Por Leonardo Parrini Ya lo dijo Silvio Rodríguez, lo más terrible se aprende en seguida. Y la muerte es un zarpazo violento que se aprende de repente como un rayo que fulmina todo entendimiento. Más aún, si esa muerte implica la pérdida irreparable para millones de seres humanos. Esa es la muerte de Pablo Milanés, el trovador cubano que nos deja más solos en el mundo a sus 77 años de edad.
Un breve comunicado de la Oficina Artista de Pablo comparte la noticia: “Con gran dolor y tristeza, lamentamos informar que el maestro Pablo Milanés ha fallecido esta madrugada del 22 de noviembre en Madrid. Agradecemos profundamente todas las muestras de cariño y apoyo, a toda su familia y amigos, en estos momentos tan difíciles. Que descanse en el amor y en la paz que siempre ha transmitido. Permanecerá eternamente en nuestra memoria”.
El Primer Ministro Manuel Marreno Cruz declaró: “La cultura en Cuba está de luto por el fallecimiento de Pablo Milanés, reconocido cantautor cubano, uno de los fundadores del Movimiento de la Nueva Trova. Llegue a sus familiares y amigos nuestras más sentidas condolencias”.
El trovador revolucionario
Por dónde comenzar a evocar a este artista revolucionario, combatiente del arte y de la vida que, no obstante, sus posturas críticas con la Revolución Cubana que lo formó, que él amó y defendió como el que más, deja una profunda huella en la cultura de su pueblo por su exquisita sensibilidad, lucidez política y militante trayectoria artística como fundador del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC y del movimiento de la Nueva Trova.
Lo conocí personalmente en los años setenta en Santiago de Chile, cuando visitó junto a Silvio Rodríguez y a Noel Nicola el país de Salvador Allende. Era un muchacho alegre, con esa chispa cubana que su compromiso con la política revolucionaria nunca opacó. Desde ese momento se había convertido en un formador de mi propia juventud, a través de la sabiduría y belleza de sus canciones que acompañaron mi adolescencia y madurez como un valor vital y necesario. Porque así era Pablo, imprescindible, porque luchó toda la vida por los mejores valores de la vida conjugando con su arte dos verbos irreductibles: luchar y amar.
Cómo atesorar en esta reseña tanta connotación de su voz privilegiada y su virtuosismo en la interpretación, que movilizaba a millones de seres humanos, como suele hacerlo la poesía revolucionaria por las causas justas. Su poética forma de decir la vida y la muerte, la lucha y la esperanza, el amor y la alegría, tocaba con asombrosa profundidad el alma de los pueblos, señalando el derrotero a generaciones de cubanos y latinoamericanos.
Cómo escuchar hoy, sino con el corazón en un puño, temas de su repertorio El amor de mi vida, Yo no te pido, Hoy la vi o Para vivir… sin estremecer el recuerdo con la evocación del compromiso y la solidaridad de Pablo con el pueblo chileno durante los duros años de la dictadura militar.
Desde sus distintas posturas críticas, Pablo fue siempre un cubano comprometido con su pueblo, porque dialéctica es toda revolución revolucionaria, cambiante, transformadora y la suya, la del pueblo cubano, lo es sin temor ni favor con sus detractores. En ese contexto y con esa estatura Pablo se despidió de su pueblo el verano pasado en un postrer concierto. Como nunca conjugó el verbo amar y luchar, en un emotivo encuentro final con el pueblo revolucionario de Cuba: “Ámame como soy, tómame sin temor / tócame con amor, que voy a perder la calma / Bésame sin rencor, trátame con dulzor / mírame por favor / que quiero llegar a tu alma”, sería su última canción. Y ahí está y permanecerá Pablo Milanés, el trovador revolucionario, en el alma de los cubanos y de los latinoamericanos que creemos en un mundo mejor.
No te bajaremos, como pediste Pablo, una estrella azul… solo tu espacio el pueblo llenará con su luz… que no firmará diez papeles grises para amar… y junto al pueblo seguirás llenando este minuto de razones para respirar.
Leonardo Parrini: Periodista. Fotógrafo. Director-Editor de la revista digital
Lapalabrabierta. Colaborador de las revistas Rocinante y Babieca (Campaña
de Lectura Eugenio Espejo). Conductor del programa La Oreja Libertaria, Radio
Pichincha 95.3 FM. Autor de los libros La hora del lobo (2000), Decapitar a la
Gorgona: ¿la corrupción, una moral de la crisis? (2001), Eva sin paraíso (2003),
Diálogo comunitario en democracia (2013), Égüez. La memoria insumisa
(2016), Escritos en clave morse (2018), Retrato Íntegro, testimonio vital (2019),
El canto de todos (2022). Ha colaborado en Revista Diners como comentarista
de obras literarias. Artículo cortesía revista La palabra abierta.