Coyuntura semana 4 de julio 22
Los que luchan y los que lloran
En 1958, el periodista argentino Jorge Ricardo Masetti, quien después del triunfo revolucionario participaría en la fundación de la Agencia Prensa Latina, dio a conocer sus reflexiones acerca de su experiencia de cobertura en la lucha del Movimiento 26 de julio, que con el Comandante Fidel Castro a la cabeza, desarrollaba la guerra revolucionaria desde la Sierra Maestra. Tituló su trabajo, “Los que luchan y los que lloran”. 64 años después, aquel titular parece adecuado para describir muchos aspectos de la realidad salvadoreña contemporánea.
En efecto, desde hace tres años un régimen crecientemente autoritario con rasgos de dictadura neofascista campea en El Salvador. El tradicional presidencialismo que prevalece en la mayoría de países de Nuestra América, se expresó inicialmente exacerbado en el caso salvadoreño; los crecientes niveles de concentración de poder fueron mostrando a un mandatario con serios problemas de personalidad, incapaz de aceptar cuestionamientos, con una conducta de mentiroso compulsivo, y un comportamiento que solo parece cómodo cuando quienes lo rodean expresan niveles de sumisión extremos y denigrantes.
El actual gabinete, compuesto por familiares, amigos y allegados parece, en ese sentido, diseñado a la medida de la enfermiza personalidad del gobernante, que tampoco parece saber medir las consecuencias de sus acciones, sean estas calificar públicamente de “sinvergüenzas” a las organizaciones internacionales defensoras de derechos humanos, o culpar de “cómplices de criminales” o de “enemigos del pueblo” a todo aquel que expresa críticas a su accionar, ya sea contra su desastrosa operación Bitcoin (que sigue en caída libre y a estas alturas ronda los $18,000), o contra su irracional campaña represiva en las comunidades más pobres del país con la excusa de avanzar en su “guerra contra pandillas”, o los cuestionamientos ante la incalificable ineptitud en el manejo de las finanzas públicas, el endeudamiento interno y externo y, en general, el camino directo a la bancarrota de la economía de las familias salvadoreñas.
Un dato de la información financiera que coloca a El Salvador entre los países con posibilidad de impago será suficiente para ejemplificar la situación: el indicador de bonos de mercados Emergentes (EMBI) elaborado por JP Morgan subió el 29 de junio entre 5 y 20 puntos básicos para la mayoría de mercados latinoamericanos, pero para El Salvador el alza fue de 119 puntos básicos, llevándolo a los 28.33 %, marcando así un nuevo récord.
El país se desbarranca pero el presidente sigue comprando Bitcoin con dinero público, y manda a sus perros de presa jurídicos a amenazar a quien denuncie sus prácticas, como ocurrió esta misma semana con un reconocido economista que informó en una entrevista que es desde el teléfono particular del presidente que se ejecutan las operaciones de BTC salvadoreñas.
Una serie de inclemencias climáticas, normales en épocas de lluvias como la actual en El Salvador, desnudó la incapacidad e ineptitud, o simplemente la franca omisión de los deberes públicos por parte de los funcionarios a quienes correspondía aspectos como la protección civil, las obras municipales y públicas en general. Sencillamente no ha habido prevención, mitigación ni inversiones destinadas a subsanar vulnerabilidades.
Del mismo modo, en materia de seguridad, mientras el presidente sigue alardeando de ser el jefe de los violadores de derechos humanos en el país, utiliza toda su parafernalia militar para hacer creer a los incautos que aún confían en su propaganda, que la represión sin medida y constante dará algún resultado. Esto, a pesar de no haber una sola experiencia en el mundo que lo pruebe. Tarde o temprano la represión indiscriminada se agota, pierde su efecto disuasorio; los criminales se adaptan y la población inocente, que es la que de verdad sufre el peso de las injusticias, llega el momento que toma conciencia de su situación.
Curiosos mensajes y aún más curiosos mensajeros
Mientras tanto, y de manera por cierto bastante sospechosa, desde varios frentes de oposición parecen enviar mensajes coincidentes al presidente. El fondo de los mensajes es que dialogue con los EEUU, que entregue a los pandilleros extraditables y que desde el gobierno se corrijan las prácticas antidemocráticas, que se persiga a “sus” corruptos, y que, de hacerlo, los EEUU mirarían hacia otro lado hasta con el asunto de la reelección presidencial. Muy sospechoso, sobre todo por los canales a través de los cuales estos “mensajes” están llegando: a través de personeros de la UCA y cuadros de ARENA, entre ellos el diputado Portillo Cuadra.
