Por Yoselina Guevara López
El presidente de Turquía Recep Tayyip Erdogan señaló recientemente en un video mensaje que “La devolución de Crimea a Ucrania, de la que es parte inseparable, es esencialmente una exigencia del derecho internacional”, declaraciones que realizó en el marco de la segunda cumbre internacional de la Plataforma de Crimea. El primer mandatario agregó que “garantizar la seguridad y el bienestar de nuestros compatriotas tártaros de Crimea también está entre las prioridades de Turquía”; el Jefe de Estado volvió a pedir la liberación de Nariman Dzhelyal, vicepresidente del “parlamento” tártaro de Crimea, y de al menos otros 45 tártaros que permanecen detenidos en la península.
La Cumbre de la Plataforma de Crimea, que Kiev celebró en línea, reuniendo a los líderes de los países occidentales, mantuvo este año con más fuerza su carácter antiruso, sin perder ni un ápice de las características con las cuales el año pasado el canciller ruso Sergei Lavrov la describió como una reunión de brujas (Sabbat, aquelarre) en el que “Occidente seguirá cultivando los sentimientos neonazis y racistas de las actuales autoridades ucranianas”
Por esta razón la posición del hábil político que es Recep Tayyip Erdogan no sorprende. De hecho desde el inicio de la Operación militar rusa en Ucrania, Ankara ha sabido jugar a dos manos, manteniendo un equilibrio entre Occidente, representado por Estados Unidos y sus aliados OTAN, y la Federación Rusa. Justamente esa cualidad de experto equilibrista lo ha llevado a cumplir las funciones de mediador porque Turquía tiene poderosos intereses en ambas partes en conflicto.
A nivel de Moscú, Ankara es uno de los principales socios comerciales del gigante gasífero Gazprom, con el cual ha establecido una serie de acuerdos para el suministro energético desde la Federación Rusa. Por ejemplo en el año 2021 Rusia le suministró a Turquía 5 millones 800 mil metros cúbicos de gas.
Así mismo Moscú le ha vendido a Ankara los famosos sistemas de misiles S- 400 Por otra parte si analizamos la relación de Turquía con Occidente, no se puede pasar por alto que desde el año 1952, Ankara es miembro de la OTAN, y alberga numerosas bases, incluida la Base Aérea Incirlik que ha servido de comando de operaciones de la Alianza Atlántica en el Medio Oriente. No cabe duda que para la OTAN, mantenerse en territorio turco le otorga una ventaja geoestratégica. En cuanto al problema migratorio Ankara funciona como muro de contención para los numerosos migrantes que buscan ingresar a Europa a través de la Ruta de los Balcanes.
Pero Turquía independientemente del Conflicto Rusia- Ucrania tiene en la mesa otros objetivos que inciden de manera indirecta sobre lo que pasa entre Kiev-Moscú. En los Balcanes, por ejemplo Erdogan quiere poner en marcha la colaboración bilateral con Belgrado, especialmente en el área de la exportación de armas, lo cual por un lado, permitirá modernizar las fuerzas armadas serbias y, por otro, le dará a Turquía la oportunidad de ejercer una mayor presencia, tanto militar como de su industria bélica, en el corazón de Europa; con un volumen de negocio que, según algunos analistas, estaría cerca de los 15 millones de euros. Así como tampoco es un secreto que Turquía también quiere ampliar su esfera de influencia e inversiones hacia Asia; las decisiones que ha tomado demuestran ampliamente esta voluntad de expandir las relaciones diplomáticas y políticas con esta zona. No es casualidad que Ankara haya realizado enormes inversiones con el objetivo de poder conectar Asia Central con Anatolia a través de grandes infraestructuras: ferrocarriles, puertos en el mar Caspio e instalaciones energéticas, a través de Kazajistán hasta China, lo que puede reforzar su papel como centro energético.
Retomando el conflicto Rusia-Ucrania lo que podemos esperar de Erdogan en los próximos días es que siga cumpliendo su papel de mediador, de llegar a tener éxito el primer mandatario se ganaría un reconocimiento a nivel internacional muy importante principalmente como “pacificador” o “quien logró la paz mundial”. Esto pudiera significar para Erdogan, además de pasar a la historia, de deshacerse de una vez por todas de la imagen de dictador que se ha puesto sobre él después que en 2013 impuso políticas estrictas contra los disidentes de su gobierno, sin desdeñar todas sus andanzas bélicas en diferentes lugares. El tablero de ajedrez sigue abierto, el juego no se ha cerrado, los actores políticos siguen moviendo las piezas.