Entre promesas falsas y polémicas: la nueva forma de gobernar creando ciudadanos que consumen contenido mediáticos falsos

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Las pasadas las elecciones del 3 de febrero, un nuevo gobierno ha sido electo.  Poco a poco se va demarcando el rumbo que tomará y las intenciones que hay detrás de toda una aparente “renovada forma de hacer política” que en la práctica desenmascara vestigios de la derecha recalcitrante.

Por otro lado, una de las estrategias principales y que ha utilizado es una “nueva” forma de hacer política, a través del enganche del público, utilizando diferentes formatos mediáticos, que tienen de trasfondo la polémica y el objetivo del descrédito hacía los que el nuevo gobernante considera adversarios políticos; paradójico, cuando uno de los grandes retos seria la gobernabilidad a través de la negociación y el diálogo con el fin de llegar a acuerdos de país, que beneficien a las grandes mayorías.

Todo lo anterior, responde a una estrategia donde la población pierda la capacidad crítica de pensar y cambiar la realidad, y pase a ser consumidora de noticias falsas y show mediáticos generados desde las redes sociales. Por consiguiente, actores pasivos que han sido manipulados desde las redes para creer que son “agentes de cambio”, manejando el ciber espacio como el ideal para las transformaciones sociales y económicas del país.

Un ejemplo de ello, ha sido la polémica que ha causado la reorientación de fondos para la construcción del nuevo edificio de la Asamblea Legislativa, donde el presidente electo ha presentado todo un show mediático, donde busca la construcción de 50 escuelas y 14 bibliotecas. La verdad es que sobre este tema el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) tiene la última palabra para ver la factibilidad de sacar $16 millones de un préstamo de $32 millones que otorgó en 2015.

Pero detrás de este tema, se busca que pasen desapercibidas las intenciones que evidencian los profundos acercamientos entre Bukele y el gobierno de Estados Unidos; gobierno que dicho sea de paso tiene un rechazo contundente hacia los migrantes Centroamericanos y utiliza el tema para justificar la construcción del muro, una de las promesas de campaña de Trump; pero que además, es un gobierno injerencista y golpista, que intenta legitimar una intervención militar hacia Venezuela y contra el gobierno legítimo y legal de Nicolás Maduro.

En ese mismo contexto, cualquier que aborrezca un crimen de lesa humanidad como la Masacre del Mozote, la invasión ilegal de Irak, el golpe de Estado en Honduras y la política de hostilidad hacia Nicaragua, debe ser firme en rechazar la situación que vive Venezuela, provocada por Estados Unidos y reconocer que es la misma receta que quiere aplicar a todos los gobiernos progresistas y de izquierda. Un ejemplo de ello, es que los mismos personajes que han estado a cargo de golpes de Estado, guerras ilegales y violaciones masivas de derechos humanos en el pasado, siguen siendo los mismos que hoy crean caos. Ellliott Abrams es uno de ellos, dos días después de la auto proclamación de Guaidó, el Presidente Trump lo nombra “enviado especial” del gobierno de los Estados Unidos para Venezuela y es el mismo hombre que estuvo a cargo del apoyo militar a El Salvador y luego fue el que anunció que la política norteamericana en El Salvador era un “éxito fabuloso” tras el asesinato de más de 800 personas civiles en Morazán, este asesino es el que ahora esta tras los acontecimientos de Venezuela. 

Estados Unidos es un socio comercial muy importante, sin embargo, esa relación en muchas décadas no ha traído mayor crecimiento económico, ni mucho menos respeto, dignidad y soberanía para los sectores populares de los países latinoamericanos. Los migrantes centroamericanos y sobre todo las niñas, niños y adolescentes, han sido maltratados en su ruta hacia ese país y llamados de las formas más inhumanas, por más “buenas relaciones” que en el pasado han tenido los presidentes salvadoreños con sus pares estadounidenses.

Los determinantes acercamientos realizados dejan en evidencia la dirección que tendrá su gobierno al servicio de las intenciones geopolíticas de Estados Unidos, no cabe duda que desde la separación de Bukele del FMLN, este se convirtió en una carta merecedora de apuesta de la embajada gringa para abarcar más espacios de incidencia en el país.

Otra de las promesas que ponen de manifiesto su intención política es la creación de una CICIES en el país; esto no es algo nuevo, es un reciclaje de lo hecho por el propio partido Arena y que en su momento buscaba generar una situación para consumar un golpe de estado judicial; sin embargo, nunca cuajó esta propuesta, pero tuvo el respaldo de la embajada de EE. UU., que estaba dispuesta a financiarla. Hoy la CICIES es una promesa de campaña, la cual es como lo más inmediato a cumplir y más fácil que el mega-aeropuerto o el tren centroamericano que implica una fuerte inversión.

Los gobiernos del FMLN jamas vendieron la soberanía del país, sino que esta fue defendida junto a la soberanía de los demás pueblos latinoamericanos, por tal motivo desde las clases dominantes y los intereses imperiales siempre hubo insatisfacción que en la silla ejecutiva estuviera un representante de los sectores populares, por ser un partido de izquierda, que fuera consciente de los planes desestabilizadores hacia los países progresistas del continente.

El legado del FMLN son dos gobiernos que pusieron al centro a los salvadoreños y salvadoreñas; ese legado será protegido por los sectores populares que no están dispuestos a regresar al pasado;  se dará una lucha porque los intereses que se protejan sean de la mayoría, no de sectores de poder económico que buscan fortalecerse y competir con los oligarcas de este país a costa del mismo pueblo.