Iniciativa perdida

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Desde el inicio del mandato presidencial inconstitucional de El Salvador, en junio de este año, el país muestra signos alarmantes de crisis múltiples a las que el régimen no parece responder con la agilidad y efectividad que lo hiciera en el pasado. Como es habitual, huye hacia adelante, negando lo evidente, pero los resultados no son los de antes. Ha perdido la iniciativa.

El reino del revés

Vamos a ver como es el reino del revés” dice una popular canción infantil. Parece una alegoría al gobierno del clan Bukele. Lo que en cualquier país civilizado se consideraría escandaloso, y razón para la caída inmediata del gobierno, con persecución judicial para castigar severamente a los funcionarios violadores de la ley, en el gobierno del país más pequeño de la América continental, no lo es en absoluto.

La actual administración está pasando a la historia no solamente por su violencia institucionalizada, sus discursos vacíos, sus políticas ocultas y el enriquecimiento ilícito desde las más altas esferas del poder, sino porque esas actitudes resultan premiadas, al tiempo que quienes las denuncian deben correr por sus vidas.

El salvadoreño reino del revés es el paraíso de la corrupción y el engaño, la manipulación y la muerte. Lo ha sido, en realidad, durante los últimos cinco años. La diferencia es que, apenas pasados cien días desde la usurpación del gobierno y su inconstitucional reelección, el torrente de ilegalidades, violaciones a las leyes y conductas abiertamente delictivas salen a la luz, sin que el régimen parezca tener la capacidad que alguna vez tuvo para desviar la atención ciudadana.

Los acontecimientos y revelaciones se agolpan en las portadas de los medios que aún no fueron comprados por el régimen, o que siguen resistiendo sus amenazas.

Pese a los millonarios recursos dedicados a crear en el exterior falsas imágenes de éxito y buen gobierno, inevitablemente el verdadero rostro del régimen trasciende. El presidente se muestra “preocupado” por los precios de la canasta básica, pero los medios revelan su escandaloso enriquecimiento personal y familiar.

La información difundida en El Salvador y Centroamérica por el consorcio periodístico Redacción Regional y Focos TV, cobró fuerza mundial al ser retomada por el periódico español El País[1], que se hizo eco de las oscuras inversiones por 9,2 millones de dólares del clan Bukele durante el primer mandato presidencial, convirtiéndose la familia gobernante en terrateniente y cafetalera, multiplicando doce veces la extensión de terrenos que posee, adquiriendo 34 nuevas propiedades de lujo y fincas de café y caña. 

El exorbitante enriquecimiento incluye inversiones en el exterior a nombre de testaferros o familiares, como la madre y la esposa del dictador; mientras sus hermanos, que constituyen el corazón de la mafia en el gobierno, también adquieren, a través de firmas fantasmas o grupos empresariales, apartamentos, casas y ranchos de playa, donde luego las instituciones del Estado, como la Dirección de Obras Municipales (DOM), o el Ministerio de Obras Públicas (MOP) se encargan de modernizar las zonas con calles, agua corriente, drenajes, alumbrado, elevando sustancialmente el valor de esas mismas propiedades. 

Mientras en El Salvador hay 126,000 pobres más que en 2019, cuando inicia su gestión, a la familia gobernante le ha ido inexplicablemente bien. Porque resulta inexplicable que empresas que contaban con un patrimonio de $20,000 en 2019 fuesen acreedoras de multimillonarios créditos bancarios, mayormente hipotecarios; una familia que, en aquel año, poseía una nada despreciable cantidad de 22 inmuebles, que en conjunto sumaban cerca de 29 hectáreas. Pero que, “Tras su llegada al poder, la extensión de sus propiedades se ha multiplicado 12,2 veces, según el reportaje. “La extensión de sus tierras equivale a 15 veces la del Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), la mega cárcel en la que el presidente salvadoreño prometió encerrar a los pandilleros”, señala la investigación.

Todo esto se fue conociendo a pesar de las enormes restricciones para poder desarrollar el trabajo periodístico en el país y el celo con que prácticamente todas las decisiones de gobierno son puestas bajo reserva durante al menos siete años. Por supuesto, nadie desde CAPRES ni desde el clan de gobierno se ha dignado responder u opinar sobre estos hechos. Por ahora no lo necesitan. Parecen aún creerse en control absoluto del país, de su gente y de sus riquezas. Así suelen razonar casi todas las autocracias hasta que ya es demasiado tarde.

Otra vez funciona el reino del revés. Mientras el dictador se vanagloria de la libertad de prensa que existe bajo su mandato, se conocen los audios de las conversaciones entre el entonces Secretario Privado de la Presidencia y actual presidente de la Asamblea Legislativa, Ernesto Castro, con el hoy fallecido (a manos del Estado) Alejandro Muyshondt, entonces Asesor de Seguridad Nacional del presidente.

Fue el mismo Alejandro Musyhondt quien grabó subrepticiamente la conversación, sin duda por reconocer la peligrosidad de la gente con que estaba tratando y el riesgo que podría implicar para su vida, como finalmente se demostró, a través de la muerte monstruosa que le esperaba en las mazmorras del régimen, a manos de algunos de los que él creía “de su mismo bando”.

La reunión, más que un encuentro entre funcionarios parece haber sido una conspiración entre facinerosos. Allí se planea y decide operativizar el espionaje activo de periodistas y medios incómodos, hackeo de medios, y espionaje electrónico a opositores, buscando, en el estilo tradicional del Mossad, conocer las debilidades personales de sus enemigos para explotarlas cuando resultara conveniente; son audios explícitos, con nombres y apellidos. Lo mismo había sucedido cuando se supo que el gobierno de El Salvador utilizaba el software Pegasus para espiar a periodistas, opositores y hasta algunos aliados.

