El presidente Hồ Chí Minh es un destacado símbolo de toda una nación, quien ofreció toda su vida a la causa de la liberación nacional del pueblo vietnamita, contribuyendo a la lucha común de todos los pueblos por la paz, la independencia nacional y el progreso social.
Unesco, 1990
El 2 de septiembre de 1969, en medio de la tercera guerra consecutiva desde 1858, cuando los franceses posaron sus botas invasoras sobre las playas de Đà Nẵng, más allá del paralelo 17, el pueblo vietnamita vivió uno de los días más dramáticos, de emociones encontradas. No era para menos. Y es que ese día, fecha histórica, de rosas y claveles, de banderas rojas, de algarabía, de sonrisas, una ingrata noticia estaba a punto de arruinar la fiesta patria, la celebración del 24 aniversario de la independencia y fundación de la República Democrática Popular de Vietnam, que presidió el venerable Hồ Chí Minh.
Una escena de muchedumbre multicolor tenía lugar en la hermosa y gigantesca plaza Ba Đình. Desde muy temprano, y a pocos metros de la sede del Comité Central del Partido Comunista, una reunión urgente, de dirigentes cabizbajos, de miradas perdidas, que se veían las caras frente al gran mesón de la sala de la reunión de la comisión política, lo más granado del Comité Central. No era poca cosa, se trataba de un reto histórico, de ser o no ser, de dar a conocer la verdad o silenciarla, para no difundir la fatal noticia a la multitud, presta a cantar y bailar por la alegría en medio de la guerra, como lo expresara Julius Fučík.
Y es que a las 9 horas y 47 minutos de ese día 2 de septiembre de 1969, había fallecido el querido Tío Hồ, el que había entregado toda su vida a la lucha por la liberación de millones de campesinos y campesinas de toda Indochina, de Vietnam, Laos y Camboya.
Los minutos se hicieron horas en la sede partidista, durante la controversial jornada. Se redactaba el documento histórico que sería dado a conocer posteriormente: para que el duelo no coincidiera con ese día de gran alegría de toda la nación, la comisión política del Comité Central del Partido (III Congreso) decidió informar que el presidente Hồ Chí Minh había fallecido a las 9 horas y 47 minutos del 3 de septiembre de 1969.
Debieron pasar tres congresos para que el PCV soltara la verdad verdadera: hoy el Comité Central del Partido (VI Congreso) estima necesario informar la fecha exacta de su fallecimiento.
En la ocasión, la máxima dirección partidista, liderada por su secretario general Lê Duẩn, decidió tomar como base el testamento de Hồ Chí Minh y el juramento sagrado leído en nombre de toda la organización por Lê Duẩn, quien se había constituido en el nuevo presidente de la República Democrática Popular de Vietnam.
En un comunicado, la organización partidista publicó el Testamento del presidente Hồ Chí Minh, un valioso libro, contentivo de un histórico mensaje del líder indochino, en el cual expone, en pocas páginas, escritas manualmente, todo su pensamiento filosófico, como poeta, comunista, combatiente internacionalista, amigo de los niños, de las mujeres, de los 54 pueblos originarios indochinos y del proletariado universal.
En mi vida he servido con toda mi vida, alma y energía a la patria, a la revolución y al pueblo. Y ahora, si debo despedirme de este mundo, no me arrepiento de nada; solo lamento no poder dar más servicios durante más tiempo. (Hồ Chí Minh).
Otro detalle expuesto por el histórico manuscrito del líder vietnamita fue la resolución partidista que contravino los deseos del Tío Hồ de no cremar sus restos. En ese sentido, el gobierno ordenó que fuese embalsamado. Su cuerpo se exhibe en un impresionante mausoleo ubicado al frente de la plaza Ba Đình de Hanói, el mismo lugar desde donde, el 2 de septiembre de 1962, el Tío Hồ leyó la Declaración de Independencia como primer presidente de la República Democrática Popular de Vietnam.
En el referido Testamento se pueden leer detalles sobre el destino solicitado para sus cenizas, indicando que fuesen divididas en tres porciones: una destinada al norte, otra a la parte media del país y la tercera al sur, entre árboles, flores, aves y un lago con muchos peces, donde los visitantes pudieran pasarla bien, en cómodos aposentos. Sitios que hacen recordar la montaña Marx y el arroyo Lenin, bautizadas así por el Tío Hồ, al noroeste del país indochino, lindando con el suroeste de China, desde donde el gran líder creó, con el general Võ Nguyên Giáp, las primeras unidades militares del ejército popular que enfrentaron a los franceses en la década de los cuarenta del siglo XX.
La Declaración de la Independencia de 1945, que abrió paso a la República Democrática Popular de Vietnam, había sido el resultado de la victoria sobre los invasores japoneses, que además permitió conformar una fuerza militar nacional que nueve años más tarde, en 1954, fue capaz de vencer a los franceses en la batalla de Điện Biên Phủ, que marcó el fin del colonialismo en toda Indochina.
A los seis años de la partida de Hồ Chí Minh, en Saigón, un tanque ruso M-41, al mando del oficial Lê Văn Phương, derribaba el portón principal del Palacio de la Independencia, para entonces la sede del gobierno fantoche, como lo llaman los vietnamitas, y enarbolaba una raída pancarta donde se podía leer: “Siempre marchas con nosotros, Tío Hồ”. Se trató de la Victoria de Primavera, del 30 de abril de 1975, hace 48 años, cuando quedó sellada la derrota de la mayor potencia militar del mundo (EE. UU.) y se produjo la reunificación definitiva de Vietnam.
Ángel Miguel Bastidas G.
Fuente de consulta:
Chí Minh, H. (2010). Testamento. Vietnam: Thế Giới.
Fuente: resolver.se