Por Xavier Sarabia Mariche[1]
Los principios y valores en favor de la soberanía y autodeterminación de los pueblos, así como los de amistad y respeto en las relaciones con el resto de las naciones del mundo están en el origen mismo de Venezuela como República.
Desde el 5 de julio de 1811, recordado y celebrado como el Día de la Declaración de la Independencia, que marca de manera definitiva la transición de la autonomía alcanzada el 19 de abril de 1810, a la independencia. Ambas fechas constituyen hitos fundamentales en la construcción de la Patria Bolivariana.
Superadas las dudas y las posiciones ambiguas y contradictorias del mantuanaje, suerte de «nobleza criolla», el 5 de julio triunfa la Patria cuando en el Primer Congreso General de Venezuela se declara la Independencia.
Camino de lucha
El 5 de julio forma parte de una cadena de acontecimientos en la que destacan también hechos como la Rebelión de José Leonardo Chirino, en 1795; la Conspiración de Manuel Gual y José María España, en 1797, y la incursión de Francisco de Miranda a Venezuela en 1806.
Tres años antes de la Declaración de Independencia, en 1808, en Caracas se produce la Conspiración o Conjura de los Mantuanos, en la que intervienen José Félix Ribas, Martín Tovar Ponte y Mariano Montilla, entre los más destacados.
Fue una propuesta de un grupo pequeño de blancos, criollos y peninsulares para conformar una Junta a la usanza de las que se crearon en la España de la época para garantizar al rey la custodia de su soberanía, lo cual no constituye una real conjura. Sin embargo, quienes la encabezaron formaron filas en las luchas revolucionarias independentistas.
Hacia la Declaración de Independencia
Al día siguiente de la instalación de la Junta Suprema de Venezuela, el 20 de abril de 1810, se hace la Proclama a los Habitantes de las Provincias Unidas de Venezuela, en la que se destaca: «Habitantes de Venezuela: este es el voto de Caracas (…) os llamamos oportunamente a tomar parte en el ejercicio de la suprema autoridad (…) Confiad, amigos, en la sinceridad de nuestras intenciones, y apresuraos a reunir vuestros sentimientos y afectos con los del pueblo de esta capital». El llamado es escuchado y asumido por Cumaná, Margarita, Barinas, Trujillo y Mérida y se instalan seis Juntas soberanas.
En junio de 1810 se publica el Reglamento para la Elección de los Diputados al Congreso General de Venezuela y para finales del mismo año ya se habla de la Confederación de Venezuela. Con el Reglamento, la Junta Suprema marca los límites de las provincias y llama a elecciones. Las seis provincias más Barcelona eligen sus diputados.
La Junta Suprema también había conformado una misión diplomática, que abarca desde el 10 de julio al 30 de agosto de 1810, compuesta por Simón Bolívar, Luis López Méndez y Andrés Bello, quienes van a Londres para buscar apoyo de Inglaterra. Ese apoyo es negado en virtud que en ese momento España y Gran Bretaña son aliadas.
La historia tiene un giro relevante, los enviados diplomáticos hacen contacto con Francisco de Miranda, el Precursor de la Independencia, a quien ponen al tanto del acontecer nacional.
El 10 de diciembre de 1810, Miranda regresa a Venezuela, por el puerto de La Guaira, y será factor decisivo en el Primer Congreso General de Venezuela y la Declaración de Independencia.
Primer Congreso
El 2 de marzo de 1811, 30 representantes de las Provincias de Venezuela instalan el Congreso General de Venezuela, que sustituye a la Junta de Caracas, creada el 19 de abril de 1810. Es un salto cualitativo. Los debates propician poner en ejercicio la voluntad popular, nuestra dignidad como pueblo y la negación de cualquier tipo de dominación externa.
Las deliberaciones del Congreso se caracterizan por un tono polémico. Es un cuerpo plural que, sin embargo, coincide en la necesidad de crear una República.
El 1 de julio de 1811, el «Supremo Congreso» proclama la Ley de los Derechos del Pueblo, con autorización del «Supremo Poder Ejecutivo». Su estructura incluye un cuerpo articulado con cuatro grandes temas: Soberanía del Pueblo, Derechos del Hombre en Sociedad, Deberes del Hombre en Sociedad y Deberes del Cuerpo en Sociedad.
Los debates avanzan y el 3 de julio de 1811 la polémica se centra en el asunto de la Independencia. El pueblo en la calle presiona orientado por la Sociedad Patriótica. Un grupo de diputados duda sobre la legitimidad del propio Congreso y otro sobre la oportunidad.
