentales. Pero no encontrábamos cómo integrar la conducción política y la conducción militar. En el nivel de base, en las células, habíamos orientado que, además de sus tareas en los sindicatos y demás organizaciones de masas y en el frente político, debían organizar los GAR, darles preparación combativa elemental y conducirlos a realizar la autodefensa, la propaganda armada, las acciones para obtener armas, incorporándose a estas acciones los militantes comunistas junto con los compañeros sin Partido integrados a los GAR.

FUNCIONAMIENTO DE LA DIRECCIÓN DEL PARTIDO EN GUERRA.

El abordaje sobre estos organismos indicaba que sólo pueden reunirse raras veces. Se hicieron algunos ensayos de que funcionaran grupos: los miembros del Comité Central o de la Comisión Política en el frente; los que están en un momento dado en el exterior, los que están en la ciudad. 
Para resolver este problema, se abrió paso la idea de que el grupo no debe tomar decisiones y aplicarlas inmediatamente, tiene que haber un proceso previo de consultas. Además, se estimaba que eso no es asunto diario, no entorpece la dinámica de la guerra. Este mecanismo está funcionando y es otra cosa que tampoco aparece en los estatutos.
La experiencia fue demostrando que la vida supera los estatutos. El VII Congreso, el congreso del viraje, en abril de 1979 eligió un nuevo Comité Central a tono con esta línea que fue la que realizó el viraje. En 1983, como resultado del involucramiento del Partido en su conjunto en la guerra revolucionaria, se comenzó a destacar una nueva generación de cuadros dirigentes forjados en la guerra. Entonces se nos planteó la cuestión de si debíamos realizar una sustitución generalizada de miembros del Comité Central o no. La situación no era clara. No se veía que los cuadros del Comité Central electos por el congreso, excepto unos pocos, hubiesen agotado sus expectativas de desarrollo.
 Los cuadros nuevos eran menos experimentados y en desarrollo. En ese momento optamos por la fórmula de cooptar como miembros del Comité Central a la mayoría de estos nuevos cuadros, sin hacer sustituciones, salvo en el caso de algunos compañeros caídos o francamente deteriorados. Así se amplió numéricamente el Comité Central y la Comisión Política. Entre los cuadros del Comité Central integrados totalmente a la lucha armada y los nuevos promovidos al Comité Central, se conformó una amplia mayoría. El Pleno del Comité Central de 1984 aprobó esta cooptación realizada por la Comisión Política, agregando dos o tres cuadros más.
A comienzos de 1986, empezaron a manifestarse algunos problemas. Inicialmente pensamos que se trataba de casos individuales y, partiendo de ese elemento, adoptamos medidas, pero, al ver que los casos aumentaban, nos vimos frente a la necesidad de analizar el problema en sus causas y llegamos a la conclusión de que estábamos frente al desgaste. Además, esto que estaba pasando en la dirección también tenía manifestaciones en otros niveles del Partido, niveles intermedios y de base. Lo que ayudó a hacer evidente esta situación fueron las críticas surgidas desde la base a compañeros de la dirección, y, en algunos casos, a la Comisión Política misma, como responsable, en último término, de lo que pasa en el Comité Central y en el Partido en su conjunto.

DECIDIMOS ABANDONAR EL FORMALISMO PARA REALIZAR LOS CAMBIOS NECESARIOS.

El análisis nos colocó en una situación en que no podíamos realizar un pleno del CC como lo hicimos en 1984. En las nuevas condiciones de la guerra revolucionaria las cosas fueron muy complicadas y sería tardar mucho; sería un esfuerzo que haría necesario interrumpir otros esfuerzos o inversiones vitales dentro de la guerra. El Comité Central estaba distribuido en cinco puntos del país y en dos puntos en el exterior, más 2 o 3 compañeros un poco volantes, que cumplían en aquel momento misiones internacionales. Uno de estos grupos fue el que puso en marcha el proceso, el que hizo el análisis y lo propuso a los demás.
El hecho tuvo lugar en el exterior, pero no se puede decir que partiera de un grupo del exterior, ya que en ese momento estaban fuera del país un número considerable de compañeros salidos del interior por problemas de salud o por tareas encomendadas.
Este grupo del CC, en su análisis sobre el Partido, insistió en que la dirección debía asumir este problema en todas sus dimensiones y resolverlo de manera crítica y autocrítica. Además, debía hacerse  sobre la base de una seria evaluación de los cuadros. Los resultados de esta evaluación debían desembocar en una disminución del número de miembros, tanto del Comité Central como de la Comisión Política y en un desplazamiento de cuadros a otras tareas.
Hacer estos cambios era atribución del congreso, pero como en ese momento era imposible reunirlo de inmediato no fuimos formalistas y usamos un mecanismo que permitiese hacer los cambios con la agilidad necesaria. Decidimos reunir al Comité Central por grupos, allí donde éstos estuvieran y discutir y llegar a acuerdos en estos grupos, y luego reunir esos acuerdos. Todas estas reuniones deberían hacerse con un mismo planteamiento, que fue aceptado por todos.

