DE LA MASACRE DE ESTUDIANTES A LA DESTRUCCIÓN DE LA UES: DEL CORONEL MOLINA AL DICTADOR BUKELE.

A casi 50 años de la masacre de estudiantes de la Universidad de El Salvador.

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Por David Alfaro

𝗟𝗮 𝗱𝗶𝗰𝘁𝗮𝗱𝘂𝗿𝗮 𝗻𝗼 𝘀𝗶𝗲𝗺𝗽𝗿𝗲 𝘀𝗲 𝗺𝗮𝗻𝗶𝗳𝗶𝗲𝘀𝘁𝗮 𝗰𝗼𝗻 𝗯𝗮𝗹𝗮𝘀 𝘆 𝗿𝗲𝗽𝗿𝗲𝘀𝗶ó𝗻 𝗱𝗶𝗿𝗲𝗰𝘁𝗮; 𝗮 𝘃𝗲𝗰𝗲𝘀, 𝘀𝘂 𝗿𝗼𝘀𝘁𝗿𝗼 𝗲𝘀 𝗲�� 𝗱𝗲 𝘂𝗻𝗮 𝗴𝗲𝘀𝘁𝗶ó𝗻 𝗰𝗼𝗿𝗿𝘂𝗽𝘁𝗮 𝘆 𝗼𝗽𝗿𝗲𝘀𝗶𝘃𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗮𝗵𝗼𝗴𝗮 𝗶𝗻𝘀𝘁𝗶𝘁𝘂𝗰𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀 𝗳𝘂𝗻𝗱𝗮𝗺𝗲𝗻𝘁𝗮𝗹𝗲𝘀 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗲𝗹 𝗽𝗿𝗼𝗴𝗿𝗲𝘀𝗼 𝘆 𝗹𝗮 𝗷𝘂𝘀𝘁𝗶𝗰𝗶𝗮.

El 30 de julio de 1975, el régimen militar de El Salvador perpetró una de las atrocidades más recordadas en la historia reciente del país: la masacre de estudiantes universitarios. En ese fatídico día, jóvenes que se habían reunido en la Universidad de El Salvador para protestar contra la opresión y la injusticia del régimen militar del Coronel Arturo Armando Molina, fueron brutalmente asesinados. Esta masacre no solo representa un capítulo oscuro en la historia salvadoreña, sino también un recordatorio urgente de la necesidad de resistir y luchar contra las dictaduras en todas sus formas.

La dictadura de 1975, encabezada por un gobierno militar autoritario, vio a los estudiantes como una amenaza a su poder y control. Los jóvenes, con sus ideales de justicia y libertad, se alzaron en contra de un sistema que reprimía y silenciaba cualquier forma de disidencia. La respuesta del régimen fue brutal y despiadada: la represión se tradujo en violencia sangrienta que dejó un saldo doloroso y una herida que permanece abierta en la memoria colectiva de El Salvador.

Más de cuatro décadas después, el país repite una historia de opresión, aunque bajo una nueva forma de autoritarismo. El actual presidente Nayib Bukele, aunque sin recurrir a las balas, ha impuesto una serie de medidas que estrangulan financieramente a la Universidad de El Salvador y someten a la institución a un control cada vez más restrictivo. La universidad, históricamente un bastión de pensamiento crítico y resistencia, está ahora ahogada por una deuda cercana a los 60 millones de dólares. Este asfixiante problema financiero ha llevado a un debilitamiento severo de su capacidad operativa.

Bukele ha implementado políticas que afectan directamente a los estudiantes, como la transición hacia un modelo de clases no presenciales que limita el acceso y la participación de muchos jóvenes. Además, la presión sobre las autoridades universitarias para que actúen bajo un régimen de servilismo es evidente. La autonomía universitaria, un principio fundamental para la libertad académica, está siendo socavada, dejando a los estudiantes dispersos y sin las herramientas necesarias para una educación completa y efectiva.

Esta situación sirve como un recordatorio contundente de por qué es crucial resistir contra cualquier forma de dictadura, ya sea mediante la represión violenta o el control financiero y administrativo. La dictadura no siempre se manifiesta con balas y represión directa; a veces, su rostro es el de una gestión corrupta y opresiva que ahoga instituciones fundamentales para el progreso y la justicia.

La masacre de 1975 nos enseña la importancia de mantener viva la memoria y la lucha contra cualquier forma de opresión. Los jóvenes que murieron en ese entonces lo hicieron en busca de un futuro mejor para su país, un futuro que ahora está siendo nuevamente amenazado por un liderazgo que continúa la tradición de asfixiar la libertad y la justicia.

Es responsabilidad de todos, en El Salvador y en el mundo, recordar y honrar a estos mártires luchando contra las formas modernas de dictadura y defendiendo los principios de libertad, justicia y autonomía universitaria.