Por Jorge I. González
Desde hace algunas semanas hemos visto como la República Popular China
lanzó una impactante y sagaz ofensiva política de proyección geoestratégica,
convirtiendo por estos días a su capital Beijing en el epicentro de la diplomacia
internacional de cara a la solución y mediación de importantes situaciones de
tensión y conflicto en diversas zonas del mundo. Paralelamente importantes
países desde distintos continentes desarrollan iniciar iniciativas tendientes a
una menor dependencia del dólar. Aclaramos que no hablamos de tendencias
irreversibles, pero es indudable que la coyuntura global apunta a la posibilidad
de un cambio de época y de paradigmas en el siglo 21 que transcurre.
Las iniciativas diplomáticas llevar a cabo por China en los últimos meses fueron
maduradas en el más completo secreto y la divulgación de sus resultados en
los cables internacionales constituyó una sorpresa informativa sin precedentes
en el campo de la diplomacia contemporánea, toda vez que la República
Popular China demostró su peso en la actualidad al constituirse en el árbitro y
mediador entre países que hasta el momento se encontraban en contradicción
irreconciliable. Antagonismos atizados por Occidente y más específicamente,
las potencias del Atlántico Norte, interesadas en el divisionismo de los estados
nacionales ex colonizados en Asia, África y América Latina.
Primero, el 10 de marzo de 2023 la opinión mundial amaneció con el impactó
de la noticia de que en Beijing, capital de China, se habían realizado
encuentros entre la República islámica de Irán de tendencia chiíta y el reino de
Arabia Saudita, sunita wahabita, para el restablecimiento de las relaciones
diplomáticas entre ambos estados enfrentados por la influencia política en
Medio Oriente y contradicciones religiosas. Las relaciones diplomáticas entre
ambos estados se rompieron en 2016. Las contradicciones entre ambos
poderes regionales del Medio Oriente se hacen sentir desde hace años
mediante distintos niveles de intensidad en diversos países árabes.
La noticia del restablecimiento de vínculos diplomáticos entre Irán y Arabia
Saudita trajo como consecuencia la declaración del cese de hostilidades de
Arabia Saudita contra la independencia del pueblo de Yemen. Así las cosas, el
10 de abril las corporaciones noticiosas internacionales informaban otra gran
noticia, esta vez sobre reuniones de la dirección política militar de la rebelión
Hutí soberanista de Yemen, apoyada por Irán, con representantes oficiales de
los reinos suníes de Arabia Saudita y Omán, agresores de la independencia del
Yemen, para negociaciones de paz.
Todo lector analítico sabe perfectamente que detrás de este hecho estuvo el
auspicio de China Popular en el acercamiento entre Irán y Arabia Saudita.
El 12 de abril, la agencia China de Noticias informó que los gobiernos Arabia
Saudita y Siria reanudaban los vuelos comerciales entre ambas naciones, así
como el restablecimiento de las relaciones consulares, como primer paso a la
distensión de sus relaciones fracturadas desde 2011, con el estallido de la
guerra civil siria, en donde el gobierno sirio encabezado por Bashar Al Assad,
respaldado por Irán, Rusia, Irak y la guerrilla del Sur del Líbano, se enfrentó a
la violencia mercenaria de los grupos extremistas golpistas y wahabitas
financiados por la casa reinante de Arabia Saudita y las monarquías del Golfo
Pérsico, específicamente, Omán y Emiratos Árabes Unidos, en correlación con
Israel y Estados Unidos.
También el 12 de abril, el ministro de relaciones exteriores de Siria viajó arriba
capital de Arabia Saudita, lo cual fue correspondido con la visita del canciller
saudí a Damasco, capital de Siria, el 18 de abril. Finalmente, el 22 de abril la
liga árabe admite nuevamente a Siria, poniendo fin a 10 años de bloqueo
contra dicho país de Medio Oriente.
El efecto cadena de las iniciativas diplomáticas estratégicas de la República
Popular China, constituye en mi opinión uno de los acontecimientos políticos
más trascendentales de la actualidad y es sin duda alguna una expresión
fehaciente de los cambios que estamos viviendo en el mundo, caracterizados
por el paso de la unipolaridad regida por las potencias del Atlántico Norte y sus
aliados, a la multipolaridad impulsada con vehemencia por Rusia, China
Popular, Irán, Venezuela Bolivariana, Cuba, Nicaragua, Brasil con Lula, entre
otros.
Estas iniciativas al mismo tiempo hacen parte de las coordinaciones de alto
alcance entre Rusia y China para la mediatización de escenarios de choque en
el sur global, propiciados por las potencias del Atlántico Norte en su estrategia
afanosa por asediar a la Federación Rusa y China, esta última que se
encuentra en contradicción con Estados Unidos por su injerencia en favor del
gobierno rebelde de Taiwan. El gobierno chino con sede en Beijing ha
manifestado en reiteradas ocasiones que Taiwán es parte de su indivisible
territorio y que se reserva el derecho de hacer valer su soberanía nacional
incluso mediante el uso legítimo de la fuerza como estado soberano en sus
asuntos internos.
El 21 de marzo, el presidente de China, Xi Jinpig, visitó a Moscú, Donde
sostuvo un encuentro con el presidente Vladímir Putin. El 27 de abril se
produjo un intercambio telefónico entre el presidente Xi Jinpig y el de Ucrania,
Volodimir Zelenski, para posibles negociaciones entre Rusia y Ucrania. Este
intercambio cuenta con el beneplácito de Moscú, Puesto que las diplomacias
occidentales han sido incapaces de promover un alto al fuego dado que la
OTAN está interesada en la guerra y la derrota de Rusia, buscando su
desgaste como potencia mundia y su fraccionamiento geo político.
