Por Jorge I. González.
El gran legado de Hugo Chávez es el rescate del Socialismo como perspectiva
y la construcción política del mundo multipolar como estrategia de contrapeso
al imperialismo occidental tras el fin de la Guerra Fría, constituyéndose su
accionar como dirigente internacional, en una poderosas clave y polea de
oxigenación para las alianzas de los procesos anti hegemónicos y
revolucionarios del mundo desde los años en que el neoliberalismo, el
capitalismo y el hegemonismo occidental, se presentaban como esquemas
irreversibles a la caída del muro de Berlín y la desintegración de la URSS.
En ese contexto de resistencia en la post guerra fría, vimos luego como
estados y gobiernos que en otrora no coordinaban entre si producto de
diferencias ideológicas y distanciamientos geopolíticos, terminaron
acercándose a partir de la militancia política mundialista de Chávez, quien al
momento de su partida a la eternidad de la historia, en 2013, dejó compuesta la
arquitectura geo política del mundo multipolar.
Es precisamente la correlación de fuerzas opuestas entre el bloque
hegemonista de la OTAN liderado por Estados Unidos y por el otro, el bloque
de los gobiernos y fuerzas socio políticas anti imperialistas y anti hegemónicas
impulsado por Chávez; la ecuación que expresa la gran contradicción por la
que discurren los principales acontecimientos del mundo contemporáneo.
Hugo Chávez fortaleció la vigencia política del pensamiento de unidad
latinoamericana de los pueblos y dio desde su transcurrir como líder, renovado
vigor a principios ideológicos y palabras tales como independencia, soberanía
nacional y autodeterminación. Fue el precursor de la Unasur, CELAC, de la
apertura hacia Cuba revolucionaria, los lazos de América Latina con naciones
emergentes como Rusia, China e Irán.
Fue uno de los primeros gobernantes en el mundo en denunciar las guerras de la era Bush y junto a Fidel, advirtió a la humanidad en torno a los peligros de la guerra nuclear a consecuencia del neocolonialismo voraz de occidente en su intento de suprimir el progreso de las naciones antes sometidas a la expoliación colonial y a bota de los ejércitos de
las potencias occidentales.
Durante 100 años de modelo mono exportador petrolero, el usufructo de dicha
riqueza nacional de Venezuela recayó en manos y control de la oligarquía
venezolana. Con el acceso al poder del gobierno patriótico de Hugo Chávez en
1998, la renta petrolera pasa a control del Estado bajo la administración de un
proyecto revolucionario, popular, que va acompañado de una redistribución en
la sociedad venezolana para beneficio de los sectores populares como nunca
antes en la historia de dicho país. Con los recursos de la nación se financian
grandes proyectos de desarrollo social en materia de salud, educación,
vivienda y cultura. Las fuerzas armadas redimensionaron en su rol de represión
interno pro oligárquico y de agente al servicio de la estrategia continental de
Estados Unidos, a un papel de custodios y actores del proceso progresista y
revolucionario bolivariano.
Con Chávez en el poder, cambia el paradigma y la industria del petróleo y sus ganancias fueron visualizadas como un pivote para la diversificación de la inversión y la generación del avance científico y técnico del país para la superación de la pobreza y la dependencia.
Al fallecimiento de Chávez en marzo de 2013, el imperio norteamericano, la
oligarquía venezolana y las derechas del continente, lanzaron una campaña de
sanciones, asedio y amenazas que se mantiene hasta el día de hoy, buscando
revertir los avances logrados en la soberanía y la independencia del país. Sin
embargo, hasta ahora no lo han logrado producto del rechazo de una
considerable y protagónica magnitud del pueblo venezolano, a volver al
neoliberalismo y la sumisión geo estratégica al norte.
Para Panamá siempre tuvo Chávez palabras de amor, de respeto por la lucha
de liberación nacional anticolonial del pueblo panameño y nunca dejó de
resaltar aquella evocación que hizo Bolívar en su famosa Carta de Jamaica, en
donde visualizó al Istmo de Panamá como el epicentro de una América unida,
haciendo una analogía con lo que fue el Istmo de Corintio para el mundo
griego.
Chávez resaltó la vigencia del papel de Fidel y de Cuba en las luchas
antiimperialistas y replanteó desde el concepto de democracia radical, la
utilidad del uso de la vía política de la democracia burguesa y de sus
contradicciones, para avanzar espacios en la maduración y construcción de
procesos revolucionarios.
Levantó la bandera de Allende de Chile y se hizo pionero marcando la senda de victorias progresistas y revolucionarias en la región en la década del 2000, como en el actual acceso al poder de gobiernos progresistas a lo largo y ancho de América Latina.
Chávez incorporó al feminismo como principio político de la revolución
bolivariana, abrazó el ecologismo, así como la lucha de los pueblos originarios
y Y sentó las bases de unión entre los movimientos sociales de América Latina
y los Estados Unidos, a través de proyectos como el de llevar calefacción a los
hogares humildes de barrios afro norteamericanos.
Chávez sacó al Bolívar relegado a cuadros pictóricos por las oligarquías del
continente y lo convirtió en una realidad viva, carnal, entre los pueblos, a 200
años de las Guerras de Independencia.
A 10 años de su partida a la eternidad de la historia, los pueblos del mundo
recuerdan a Hugo Chávez Frías como a un amigo, el apólogo de la
cooperación para el progreso y el socialismo en el siglo 21 y sobretodo, como
el arquitecto e ideólogo del mundo multipolar del milenio.
Jorge I. González : Lic. En Derecho y Ciencias Políticas. Panamá