Lourdes Argueta
(Abogada)
Como es la tradición, iniciamos un nuevo año trazando metas a cumplir en diferentes campos del desarrollo individual y colectivo; para quienes abrazamos un proyecto de transformación social, sabemos que las condiciones son complejas y que necesitamos redoblar esfuerzos para lograr concientizar al pueblo sobre aspectos que nos impactan día con día y que tienen a la base un sistema de exclusión y marginación social, promotor de la explotación laboral, y en nuestro país, con el agravante de la configuración de un régimen político ultraderechista, conservador y autoritario que se ha propuesto garantizar su legitimación mediante una permanente campaña publicitaria y la imposición de una narrativa superficial y manipuladora.
La realidad que viven muchas familias salvadoreñas es amarga, todo sube de precio y la remuneración salarial sigue siendo la misma desde hace muchos años: la última revisión del Consejo Nacional del Salario Mínimo, vigente desde el primero de agosto del año 2021, lo fijó en $365.00 mensual para tres sectores de la vida productiva del país, como lo son la industria, el comercio y los servicios, mientras que para quienes laboran en maquila textil y confección es de $359.16. Menores son los salarios mínimos de los trabajadores de beneficios de café y recolectores de caña de azúcar, $272.66 mensual, y de los trabajadores de recolección de café, así como los trabajadores del sector agropecuario, pesca y otras actividades agrícolas, que baja a $243.46.
Los bajos ingresos de esos sectores contrastan duramente con el alto costo de la vida para una familia promedio en el país, que todos los estudios realizados comprueban supera los $500.00 mensuales.
Además, preguntémonos qué pasa con aquellas familias extensas que con ese mismo salario deben sostener a más de cuatro miembros. O aquellas familias que no gozan de una estabilidad laboral. Imposible decir que se tiene una vida digna y que este ya es un país en ruta al desarrollo, cuando esta realidad se trata de ocultar a toda costa. Pero resulta, que no solo quienes dependen de un salario mínimo la están viendo gris, sino que también quienes, aun siendo empleados públicos, están bajo la incertidumbre de si mantendrán su plaza o será uno de los cientos de despedidos injustificados que realiza el gobierno.
En medio de tantas incertidumbres, la mayor meta en este comienzo de año es sobrevivir, porque no se ve seriedad en el gobierno para darle una solución sostenible a esa desigualdad, y muestra de ello es el presupuesto aprobado en diciembre por la bancada oficialista, que tienen toda la correlación necesaria para haber aprobado en un periodo ordinario, pero esperaron hasta las semanas en las que todos están pensando en organizar eventos familiares de fin de año, con el propósito de evadir los cuestionamientos a la irresponsabilidad de recortarle recursos a las áreas más estratégicas como lo es educación y salud, que han sufrido un recorte de $31,075.013 y $90.841.093, respectivamente, mientras le aumentan $27,824.981 al presupuesto de casa presidencial, solo para poner un par de ejemplos de cómo quedó el presupuesto aprobado.
Para contraponerse a la voz crítica en la sociedad, lanzan una campaña diciendo falsamente que el presupuesto es el primero de la historia que no requerirá de endeudamiento, porque pasaron de presentar presupuestos desfinanciados que han administrado arbitrariamente moviendo recursos de una cartera a otra, y sin ningún mecanismo de transparencia, porque mantienen el periodo de los siete años de reserva de la información que debe ser de acceso a la población, a presupuestos en los que descaradamente le han recortado a las instituciones.
Y para rematar, hay que sumar la preocupación de miles de familias que dependen económicamente de las remesas, provenientes mayoritariamente de nuestros hermanos y hermanas salvadoreñas que se encuentran indocumentados y que enfrentan la amenaza real de deportación con la llegada del nuevo gobierno republicano, siendo la comunidad de tepesianos y de miles de salvadoreños que están protegidos bajo otros programas que se encuentran registrados por las autoridades de migración en espera de que por fin aprueben una ley en el congreso que les permita residir legalmente en dicho país.
El gobierno demócrata tenía hasta el día 08 de enero para decidir si concede una prorroga a los tepesianos originarios de El Salvador, y todo indica que han dejado esa decisión al gobierno republicano que ya advirtió todas las medidas para expulsar a los indocumentados, sin conocer de ninguna iniciativa de parte del gobierno salvadoreño para abogar por los intereses de la comunidad tepesiana.
Por el contrario, el gobierno salvadoreño, lejos de apoyar -afecta- con su campaña sub-realista que presenta un desarrollo superficial y que en la concreta no se ve reflejado en el seno de cada familia salvadoreña. Según el oficialismo ya supero los problemas que originan la migración irregular, porque ya combatió las pandillas, vamos en ruta de desarrollo económico, es un país de oportunidades para las mujeres, jóvenes, profesionales y todo mundo, hay progreso en agricultura, y todas las maravillas que va a declarar a la ONU y a otros espacios; por lo que la lectura del gobierno estadounidense seguramente es que ya no existen razones de peso para conceder una prórroga más en favor de los tepesianos, o conceder asilo a los indocumentados que a título individual están lo están gestionando para vivir legalmente en ese país.
En atención a esa situación, la incertidumbre de cómo sobrevivir este año 2025 se extiende a las familias salvadoreñas dentro y fuera del territorio nacional. El país no cuenta con las condiciones para un retorno favorable de todos los salvadoreños que puedan ser deportados por el gobierno estadounidense y esto agravaría las condiciones de vida de la población salvadoreña.
Toda esta dura, oscura y amarga realidad, legitima la vigencia de la izquierda en El Salvador. El desafío más grande e inmediato que tenemos es reencontrarnos, unificar criterios, fortalecer la lucha en los diferentes campos, y promover iniciativas para llegar al pueblo y sumar más conciencias y voluntades en este caminar.