Llamamos «ley del valor», la ley. que gobierna el cambio de mercancías y, por intermedio de ésta, el reparto de la fuerza de trabajo, y de todos los recursos productivos, entre las diferentes ramas de actividad. Se trata de una ley económica que se funda esencialmente en una forma de «organización del trabajo», en relaciones establecidas entre las personas diferentes de las que presiden la organización de una economía planificada según las costumbres o las elecciones conscientes de. productores asociados.
La ley del valor asegura el reconocimiento social el trabajo convertido en trabajo privado. En este sentido, la ley debe funcionar basándose en criterios objetivos, iguales para todos. Es, pues, inconcebible que un zapatero holgazán, que tendría necesidad de dos días de trabajo para producir un par de zapatos, que un zapatero hábil produciría en una jornada de trabajo, hubiera producido finalmente dos veces más valor que este último. Semejante funcionamiento del mercado, que recompensa la pereza o la falta de cualificación llevaría a una sociedad basada en la división del trabajo y el trabajo privado a la regresión rápida, a la debilidad. Por eso la equivalencia de las jornadas de trabajo asegurada por la ley del valor es una equivalencia de trabajo según la media social de productividad. Decimos, pues, que el valor de las mercancías está determinado por la cantidad de trabajo socialmente necesario para producirlas.