La sanciones impuestas a la Federación Rusa con motivo de la guerra en
Ucrania, así como la ampliación de la OTAN a Finlandia y Noruega, junto al
colosal respaldo militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte,
OTAN, a la resistencia del régimen de Kiev, Completan la estrategia de cerco y
asedio contra Rusia su independencia y sus riquezas naturales cumplida la
primera etapa con la desintegración de la Unión Soviética. Sin embargo, la
sanciones visiblemente han fracasado Rusia no has ido arrodillada y muy por el
contrario, como hemos visto en líneas anteriores, distintos poderes nacionales
alrededor del mundo manifiestan en hechos concretos no están dispuestos a
que la situación de Ucrania se usada para la desarticulación y aislamiento de
Rusia, ni como instrumento para revalidar la pretensión de hegemonía del
patrón de control universal estadounidense.
No podemos olvidar en este punto del análisis el aporte de fallecido presidente
de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez y de Fidel Castro,
presidente de Cuba, quienes en las primeras décadas del siglo XXI, cuando las
potencias del Atlántico Norte se presentaban como hegemonías indiscutibles,
desarrollaron esfuerzos ingentes en materia diplomática internacional para
impulsar la multipolaridad como contrapeso al pensamiento único imperialista
neoliberal, encabezado por Estados Unidos.
Recientemente, en materia económica los gobiernos de Tailandia y de la
República Popular China acordaron desarrollar mecanismos para abandonar el
dólar en las transacciones comerciales entra las empresas de ambos estados.
Igualmente, el ejecutivo de India, a consecuencia de la sanciones contra el
petróleo ruso, señaló que en adelante dejaría usar el dólar en sus operaciones
comerciales con Rusia.
El 13 de abril de 2023, el presidente de Brasil Ignacio Lula Da Silva, durante su
visita a China, propuso el uso de las monedas de ambos países en las
relaciones comerciales de ambos países, con el claro fin de reducir la
hegemonía del dólar como patrón nacido a partir de los acuerdos de Bretton
Woods, la crisis provocada por la Guerra del Yom Kippur y la decisión de
Arabia Saudita y Estados Unidos, de basar el dólar norteamericano en crudo
saudí.
El 29 de marzo de este mismo año, el gobierno de Arabia Saudita manifestó su
intención de unirse a la Rep Popular China y otros países, entre ellos, Rusia,
India, Pakistán, Turquía, Qatar, en sus intentos por disminuir la hegemonía del
petrodólar.
Meses antes, en enero de 2023, el presidente Fernández de Argentina y Lula
de Brasil, lanzaron la propuesta de SUR, como moneda de uso común entre
países de América del Sur, para disminuir la dependencia del dólar. Aunque el
presidente de México ha rechazado esta idea también cabe mencionar que sus
posiciones soberanas en materia de relaciones internacionales y economía
política, en el cuestionamiento a la racionalidad neoliberal, constituyen un
contrapeso importante a la hegemonía de las potencias del Atlántico Norte,
sobretodo, Estados Unidos y el discurso agotado del predominio del libre
mercado. La afirmación del papel del estado sobre la concepción de mercado
desregulado que impone Occidente a los países menos desarrollados
industrialmente y digitalmente, es una de las lecturas que inexorablemente
podemos hacer de estos cambios que operan en las relaciones internacionales.
Pues sólo mediante la voluntad política de los gobiernos y estados interesados
en la multipolaridad, se puede construir un mundo en donde sean más
respetadas la autonomía y soberanía de los pueblos.
Los acuerdos de Bretón Woods de fines de la Segunda Guerra Mundial tenían
por objetivo eliminar el proteccionismo de los estados nacionales y abrir paso a
la mundialización de las mercancías de las metrópolis industriales imperiales
de occidente, especialmente, de Estados Unidos, primera potencia industrial.
El sistema basado en el petrodólar a partir de 1971 constituyó una adaptación
que buscaba los mismos fines: el reforzamiento de la hegemonía especifica
norteamericana en el globo. Los cambios que hoy vivimos en la diplomacia y
en materia de economía política con el surgimiento y consolidación de nuevos
bloques alternativos, son hechos que constituyen, sin duda alguna, una abierta
contradicción al dominio de Washington.
Por supuesto, somos del criterio que las relaciones internacionales, tanto
económicas y políticas, para que sean efectivamente más solidarias, esto es,
de mayor utilidad para el intercambio altruista y la cooperación entre los
pueblos y estados, trascendiendo la visión de excesivo de lucro y explotación
que ha caracterizado la hegemonía del Atlántico Norte en los últimos siglos, es
indispensable que en los estados existan gobiernos con visión progresista y
socializantes, que antepongan los intereses de los pueblos, de las gentes y
coloque al mercado en una posición subordinada al interés colectivo y no al
mismo (el mercado) como principio supremo de organización social, como
pregonan las potencias del Atlántico Norte.
Todos los cambios operados y en función de la transformación de las
relaciones internacionales en el siglo XXI
La multipolaridad y el rescate creciente del papel protagonista del estado contra
la globalización capitalista neoliberal con la vanguardia por Estados Unidos,
constituyen signos de los cambios de época que están en curso en el siglo 21,
a 78 años de terminada la Segunda Guerra Mundial y a 34 años del final de la
llamada Guerra Fría.
No hubo fin de la historia.
Jorge I. González: Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas. Estudios de
Maestría en Derecho Internacional.