¿CÓMO PROCEDER?,  ACORDAMOS LO SIGUIENTE:

Lo primero que se hizo fue elegir a 3 compañeros de alta confianza para integrar la Comisión Especial que llevaría la ejecución de la reestructuración. La Comisión Especial determinaría que el número de integrantes del Comité Central y la Comisión Política sería disminuido. Además, debíamos opinar sobre cuáles serían esas cifras.
Sin abandonar las responsabilidades que teníamos, todos nosotros sin excepción, desde el secretario general, debíamos poner nuestros cargos a disposición del Partido. 

En cada uno de los grupos debía hacerse una ronda de intervenciones autocríticas, de modo que cada uno tuviera la oportunidad de evaluarse por sí mismo, primero y luego todos los demás debían aplicar los principios de funcionamiento con  intervenciones críticas acerca de cada uno de nosotros. Los compañeros que no estaban presentes también podían ser criticados, ya que todos nos conocíamos y existía una gran movilidad propia de las tareas y necesidades en la guerra.
Inicialmente se acordó un procedimiento que fue el de formar una comisión que gozara de plena confianza y autoridad, formada por los compañeros que mejor conocían al Partido y en ellos se delegó la tarea de ejecutar la reorganización del Comité Central.
Todos los grupos, en todas partes, proponían compañeros para la elección en los cargos, que recayó en los mismos compañeros, con algunas excepciones. Fue un asunto muy maduro. La comisión tenía plenos poderes para la reorganización.
Todo este proceso de discusión duró un mes y diez días. Cada grupo envió sus opiniones. Además de la crítica y autocrítica, se acordó que cada grupo hiciera su propuesta de cómo debía quedar integrado el Comité Central y la Comisión Política, por cuántos miembros y quiénes debían formarla. Fue interesante comprobar la coincidencia que se dio. Sólo hubo unos pocos casos en que no hubo coincidencia plena. Las opiniones, las críticas, las conclusiones eran las mismas y por eso la comisión pudo hacer su trabajo en un tiempo breve.

Ahora bien, excepto tres que no sólo fueron marginados del Comité Central, sino que están en proceso de quedar fuera del Partido; el resto de los que salieron, son compañeros que tienen capacidades para otro nivel de tareas y que tienen una actitud revolucionaria. No pusieron ningún obstáculo para la reorganización y reconocieron sus errores y limitaciones. Esto muestra su calidad comunista.

La comisión pasó luego a realizar la reubicación de los cuadros en las distintas responsabilidades y tareas, procurando hacerlo lo más racionalmente posible. A los cuadros que fallaron en determinadas tareas se los colocó en otras. Como las autocríticas por lo general fueron honestas y aquellas que se quedaron cortas fueron profundizadas por la crítica, se tenía un panorama muy claro para poder efectuar una correcta reubicación.
El Comité Central se redujo de 36 a 25 miembros y la Comisión Política se redujo de 12 a 7. Dentro del propio Comité Central hubo cambios de posición, unos pasaron a ser miembros efectivos, otros a ser suplentes. Hubo casos en que de suplente de la Comisión Política se pasó a suplente del Comité Central.
Como resultado de este proceso habrá una cierta cantidad de gente que quedará fuera del Partido. Entre los que queden fuera habrá algunos con los cuales no queremos nada en lo adelante; otros quedarán como colaboradores y otros, con posibilidad de volverse a incorporar si ellos hacen un esfuerzo sobre los puntos que señalen las evaluaciones. Pero entre los que quedan adentro, también habrá matices. Hay algunos que quedan dentro porque, como dicen los escolares, “pasaron el examen a puras penas”, y se les advierte que si no se superan serán separados posteriormente.
Esta evaluación se hace con los mismos parámetros ideológicos que sirvieron para la evaluación del Comité Central. En el caso de los miembros del Comité Central había también exigencias relativas a sus capacidades, eficiencia, etc. Ella tiene que ver con una serie de facetas que definió el Pleno del Comité Central de 1984 para los militantes comunistas en esta etapa de la lucha, es decir, se señaló cuáles debían ser sus cualidades y sus rasgos ideológicos principales.

