El diálogo y debate necesario para la izquierda

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Por: Ricardo Ayala
Educador Popular

El sistema político surgido tras el fin de la guerra y la firma de los Acuerdos de Paz, marcado por el empate militar y político entre las fuerzas guerrilleras versus la burguesía y el ejército apoyados por el gobierno norteamericano, entró en crisis e implosionó a partir de 2019 debido al sistemático sabotaje y ataque de la derecha oligárquica por desplazar y expulsar a la izquierda del Poder Ejecutivo.

Los espacios democráticos abiertos gracias a la lucha del pueblo salvadoreño alzado en armas han sido drásticamente disminuidos y clausurados, pese a tener mayoritariamente un contenido representativo, elitista, excluyente y burgués. No era el sistema político al que se aspiraba desde el campo popular, pero fue para lo que alcanzó en la mesa de diálogo y negociación para ponerle fin a la guerra y firmar la paz.

En adelante, dicho sistema político poco a poco fue purgando el contenido popular y participativo que le dio origen, y reafirmó y amplio el contenido político representativo y elitista burgués, en plena correspondencia a la imposición de los paquetes de ajuste económico propios de la avalancha neoliberal llevada a cabo en todo el mundo desde la década de 1970 hasta las primeras del siglo XXI, hasta cuando la izquierda y fuerzas progresistas accedieron y ejercieron el gobierno nacional.

En América Latina, a la luz de las escasas dos décadas de ejercicio del Poder Ejecutivo por la izquierda y el progresismo, volvió a la mesa de debate la apuesta política por el rescate y creación de concepciones y prácticas de una democracia participativa, directa y protagónica de las clases sociales subalternas, en algunos casos heredadas de la experiencia de pueblos originarios, debate que en algunas experiencias se cerró, en otras se estancó y algunas sigue, pero sin ser predominante aún.

En el caso nacional, durante la década de gestión gubernamental a manos del FMLN, asomó nuevamente el debate entre algunos sectores de la izquierda social y política sobre la necesidad de una nueva democracia a partir de formas organizativas afines al poder popular surgidas por la creación heroica durante la lucha guerrillera en territorios controlados por las organizaciones políticas militares de la izquierda, sin que ese debate llegara a ser predominante y copara la conducción política del gobierno debido a su burocratización.

Esa fue la oportunidad de “oro” que la izquierda y los movimientos populares tuvieron para proponerse y acordar el debate, la recuperación, la formulación y la construcción de concepciones y prácticas sobre el poder popular, la democracia participativa-directa, el trabajo de base y el papel protagónico del pueblo, sin llegar a aprovecharla.

Conjugada con la avalancha neoliberal y sus efectos de pauperización material y subjetiva sobre el resto de las clases sociales, y con el constante ataque y sabotaje de las añejas fuerzas de la derecha local, la incapacidad durante esa década de gobiernos de izquierda y progresistas por aprovechar dicha oportunidad y emprender la ejecución de una estrategia de construcción de poder popular y democracia participativa ha condenado actualmente al campo popular a una condición marginal de la lucha política.

En el actual contexto, el poder del Estado ha sido concentrado en una emergente fuerza política representante directa de un nuevo grupo económico de la burguesía que, aprovechando la crisis y declive del anterior sistema político, aspira a ocupar el escalón más alto de la pirámide clasista salvadoreña en sustitución de la vieja oligárquica de origen cafetalera. Esta nueva fuerza política con sus rimbombantes discursos supuestamente innovadores y a tono de las últimas tendencias mundiales de la tecnología, así como con su parafernalia led, ha capitalizado el descontento de las masas populares y sus frustraciones para enquistarse en el poder y reforzar el carácter elitista, excluyente y representativo de la política.

Cuánto durará esto y con qué será superado es algo que merece el diálogo y debate de todas las fuerzas de izquierda y revolucionarias sin prejuicios, sectarismos ni dogmatismos añejos. En oportunidades anteriores se ha animado la discusión aprovechando este espacio y estos tiempos para contribuir a objetivos supremos que nos unen.

Para proseguir con ese mismo afán vayan otras preguntas en torno a la discusión de las concepciones de poder popular y democracia participativa-directa considerando su pertinencia, aclarando que no se trata de elecciones a cargos para funcionarios públicos, a lo que algunos reducen la participación política: ¿qué lugar ocupa la participación del pueblo en nuestras concepciones y estrategias de lucha? ¿Cómo se expresan las reivindicaciones populares en nuestras acciones sociales y políticas? Otras pueden ser: ¿cuál es el estado actual de la participación política del pueblo salvadoreño? ¿Qué motiva o no la participación política? ¿Cómo motivamos al pueblo salvadoreño a participar de las decisiones y las tareas que derivan del ejercicio del poder político?