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jueves, noviembre 21, 2024
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Desafíos y oportunidades en Nuestra América

A diferencia de la farsa electoral registrada en El Salvador, tenemos en México un proceso que se demostró no solo participativo sino muy apegado a las leyes y a la Constitución.

A lo largo del continente americano se han producido este año diversos hechos cuyas consecuencias afectan a la región en su conjunto, ya sea por el precedente que sientan o bien por señalar aspectos que pueden reproducirse en otros ambitos de nuestra geografía.

Podemos destacar la violación a normas internacionales, como ocurrió en Ecuador cuando su gobierno invadió la Embajada de México en Quito y secuestró a Jorge Glas, asilado político; violentas ofensivas antipopulares se desataron en la región para revertir conquistas logradas a base de luchas y sacrificios; por otra parte, el crimen organizado continúa extendiendo su accionar violento en diversos países, generando en las clases dominantes impulsos autoritarios como vía para enfrentar el problema. 

Así, el ascenso de los ultraliberales en Argentina, extremistas de derecha autoproclamados anarco-capitalistas, pretende arrasar las conquistas sociales y todo tipo de organización popular, disciplinando al pueblo argentino a base de hambre y represión.

En Chile, un gobierno que se autodefine progresista, persigue y encarcela a sus pueblos originarios que resisten todas las modalidades de neo-colonización, mientras que desde estructuras judiciales se persigue, acusa y encarcela a líderes destacados de la izquierda, entre ellos al alcalde de Recoleta, Daniel Jadué. Entre tanto Boric, el presidente “progresista”, defiende las fuerzas fascistas que gobiernan Ucrania y ataca las políticas soberanas de Venezuela.

En Bolivia, quienes alguna vez fueron reconocidos por sus pueblos como líderes naturales surgidos de sus entrañas, cegados hoy por ansias de poder y cantos de sirena imperiales, se unen a fuerzas de la derecha política y parlamentaria, contribuyendo así al debilitamiento estructural de lo que llegó a ser una de las fuerzas de masas más genuinamente transformadoras, radicales, incluyentes, soberanas, de base y antiimperialistas en la región.

La miopía política y los intereses personales socavan no solo el gobierno y la unidad sino la viabilidad del programa histórico soberano y plurinacional de Bolivia, amenazando con servir en bandeja de plata sus recursos naturales a potencias extranjeras y entregar el gobierno a la vieja oligarquía vendepatria.

En El Salvador

A una semana de inaugurado el régimen de facto, conformando una dictadura de nuevo tipo en toda regla, el gobierno se quita las máscaras y avanza a máxima velocidad para intentar aplastar las resistencias que surgen, y que auguran un oscuro futuro al nuevo régimen.

Si algo caracteriza a este gobierno de las apariencias es su debilidad. Mientras aparenta fortaleza demuestra sus inseguridades; aparenta controlar la seguridad, pero se conocen día a día sus maniobras negociadas con las pandillas a las que afirma haber controlado, mientras las cárceles se llenan de inocentes y los cementerios de muertos que vienen de las cárceles. La cifra de fallecidos ya supera los 300 bajo el régimen de excepción.

Un régimen autoritario que dice luchar contra la corrupción, pero sus corruptos funcionarios de confianza siguen ocupando cargos (ahora ilegalmente, como cómplices de un gobierno usurpador), a pesar que sus mandatos legales expiraron el 31 de mayo pasado.

La lucha contra la corrupción es la excusa perfecta para perseguir opositores y ex funcionarios. El régimen, en ese sentido, no se diferencia de otras expresiones de persecución política recurrente en América Latina.

Se organizan ceremonias fastuosas sin escatimar gastos para la puesta en escena de la inauguración dictatorial, con disfraces a la usanza de Napoleón, Morazán o Bolívar; no llega a ser emperador y muchísimo menos libertador. Los aires imperiales anuncian, simplemente, mayor decadencia y militarización.

Contrata una diseñadora de Hollywood, reafirmando su visión de la política como espectáculo, que ofrece a un público consumidor de dramas y comedias, jamás a un pueblo al que desprecia y al que se atreve a hacer jurar lealtad y fidelidad absoluta, negándole hasta el derecho a disentir, pensar o protestar.  

No pretende resolver los problemas del pueblo y de la nación, que son el hambre, la miseria y la falta de oportunidades. Por eso ni siquiera se molesta en hacer promesas o anunciar un programa de gobierno, inversiones o políticas sociales.

Balbucea su esperanza que la economía “de algún modo milagroso” se recuperará. Sabe que no es cierto, y que la pobreza seguirá asfixiando a las grandes mayorías, pero no le importa, siempre que su familia y socios continúen amasando fortunas.

Por eso le importa aplastar cualquier señal de protesta, cualquier indicio de resistencia. La dictadura se quita la careta, viste su uniforme represivo y sale a la caza de cualquiera que en el pasado haya demostrado una historia de lucha.

Previo a la toma de posesión, los operativos dejaron en las mazmorras del régimen cerca de una docena de luchadores populares, varios de ellos ya retirados de la escena pública, que se suman a otros que a lo largo del tiempo resistieron y expresaron abiertamente su rechazo a los métodos dictatoriales.