NUEVOS MÉTODOS ANTE NUEVAS TAREAS.

Américo M. Araujo estuvo inmerso en este proceso, lo que permitió que se hayan podido enfrentar las nuevas tareas que exigen un cambio en los métodos de trabajo y en la conducción del Partido. Tienen que ser métodos más ágiles, más simplificados. Uno de ellos, el control, tiene que ser sistemático y permanente; control de cumplimiento de las tareas, control de la evolución y desarrollo de los cuadros. No puede seguir ocurriendo como en el pasado, que pasaba no sé cuánto tiempo antes de que se hiciera una evaluación. La crítica y autocrítica debe incorporarse como elemento integrante de la vida cotidiana del Partido; simplificar y mantener simplificadas las estructuras para reducir los tiempos, agilizar y aumentar la eficiencia, reducir la inversión de recursos, liberar cuadros para aplicarlos a las tareas prioritarias, a las tareas de choque.

EN LA COMANDANCIA GENERAL

Américo jugó un papel muy activo en la dirección del FMLN y en concreto, en la CG, que estuvo muy saturada desde los tiempos de la DRU. Américo fue el representante del PCS que participó en la constitución oficial del FMLN, el 10 de octubre de 1980. Él estuvo en la CG cuando se acordó el nombre del FMLN, en la convocatoria para el inicio de la Guerra Revolucionaria. Él sustituyo a Schafik cada vez que salía, tanto en misiones oficiales en busca de apoyo político, logístico, como también en asuntos personales, que fueron muchos. Su labor en la conducción política, militar, diplomática, y en la negociación fue muy dura pero también eficiente. Por lo tanto, no se le puede negar a Américo su contribución en la lucha por la unidad en el FMLN, en los momentos de crisis interna. Por supuesto, él siempre sometía a consultas todos los casos delicados. Si Schafik no estaba accesible, él recurría ante la CP del PCS.

APORTES EN EL ABORDAJE DE LAS DIFERENCIAS QUE SEPARARON AL UDN DEL PCS


Este tema, por lo general, era abordado en la CP del PCS. En ello intervenía un asunto de atención personal de Mario Aguiñada, desde cuando él era miembro de la Comisión Política Diplomática. Su caso estuvo acompañado de dificultades disciplinarias, de liberalismo, de faltas políticas y hasta de faldas femeninas. Fue necesario amonestarlo varias veces hasta que fue necesaria su separación de la CPD del FMLN y de la CP del CC del PCS. A finales de la década de los 80, los partidos del FDR decidieron ingresar al interior del país, en ese marco la CP se decidió autorizar a Mario para que se interiorizara con el UDN. Los asuntos políticos y sus diferencias con Mario Aguiñada se fueron profundizando y diferenciando debido a sus arrebatos reformistas. Al abordar el tema, apareció su planteamiento de separar al UDN de la dirección del PCS. En 1990 estuve en una reunión con varios miembros del Comité Ejecutivo en el interior del país. Tratamos de abordar la situación de la Fundación Cuscatlán, pero apareció la idea expuesta por Mario de que ese tema y otros eran de incumbencia del UDN. ¿Seguirá siendo un instrumento abierto subordinado a las decisiones políticas del PCS o seguirá su propio camino?


Un grupo de compañeros y compañeras estuvieron planteando en los últimos meses de que el UDN tiene posibilidades de convertirse en la expresión abierta y legal ya no sólo del PCS sino del FMLN. Esta  tesis fue sostenida por Mario Aguiñada, Luís Gálvez, Vinicio Peñate, Aronet Díaz de Zamora y dos o tres compañeros más. Se convino concertar un encuentro entre las dos direcciones de los partidos PCS-UDN, el cual tuvo lugar a finales de 1990. Los planteamientos fueron claros. Las ideas expuestas por algunos compañeros fueron las siguientes:

Luis Gálvez:
“El FMLN difícilmente será una opción de poder en un proceso de negociación con los diferentes grupos de poder, no se perfila la posibilidad de ser admitido ni que él acepte ser admitido como parte del sistema político. Según nuestra percepción el FMLN  jamás será aceptado en un proceso electoral. No vemos en el horizonte la posibilidad de resolver las diferencias ideológicas de las organizaciones revolucionarias, tan claves para pensar en un proyecto único capaz de aglutinar a todas las fuerzas. El UDN ha logrado mantener una entidad de fuerza política de izquierda abierta, con un movimiento de masas propio y con capacidad de concertación con otras fuerzas. El FMLN sería objeto de un ataque sistemático por parte de la derecha, pero también de muchos otros sectores que siguen ascéticos a someterse a una línea guerrillera. El FMLN no podría librarse de una guerra sucia y de presentarlo como un movimiento con las manos ensangrentadas. La campaña anticomunista sería mucho más fuerte en contra del PCS y el FMLN en el caso que decidieran participar, de acuerdo con la Constitución, en una campaña política electoral. No es lo mismo realizar una campaña política electoral con un instrumento ya reconocido como de izquierda, con capacidad y experiencia electoral, con posibilidades mucho mejores de contar con una fuerza social, con movimiento de masas, sin temor a las represalias. Arena tiene dificultades para consolidar su proyecto, social, económico y político”.