Sociedad Patriótica
En paralelo a las deliberaciones parlamentarias, patriotas independentistas se agrupan en la Sociedad Patriótica, una asamblea entre cuyos miembros fundamentales está Francisco de Miranda, también diputado al Congreso. Se reúnen mulatos, zambos, negros, indios y mujeres, quienes ejercen presión ante cualquier timidez, moderación o vacilación de las que surgen en el Congreso de Venezuela.
En la reunión del 3 de julio de 1811, cuando ya en la mañana el presidente del Congreso había señalado que era «el momento de tratar sobre la independencia absoluta», Simón Bolívar pronuncia en la Sociedad Patriótica el célebre discurso conocido por la expresión «vacilar es perdernos».
Bolívar arenga en su primer discurso conocido: «Se discute en el Congreso Nacional lo que debiera estar decidido. ¿Y qué dicen? Que debemos comenzar por una federación, como si todos no estuviéramos confederados contra la tiranía extranjera. Que debemos atender a los resultados de la política de España. ¿Qué nos importa que España venda a Bonaparte sus esclavos o que los conserve, si estamos decididos a ser libres? Esas dudas son tristes efectos de las antiguas cadenas. ¡Que los grandes proyectos deben prepararse con calma! Trescientos años de calma ¿no bastan? La Junta Patriótica respeta, como debe ser, al Congreso de la Nación, pero el Congreso debe oír a la Junta Patriótica, centro de luces y de todos los intereses revolucionarios. Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana: vacilar es perdernos».
La Independencia
La sesión del Congreso del 4 de julio de 1811 tuvo carácter secreto, solo fue pública para escuchar el derecho de palabra de una comisión de la Sociedad Patriótica, en el entendido que la misma carecía del carácter de «diputación de cuerpo». Luego el debate fue para consultar y conferirle la última palabra al Ejecutivo, responsable de la seguridad del Estado.
Con la mañana del 5 de julio de 1811 llegó la buena nueva, el Presidente del Congreso General de Venezuela, en sesión pública, expresó la posición del Ejecutivo favorable a la Independencia. Tras las votaciones, con solo un diputado en contra, el Supremo Congreso declaró la Independencia. Esa tarde se ordenó la redacción del Acta de la Independencia de Venezuela, a cargo del diputado Juan Germán Roscio.
Así, el 5 de julio de 1811, en medio del fervor popular, quedó establecido como el Día de la Declaración de la Independencia de Venezuela.
El Acta
«Nosotros, los representantes de las Provincias Unidas de Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita, Barcelona, Mérida y Trujillo, que forman la Confederación americana de Venezuela en el continente meridional, reunidos en Congreso, y considerando plena y absoluta posesión de derechos, que recobramos justa y legítimamente desde el 19 de abril de 1810, en consecuencia de la jornada de Bayona y la ocupación del trono español por la conquista y sucesión de otra nueva dinastía constituida sin nuestro consentimiento; queremos antes de usar los derechos de que nos tuvo privados la fuerza, por más de tres siglos, y nos ha resultado el orden político de los acontecimientos humanos, patentizar al Universo las razones que han emanado de estos mismos acontecimientos y autorizan el libre uso que vamos a hacer de nuestra soberanía».
Queda, para orgullo de Venezuela y Nuestra América, la decisión de optar por la independencia y la soberanía, que implica enfrentar las ansias imperiales de dominación en cualquier lugar y momento: «Nosotros, pues a nombre y con la voluntad de la autoridad que tenemos del virtuoso Pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al Mundo que sus Provincias Unidas son y deben ser de hoy más hecho y de derecho Estados Libres, Soberanos e Independientes, y que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona de España, o de los que se dicen o dijeren sus apoderados o representantes, y como tal Estado libre e independiente, tiene un pleno poder para darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general de sus pueblos…»
Como lo expresó el presidente Nicolás Maduro, entonces ministro del Poder Popular para Relaciones Exteriores, en la sesión solemne de la Asamblea Nacional del 5 de julio de 2012, hay en el Acta una visión absoluta de la independencia que desde el primer momento concentra el independentismo y anticolonialismo en su núcleo fundamental, pero que además contiene el germen del antiimperialismo. Esos valores bolivarianos constituyen la base de la política exterior venezolana, fueron recogidos desde la propia Acta de Independencia, reafirmados por el Libertador Simón Bolívar hasta su último aliento y retomados por el comandante Hugo Chávez.
[1] Maestro Honorario UNEARTE. Investigador.
Fuente: mppre.gob.ve