Desde el exterior le llueven las críticas y cada vez más gobiernos le dan la espalda. Por eso, una de las señales de su debilidad es su aislamiento, que solo rompe ante quienes comulgan con sus ideas conservadoras y represivas.

No existen planes económicos serios, ni siquiera se conoce, pasada más de una semana de la entrada del gobierno de facto, la composición aproximada del gabinete. El usurpador solo sabe que las cuentas no cuadran, que la pobreza extrema y relativa crecen, como lo hace el precio de la canasta básica, y que las deudas con los inversionistas, los jubilados y los proveedores se acumulan. 

La oscuridad da paso a la especulación y a los rumores, y estos hablan de nuevas olas de despidos, en tanto se espera la reducción de ministerios y oficinas públicas; ejercicio coherente con la tendencia manifiesta a la concentración del poder, como ya se demostró en la reducción de escaños legislativos y de la administración de territorios municipales.

Bocanada de aire fresco

Mientras ese oscuro panorama se extiende en varios países del continente, en México el 2 de junio, 60 millones de ciudadanos salieron a votar, otorgando una mayoría contundente al proyecto conformado por Morena, el Partido del Trabajo y el Partido Verde Ecologista.

Claudia Sheinbaum Pardo, candidata de la coalición “Sigamos Haciendo Historia” cerró con casi 36 millones de votos, que corresponde a un 59.75 por ciento del total de votos válidos y será la próxima presidenta de México, primera mujer en ocupar la más alta magistratura en 200 años de historia republicana.

Con estos resultados, la coalición de la izquierda y el progresismo recibe el respaldo popular masivo para continuar los procesos de transformación iniciados en el primer sexenio, a cargo del actual presidente Andrés Manuel López Obrador.

Lo sucedido en México representa no solo una bocanada de aire fresco para la lucha de nuestros pueblos, sino que nos permite poner en perspectiva el nivel de los desafíos y oportunidades que se presentan.

A las elecciones en México les seguirán las de la República Bolivariana de Venezuela, el próximo 28 de julio, las de Uruguay, en octubre y, posteriormente, en noviembre, llegarán los comicios en EEUU, trascendentales por múltiples razones para el conjunto de América Latina y el Caribe.

A diferencia de la farsa electoral registrada en El Salvador, tenemos en México un proceso que se demostró no solo participativo sino muy apegado a las leyes y a la Constitución. También en México, las fuerzas conservadoras nucleadas en la coalición opositora intentaron manipular el proceso, declarándose en un primer momento como triunfadores de unos comicios que sabían que habían perdido con contundencia. Precisamente, fue la magnitud de la diferencia en favor de las fuerzas populares lo que los llevó a aceptar su derrota contundente.

El triunfo de la Dra. Claudia Sheinbaum y la coalición que la lleva al gobierno representa sin duda una oportunidad frente a los enormes desafíos que enfrentan los pueblos del Continente.

Pero, a pesar de la impresión negativa que puedan dar algunos de los desafíos que se presentan a los pueblos de la región, no solo es México -o Colombia, o Venezuela, Nicaragua o Cuba, por citar algunos de los proyectos nacionales de corte popular diverso- donde podemos encontrar oportunidades en medio de grandes desafíos.

Tenemos, por ejemplo, el caso argentino, donde desde el inicio de la ofensiva del gobierno extremista de Milei contra el pueblo organizado, la movilización popular ha logrado que ese proyecto no se consolide; hoy las recurrentes crisis en el gobierno apuntan a la inestabilidad. La resistencia popular no parece augurar larga vida a este proyecto extremista.

Desde El Salvador, el gobierno de facto estableció ya claramente su línea de represión preventiva y de criminalización de la protesta, incluyendo la defensa de los derechos humanos, ante la incapacidad de resolver en el corto plazo los gravísimos problemas económicos que afectan a la inmensa mayoría del país.

Sin obra pública, bajo crecimiento, desconfianza de los organismos financieros internacionales, sin inversión extranjera, con un creciente flujo de migración, alto costo de vida, bajísima creación de empleos, precariedad laboral y reducción de programas sociales, es evidente que El Salvador se asemeja cada vez más a una olla de presión, que si no explota aún, posiblemente sea por los bajos niveles de organización de diferentes sectores de oposición, en particular las fuerzas de  izquierda.

No obstante, es evidente que la represión y la persecución política bajo la excusa del régimen de excepción, apunta a las previsiones del propio gobierno en el sentido que, lejos de lo sucedido en el primer periodo, se pueden augurar altos niveles de inestabilidad y confrontación, a medida que la propaganda, el show y la desinformación sean insuficientes para combatir el hambre y la miseria que se extiende como una nueva pandemia en el país.

Los desafíos, pues, se pueden transformar en oportunidades para los pueblos en lucha de Nuestra América. Los triunfos en varios países impulsan también la alegría de la lucha pero, como bien afirma Daniel Jadué desde su celda, «Sin movilización social todo seguirá igual».

Fmln Suecia
Fmln Suecia
FMLN-SUECIA se crea con el fin de informar a los pueblos del mundo sobre el acontecer político, económico y social en El Salvador. También informar objetivamente del acontecer en los países que luchan por liberarse de la dominación imperialista y buscan los cambios estructurales para transformar el estatus qúo en una sociedad más avanzada donde desaparezca la esclavitud del hombre por el hombre.
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