@lopez_yoselina
La autora es periodista y analista política. Ganadora del Premio Nacional de
Periodismo Simón Bolívar 2022
Por Yoselina Guevara L.
La política está inmersa en el corazón de la sociedad, en las
conversaciones entre las personas, en el intercambio de opiniones, y esto se
refuerza enormemente cuando nos acercamos a una cita electoral importante,
como es el caso de Venezuela que este 28 de julio celebrará las próximas
elecciones presidenciales. Particularmente observamos que, aún antes de que
inicie oficialmente la campaña electoral, dentro de las redes sociales la
oposición al gobierno del presidente Nicolás Maduro está desarrollando una
operación de montaje de mensajes falsos que se convierten en “noticia”
tratando de desprestigiar las instituciones venezolanas y a través de fotos
trucadas, videos con planos cerrados, afirman que en sus fallidas
concentraciones opositoras cuentan con miles de seguidores que en realidad
no existen.
Redes sociales: la maquina moledora
Partimos desde nuestra realidad actual, que cambió radicalmente a partir
de la pandemia del Covid, obligándonos a hacer uso de las tecnologías de
manera exponencial y en donde el llamado “social media” evidentemente tiene
una fuerza dentro de la opinión pública porque está inmerso en nuestra
cotidianidad. De allí que las redes sociales sean a nivel político una maquina
moledora, porque generan contenidos, pero además filtran y reinterpretan los
flujos que llegan del resto de los medios.
Por ejemplo, un discurso televisivo es relanzado, criticado, contestado
en las redes llegando a ser utilizado de muchas maneras, incluso muy
creativas, para alimentar la discusión política; igualmente un artículo
periodístico es “interpretado”, “difundido”, algunas veces sin ni siquiera indagar
o conocer en profundidad el contenido, simplemente reenviando para estar a
tono con la web. Es decir hay un efecto indirecto cuando se reviven contenidos
de otros medios y se modifican, y al hacerlo cambian su impacto en alguna
dirección. Es bastante habitual que contenidos televisivos o de prensa escrita,
que fueron pensados o realizados para conseguir determinados fines tengan
resultados diferentes, y a veces incluso opuestos, una vez que han pasado por
el filtro interpretativo de las redes sociales.
Conquistar el “espacio ganado”
La dirección que toma un contenido que llega a las redes sociales es
bastante impredecible, porque viene determinada por el efecto combinado de la
multitud de usuarios. Por ello un monitoreo constante nos permite estar al
tanto, casi en tiempo real, de los cambios en la opinión pública, especialmente
variables en el debate político.
A nivel de las contiendas electorales, aplicable al mundo publicitario, en
el mundo de las redes sociales, es fundamental el concepto de “espacio
ganado”. Es decir, cuánta atención gana cada líder o candidato en el debate
público; en esencia, esta medida es el indicador que define la centralidad de un
líder o candidato en el debate electoral. Técnicamente, significa cuánto se
asocia el nombre de un líder a los temas más discutidos en un momento dado;
este concepto estaría asociado a las llamadas “etiquetas” o “hashtags” cuyo
posicionamiento se logra a través de los “likes” o “me gusta”, la cantidad de
“reenvíos”, “compartir” o “citar”. Esto se puede traducir como la “centralidad
política”; dicho de una forma más explícita de quién se habla más cuando se
trata de las cosas importantes, aunque puede ser interpretado como hablar
bien o mal, o incluso estar posicionado desde la burla.
Pero la semilla principal para alcanzar esta ansiada “centralidad política”
es el “contenido” como punto focal de la cadena. De allí surge la pregunta
¿Cómo genero contenido? Cada red social tiene sus características
particulares, y su público determinado; pero también cada candidato tiene sus
electores que tienen características específicas y que algunas veces pueden
depender inclusive de la idiosincrasia del país.
Nefastos que conquistan la web
En el ámbito político electoral existen distintas fórmulas a nivel de la
utilización de las redes sociales, y por supuesto desde la base primigenia de la
generación de contenidos, que han dado resultados extraordinarios, aunque
posteriormente sus políticas sean evidentemente totalmente dañinas para las
grandes mayorías.
Por ejemplo Donald Trump, en el mejor de sus momentos, creó el
fenómeno conocido como “trumpismo digital”, que han utilizado Nayib Bukele
(El Salvador), Jair Bolsonaro (Brasil) y más recientemente Javier Milei
(Argentina). Básicamente lo que han hecho estos políticos de derecha es hacer
un uso intensivo de las redes sociales, adoptando un estilo provocador que
genere cobertura mediática, creando debates y controversias que a menudo
monopolizan la atención pública.
Evidentemente para el mundo del web, y para las características
promedio de los seguidores de estos políticos , este enfoque comunicativo ha
demostrado su eficacia para mantener alta la visibilidad, crecer en “espacio
ganado”, mantener constante la “centralidad política” y les ha permitido dar
forma y marcar la agenda política.
Política: más emoción que racionalidad
Si bien como hemos visto el éxito de una campaña electoral en redes
sociales depende en gran medida de las características de los seguidores que
serán potenciales electores, existen algunas generalidades aplicables. Por
ejemplo en la actualidad el mundo del web valora más lo inmediato (lo que
pueden ver ante sus ojos) que lo mediato, lo abstracto (la visión
omnicomprensiva que lo abarca todo). De allí que para la generación de los
contenidos, la fórmula correcta puede ser una mezcla con grandes partes de
emoción, una parte de razón y una parte de enfoque en una autoafirmación
distintiva. En resumen, el contenido debe tener la capacidad de provocar tanto
el pensamiento rápido (emoción) como el pensamiento a largo plazo
(racionalidad).
Regresamos a un principio que nos ha acompañado desde tiempos
pretéritos, el motor de la política es la emoción, no la racionalidad. En
consecuencia, además de la dimensión territorial y culturalmente más cercana,
triunfa fundamentalmente la mímesis del líder con los votantes. No estamos
exactamente en la “mímesis icónica” de Platón, pero sí cerca del fenómeno por
el que la elección electoral es la del candidato con el que nos sentimos más
próximos, casi por afinidad de piel, por lenguaje, por su jerarquía de
argumentos y valores. Por esa razón el Comandante Chávez conectó con el
pueblo y sigue afianzado en el corazón profundo de nuestra gente.