La década de los 70 concluye con el golpe de Estado en octubre de 1979, y la década entrante de los años 80 se ve teñida de sangre de obreros, campesinos, maestros, seminaristas, del Magnicidio en la persona de nuestro querido Pastor y Mártir Monseñor Oscar Arnulfo Romero. El imperialismo norteamericano empeñado a toda costa en impedir una revolución triunfante en El Salvador destina centenares de millones de dólares en asistencia militar y en el entrenamiento de batallones y brigadas élites especializadas en la lucha contrainsurgente que en la práctica se ensañaron con pobladores civiles desarmados como parte de su política antiguerrillera de “dejar el pez sin agua”.
En El Salvador, cinco organizaciones guerrilleras y partidos revolucionarios alentados con el ejemplo de la hermana Nicaragua que derrocó e hizo añicos a la dictadura de los Somoza de más de 40 años, se deciden coordinar esfuerzos en la lucha contra la dictadura militar que desde 1931 se instauró en el país masacrando a decenas de miles de indígenas y campesinos. Las luchas cuando son coordinadas y unificadas surten y causan un efecto demoledor aún así los halcones del norte traten de impedirlo.
El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional nace de las entrañas y de la combatividad del pueblo humilde cansado de ser reprimidos, capturados, torturados, desaparecidos, ese pueblo de descalzos componen el irregular ejército de pobres contra la impunidad militar y los desmanes de la oligarquía y las administraciones de Estados Unidos. Las fuerzas punitivas empezaron a tener respuestas a sus acciones criminales.