SIMON:
“Sería un grave error que nosotros permitiéramos darle concesiones a una estrategia conservadora. ¿A estas alturas, después del camino recorrido por el PCS y ahora del FMLN? Es ilusorio ese planteamiento de pretender esconder el carácter revolucionario del PCS y del FMLN. Lo que salta a la vista  es que el proceso revolucionario nuestro va marchando con su proyecto, no obstante, las tendencias reformistas internacionales, ahora alentadas por la Perestroika. Hagámonos cargo, abramos los ojos, démonos cuenta de que lo que está pasando no es fácil de asimilar.

El mundo estará girando alrededor de ese debate-Varios de los ejemplos que nos están mencionando no nos impresionan. Estamos creciendo y nos desarrollamos mucho más que antes, esta es una realidad que no puede ser negada, a la hora de ponerle pelos a nuestra línea y a los resultados. No debemos confundir la táctica concreta con la estrategia general. A este período corresponde, ciertamente una turbulencia  a la unidad. Hay dificultades en el proceso de negociación al interior, pero eso no es contradictorio a la tendencia revolucionaria dentro del mismo FMLN- Aquellas tendencias no consecuentes en su interior van siendo derrotadas. Si no fuera así, hace ratos que hubiéramos roto ese instrumento, que va desarrollándose.

Hay que tener en cuenta  que el mundo ha cambiado y va cambiando favorablemente a la revolución. La contradicción entre norte y el sur va desarrollándose. Basta observar como se desarrollan las confrontaciones a nivel internacional para concluir en que no vamos en dirección contraria. No deseo que estos argumentos se conviertan en  obstáculos para desarrollar un debate correcto que nos coloque correctamente en el camino correcto. Hay que tener presente que tenemos una tempestad, un ciclón terrible que viene en desarrollo y que nosotros no estaremos fuera sin que nos afecte. La lucha armada no es cierto que se haya agotado. Que ya no hay espacio, que vamos a llegar tarde, etc., vienen de esos reformistas que siempre se opusieron a la lucha armada y que, si bien la apoyaron o se pusieron de su lado, porque le vieron perspectivas, ahora todos esos argumentos en presentar el agotamiento vienen precisamente de quienes no han movido un dedo para implementarla, se han opuesto a ella, y cuando por fin se abrió paso y ha dado los resultados a los primeros obstáculos nos quieren vender la idea de que ya no. Que debemos realizar reajustes, bueno, si ese fuera el planteamiento podemos ver y discutir.  Nunca le hemos tenido miedo a los debates. Si la intención es corregir para asegurar la victoria, nosotros, los revolucionarios siempre hemos estado abiertos a debatir. Pero este no es el caso que nos tiene en esta reunión. No hay que dejarse impresionar de desencantamientos de las masas de una u otra vía; cuando toma fuerza una, la armada, por ejemplo, apoyan la lucha armada, pero cuando toma fuerza la bandera electoral también. Eso no es extraño.

