Relaciones entre China y El Salvador: la verdad aplasta el escándalo mediático de la derecha

0
296

Las contradicciones políticas generadas por el anuncio del Presidente Salvador Sánchez Cerén de romper relaciones diplomáticas con Taiwán y establecerlas con la República Popular China, que han sido difundidas masiva y tendenciosamente en los medios de comunicación de derecha, tienen en esencia una motivación: el interés del imperialismo yanqui, la derecha taiwanesa y la derecha salvadoreña de afectar política y electoralmente al FMLN. 

Sin embargo, la derecha gringa, taiwanesa y salvadoreña no tienen solvencia moral para cuestionar a China, al GOES o al partido FMLN. Mientras Taiwán, una provincia rebelde de China, ha jugado un papel oscuro en sus relaciones internacionales, China desde 1971 tiene la representación internacional en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y es uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, es decir, tiene legalidad y legitimidad en el ámbito de las relaciones internacionales. Y así como fue miembro del Movimiento de Países No Alineados, hoy mantiene una posición de respeto y defensa de los países en vías de desarrollo; política exterior opuesta a la política injerencista y guerrerista de los EE UU.

Por otro lado, aunque dirigentes y funcionarios públicos del partido ARENA y diplomáticos taiweneses, cínicamente difamen y pongan en duda la honestidad y buenas intenciones del gobierno chino, el GOES y el partido FMLN, la realidad demuestra que Taiwán ha estado involucrada en escándalos de corrupción en Panamá, Costa Rica, por mencionar los más cercanos, y en El Salvador no ha sido la excepción: solo basta recordar el desvío de más de 10 millones de dólares hacia las arcas del partido ARENA, donados por el gobierno de Taiwán para damnificados del terremoto de 2001, corrupción protagonizada por el ex presidente arenero Francisco Flores.

De igual manera, la embajadora Jean Manes cuestiona infundadamente junto con el congresista republicano Marco Rubio que amenaza coléricamente la apertura de relaciones entre China y El Salvador, cuando Estados Unidos, aparte de no tener el derecho de imponer a un país con quién debe o no debe tener relaciones diplomáticas, es uno de los 177 países que ya tenían relaciones con China. 

Este descaro de la derecha nacional e internacional, contraviene la soberanía y autodeterminación de los países en sus decisiones. Pues, así como Estados Unidos en diciembre de 1978, Costa Rica en 2007, Panamá en junio de 2017 y República Dominicana en abril 2018; El Salvador decidió soberanamente romper relaciones con Taiwán y establecerlas con China Popular.

Por ello, la diplomacia del dólar que durante años estableció Taiwán con los gobiernos que lo reconocían se ha terminado. Ahora solo queda difamar y hacer berrinche contra un gobierno que ha tomado una decisión soberana y apegada al derecho internacional de autodeterminación. Esta muestra de soberanía salvadoreña envía mensajes claros sobre los pasos económicos que está dispuesto a dar el gobierno del FMLN, el cual continuará garantizando proyectos de desarrollo económico, social y comercial, fortalecidos de ahora en adelante con el apoyo de China.

Pues China ya se posicionaba como el segundo socio-comercial de El Salvador después de Estados Unidos -aunque los medios de derecha quieran mantenerlo oculto- con cifras económicas que demuestran que las exportaciones hacia China en 2014 alcanzaban los $6 millones, superando esto en 2018 con $81 millones. Las expectativas para la economía salvadoreña son favorables, ya que se está estableciendo relaciones con un país que para el 2017 su PIB fue de US$23.16 billones, en paridad de poder adquisitivo; siendo el país con el mayor nivel de producción en comparación con el resto de países. 

Contradictorio a lo que posicionan los medios, las empresas salvadoreñas ya tienen relaciones comerciales con China. Así, el valor de las exportaciones salvadoreñas a China en el último año aumentó en $41.1 millones; principalmente por el dinamismo de las exportaciones azucareras. En 2017, el principal producto salvadoreño de exportación hacia China fue la caña de azúcar por $40.6 millones, lo que representó el 85% del total de exportaciones, convirtiendo al país asiático en un nuevo mercado para la azúcar salvadoreña. Otro hecho que genera confianza es que en materia fiscal, el Gobierno de China ha utilizado la política fiscal como un instrumento para promover el crecimiento económico, en gran parte mediante gasto extra-presupuestario. Se estima que en los últimos años, la mayoría de gastos públicos se ha orientado a los rubros de educación, salud, industrias no contaminantes y transporte.

Por tanto, se puede afirmar que con el establecimiento de estas relaciones diplomáticas y por consiguiente, la formalización en materia económica y comercial entre China y El Salvador, una de las mayores preocupaciones de la embajada gringa es el desarrollo de la Zonas Económicas Especiales (ZEE), ya que cualquier iniciativa de progreso económico es una amenaza para la política estadounidense y en particular si no son ellos la que la impulsen, sobre todo si esto es un acuerdo con China. Al referirnos al país asiático es el gobierno de la República Popular de China su verdadero representante. Es decir, el ejercicio de la soberanía por parte del pueblo salvadoreño y su gobierno de izquierda constituyen una amenaza contra el gobierno de Trump, por eso la embajadora Manes seguirá interviniendo en los asuntos políticos del país sin importarles que eso viole el derecho internacional y la autodeterminación de los pueblos. 

Los Estados Unidos y la oligarquía salvadoreña no tienen argumentos convincentes para explicar esta dura situación para sus intereses. Ha concluido el oscurantismo diplomático que caracterizó la relación de Taiwán-El Salvador, viniendo a menos con el involucramiento de ese país en el financiamiento de la derecha oligárquica a cambio de su reconocimiento. A partir de la firma de este acuerdo, la nación tiene una oportunidad de crecer tecnológica, comercial y socialmente con la ayuda del gobierno y el pueblo chino. La cooperación sur-sur debe prevalecer por encima de cualquier presión imperial.

Con este hecho histórico protagonizado por el gobierno del FMLN y el gobierno socialista chino, se avanza, por un lado, en poner un alto al propósito de Taiwán -aliado histórico estratégico de Estados Unidos- de ver a los países con quien tiene relaciones, como peones de los cuales logra apoyo político y diplomático en los organismos internacionales, y por otro, la construcción de un camino de relaciones diplomáticas basadas en el respeto, la solidaridad y la cooperación mutua que posibiliten el desarrollo económico y social de los pueblos.