Fue el portal  INFOBAE[2] el que reveló audios donde se reconoce el carácter criminal de varios funcionarios, como el carcelero Osiris Luna y su madre, a quienes se adjudica la corrupción en las cárceles, o de Guillermo Gallegos, también sindicado como capo local de un cartel de narcotraficantes, en la mira de agencias internacionales de investigación desde 2014, o el operador político del ex presidente Antonio Saca y hoy integrante del círculo de confianza presidencial, Herbert Saca, y su hombre de confianza en CAPRES, el encargado de las comunicaciones, Ernesto Sanabria, también reconocido por sus operaciones oscuras, denunciado por el fallecido Muyshondt como uno de aquellos cuyo enriquecimiento y nivel de vida por encima de sus ingresos resultaba evidente.

Todos los nombrados tienen un mismo origen político, el partido GANA que, como “partido taxi” llevó al dictador a su primera presidencia. La impunidad de estos sujetos habla claramente del precio pagado por haberse subido a aquel “taxi”. Ante las advertencias de lo que estaba sucediendo, la respuesta de Castro y compañía en los audios resulta reveladora: “Nuestros malos que sean nuestros malos” (los que nos preocupan son los que están en el bando contrario).

Un balbuceante y desorientado Castro, abordado por la prensa en la Asamblea Legislativa, no tuvo mejor ocurrencia que sacar su teléfono para mostrar una nota de INFOBAE, de varios años atrás, con la intención de desacreditar la fuente, pero sin responder en lo más mínimo a los hechos adjudicados.

Un TLC bajo siete candados

Ante la catastrófica crisis económica en que siguen hundiendo al país, presentan rostros optimistas que anuncian futuros envidiables, una vez superados los tragos amargos. Pero el futuro envidiable ya es próspero presente para el grupúsculo de nuevos oligarcas que siguen usufructuando los fondos públicos. También lo es para sus funcionarios de confianza, a juzgar por los datos filtrados por CiberInteligenciaSV, que reveló salarios astronómicos de hasta 40 mil dólares, como el caso del presidente del Banco Central de Reserva, BCR.

En cambio, para las grandes mayorías, incluídas aquellas masas engañadas, que seguían o siguen apoyando al bukelismo, la realidad es dramática, el hambre es cotidiano, los despidos del sector público son cosa de cada día, y los salarios no solo siguen congelados sino que los derechos a mejoras por escalafón, como sucede con personal docente y sanitario, son eliminados.

Así, esta semana se supo de al menos 300 despidos de la Procuraduría General de la República, PGR; la inmensa mayoría son defensores públicos, en un país con el más alto porcentaje mundial de población encarcelada.

Saben que la situación de las grandes mayorías es dramática, pero no les importa en absoluto, en tanto puedan seguir engañándolas con discursos triunfalistas o patrioteros. En cadena nacional, el día de la Independencia de Centroamérica, el presidente anunció que El Salvador, con un deuda que ronda el 90% del PIB, con una de las expectativas de crecimiento más bajas del continente, tendrá un próximo presupuesto sin deuda. No explica como lo hará. Los economistas coinciden en una hipótesis probable: es otra mentira más.

Sin embargo, un dato preocupante puede indicar alguna turbia maniobra del oficialismo. En las últimas semanas se estableció la mesa de negociación bi-nacional China – El Salvador para sentar las bases de un Tratado de Libre Comercio. La misión salvadoreña está compuesta por los mismos personajes que con oscuridad y alevosía montaron la estructura de Chivo Wallet, la plataforma salvadoreña para las operaciones Bitcoin, con cajeros automáticos prácticamente inutilizados en el país.

Dichas negociaciones muestran algo insólito para el mundo pero no para el reino del revés: los términos de las negociaciones y posibles acuerdos de ese TLC ya han sido puestos bajo siete candados por la dictadura salvadoreña. Durante siete años el pueblo salvadoreño no sabrá qué se ha negociado, ni los términos detallados del acuerdo. Nada podría impedir guardar allí, por ejemplo, el secreto de la compra china de la deuda salvadoreña. Si eso fuese así, y al no conocerse los detalles, el dictador volverá a hablar de “jugada maestra” como le gusta presumir. No se da cuenta que cada vez son menos quienes le creen y aplauden.

Se trata posiblemente del primer caso de un tratado de “libertad” comercial, que es encarcelado en los cofres de la censura oficial. Nada sorprende. Así es este reino del revés, de la oscuridad y de la manipulación, que cada vez que una rendija se abre, descrubre robos millonarios que empobrecen cada día más al pueblo salvdoreño.

Los escándalos salen a la luz con más frecuencia, acelerando el deterioro de la dictadura. Su otrora dominio hegemónico de redes se diluye; la iniciativa ya no está de su lado, por eso bloqueó miles de cuentas críticas a su gestión. Con su habitual arrogancia, en otro momento las hubiese ignorado o las hubiese atacado con sus trolls.

La protesta multitudinaria del 15S no pasó desapercibida para el régimen, que se pregunta ¿Cuánto tiempo durará la paciencia de las y los salvadoreños al saber que la medicina amarga recetada al pueblo, es el dulce jarabe que llena las cuentas bancarias y el patrimonio del autócrata y su clan, convertidos hoy en oligarcas?


[1] https://elpais.com/america/2024-09-21/bukele-y-su-familia-compran-tierras-por-mas-de-nueve-millones-de-dolares-en-el-salvador.html

[2] Los audios que revelan la oscura trama que precedió a la muerte de Alejandro Muyshondt, el asesor de Nayib Bukele que sabía demasiado