Hay una tragedia en algunos de nuestros aliados, que, por necesidad política de subsistencia, para evitar ser aniquilados por la contrainsurgencia, se vieron obligados a acercarse y participar junto con nuestras fuerzas. Pero ahora, en el terreno abierto, electoral, ya se sienten que nos necesitan y hasta se sienten con el derecho de disputarnos la relación con el UDN. Pero ellos no son mayor cosa sin nosotros, pero si pudieran sacarle provecho y recibir algunos créditos si logran disputarnos al tecomate…Creo que no tenemos por qué convencernos de que las cosas irán en una dirección unánime. La realidad objetiva y el terreno en que nos estamos desenvolviendo no son los mismos. El pensamiento ha caminado. Pero podemos  entendernos en algunos puntos importantes. Por eso deberíamos ser lo más sinceros y auto críticos, ser claros en que terreno nos vamos a desenvolver.
Porque no podemos permitir que los lineamientos del UDN  los decidimos nosotros. ¿Qué es eso? ¿Vamos a permitir la existencia de dos líneas, dos direcciones, dos partidos? ¿Quién dirige al UDN? Ese es un problema real, de fondo, que no podemos dejar de debatir y decidir. Y tenemos que hacernos cargo que no podemos dejar que eso quede a la deriva. Nos conocemos bien y sabemos bien que la decisión para ocupar el UDN como instrumento abierto del PC, fue el PCS a propuesta de la Comisión Política. Solo otra decisión del PCS y particularmente de sus organismos de dirección puede modificar la decisión, mientras el UDN siga siendo su instrumento para ejecutar una línea de acción.
Planteo este asunto de esta forma, porque ustedes son parte de la militancia del PCS, que les exige ser consecuentes en el acatamiento de su disciplina, de la disciplina revolucionaria. Si ustedes se consideran ser militantes disciplinados, lógicamente tienen que someterse a las decisiones de los organismos superiores de dirección.Si este punto no lo concluimos satisfactoriamente conforme el método de partido, lo que implica discutir todos los asuntos inherentes a la forma de ejecutar la línea y tomar decisiones, si eso no lo concluimos porque una parte no se somete, con el argumento de que no estás de acuerdo, entonces, las cosas tendrán que dilucidarse y concluirse de la mejor forma posible que no afecte el proceso revolucionario del FMLN. Porque no podemos dar un mensaje generador de dudas, que pongan en peligro la unidad y la confianza del FMLN”.

MATERIALES ESCRITOS Y ENTREVISTAS


Américo le dedicó tiempo a la fundación del FMLN, desde 1980 hasta el día de su muerte. Como parte de ese compromiso aceptó ser parte del Tribunal de Ética y de la Comisión de Relaciones Internacionales. Américo fue uno de los cuadros dirigentes del PCS que aceptó y votó por la disolución de éste en agosto de 1995. Con él coincidimos en no disputar cargos de dirección en el FMLN. Él y yo buscamos vínculos con las ONG’s para tratar de sobrevivir y al mismo tiempo, para contribuir a los lineamientos estratégicos del FMLN. El buscó a FUNSALPRODESE, en donde los compañeros y compañeras en ella le abrieron las puertas con el cargo de Director Ejecutivo. En el transcurso del tiempo escribió varios artículos, aceptó varias entrevistas y finalmente, estuvo de acuerdo en el nombramiento de Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de El Salvador en la República Dominicana. En ese lugar Américo escribió el libro “Un Poquito Después de Terminada la Guerra”, en donde expuso parte de su experiencia y su papel en los últimos años de la guerra popular revolucionaria.

2. DEL VIII AL IX CONGRESO Y LA DISOLUCIÓN DEL PCS PARA FACILITAR EL SURGIMIENTO DEL FMLN COMO PARTIDO UNIFICADO DE LAS 5 ORGANIZACIONES QUE LO FORMARON.

Después de la guerra revolucionaria y de la firma de los acuerdos de paz, en Chapultepec, el PCS celebró el VIII Congreso en marzo de 1993, el primero en resolverse de forma abierta, sin temor a la represión policial en clandestinidad. Se realizó en los espacios de la Ciudadela Guillermo Manuel Ungo. El Congreso fue concebido como el espacio partidario para reestructurar la Dirección Nacional, el CC, la CP y la renuncia del compañero Schafik Jorge Hándal, para cumplir el requisito de aceptar la coordinación general del FMLN. José Luis Merino fue electo en sustitución como secretario general y Américo, nuevamente, fue electo como subsecretario general. El ambiente político interno era bastante tenso, en parte debido a las tendencias observadas por la mayoría de las direcciones de los partidos hermanos con la legalización del FMLN. Pero también en las filas del PCS, estuvieron muy evidentes los planteamientos de cambiar la dirección por los cuadros nuevos, con mentalidades nuevas.Algunos cuadros dirigentes veteranos nos encontrábamos en una situación un tanto cansada, con cerca de 25 años de sostener las responsabilidades de dirección nacional. 
En el caso de Américo, hay que decirlo, tuvo una militancia al lado de la lucha revolucionaria activa durante 49 años, incluyendo  los 7 años en la Universidad Patricio Lumumba, de los cuales, 32 los ejerció en el PCS, hasta su disolución en el IX Congreso el 5 de agosto  de 1995. Claro, de 1980 a 1995, su militancia fue doble, en el PCS y en el FMLN. Por razones personales salió del país en dos ocasiones, por un período de dos años, (1971-72 y 1973-74), él necesitaba resolver por su propia cuenta, la mejor forma de sobrevivir. Se movió por Estados Unidos y luego por Costa Rica, pero regresó al país.

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