Desde la embajada de EEUU en San Salvador también “filtran” con especial insistencia que una nueva lista Engel, con funcionarios corruptos de la actual administración estaría a las puertas, y que el destino que tuvo el ex presidente de Honduras y su hermano, alojados en cárceles de máxima seguridad del país del norte, podría ser en no muy largo plazo el mismo del mandatario salvadoreño y algunos de sus familiares.
Nada de esto parece realmente sorprendente. Sin embargo, el hecho de que surjan con fuerza estos mensajes, expresados en forma de editoriales, comentarios, entrevistas, todos en la misma semana, parece indicar que se habría agotado el crédito de la actual administración salvadoreña con la estadounidense. Parece que ya no le sirven al autócrata sus poses pretendidamente antiimperialistas y, lejos de ello, por diversos conductos estarían indicando al gobernante que, aunque le dejan una salida, esta podría tener fecha de vencimiento próximo. Lo toma o lo deja.
Si las advertencias de los distintos sectores de derecha utilizados como conductos de mensajería no funcionaran, no sería extraño ver nuevas y significativas presiones, tanto en lo económico, como en lo política o en lo judicial, dificultándose los créditos y las refinanciaciones, las presiones por el respeto a las normas constitucionales, y muy posiblemente una nueva expresión del Lawfare, esta vez dirigida contra los actuales funcionarios, de los cuales se conocen sus actuaciones en todo tipo de delitos, desde narcotráfico hasta otras formas de crimen organizado.
Las opciones parecen abiertas, y “la bola en cancha local”. Si el autócrata de CAPRES finalmente cede a las presiones del norte, tendremos instalada la dictadura con beneplácito y bendición imperial. Si, por el contrario, como se podría esperar del personaje que cree poder disponer del país a su antojo, rechaza los “mensajes y consejos” (y hasta podría intentar “matar al mensajero” a través de sus aparatos de propaganda), entonces veríamos alguna oposición de derecha y hasta de sectores que alguna vez se dijeron de izquierda, “revitalizados” o “refinanciados” para que el sector oligárquico-burgués proimperialista, desplazado temporalmente del poder desde hace tres años por el grupo de nueva burguesía emergente, vuelva a la carga para asegurar el relevo, garantizando la estabilidad del sistema.
Los que lloran
Recordando a Masetti, en El Salvador de 2022 parecen ser más los que lloran que los que luchan. Lloran los grupos desplazados del control hegemónico, que se mostraron hasta ahora incapaces de luchar por sí mismo, sin el aval y apoyo de las fuerzas imperiales; pero tampoco parecen muchos lo que luchan desde lo que se pudiera considerar corrientes de izquierda.
Por ahora, parecen mayoritarios los que lloran, los que aspiran a una miserable porción de poder electorero que los sostenga en algún puesto de elección popular, sea esto aliándose con fuerzas de una seudo nueva derecha, que no deja de ser la misma vieja derecha oligárquica travestida, o intentando acciones de tipo “independiente”. En todos los casos, allí no hay de los que luchan sino de los que lloran, porque a cambio de hacer valer intereses personales y mezquinos, justificarán y legitimarán las maniobras ilegales y fraudulentas de continuidad para el régimen.
Dependiendo de la actitud que adopte el régimen, si éste por fin cede a las presiones gringas, encontraremos súbitamente a la derecha y a sectores autoproclamados de izquierda, validando la continuidad de la dictadura por el método de la violación constitucional consentida.
Los que luchan y la necesidad de la perseverancia
Los que luchan, en todo caso y por ahora, parecen estar en clara minoría. Sin embargo, la inestabilidad actual del régimen, que empieza a desnudar sus enormes fragilidades, sumado a la aceleración inusitada de la crisis económica y del sistema mundial, nos debería permitir ser cautos y optimistas a la vez: aquellas grandes mayorías que siguen creyendo en las maquetas presidenciales, en los trenes fantasmas, en los aeropuertos inútiles, en la resurrección del Bitcoin, van chocando cada día con nuevas realidades, como el Hospital Rosales inundado (y no por culpa de los mismos de siempre), o la canasta básica nuevamente disparada, con el pan francés a punto de desaparecer porque las panaderías ya no pueden costear los aumentos de insumos.
También la generalización de la represión deja cada día presos inocentes en las cárceles, muertos por torturas en prisión y la vergüenza de ver a un Procurador de DDHH, ciego, sordo y mudo, que como patético títere del régimen entra a las cárceles acompañado de los principales responsables de las torturas y muertes en los centros penitenciarios pero no ve nada, no oye nada y declara que parece estar todo bien en las mazmorras salvadoreñas.
El presidente podría usar todo el lenguaje salvaje y bajero que su escasa educación le permite, pero tarde o temprano, los gritos y amenazas no serán suficientes para mantener en el mismo estado a los que lloran. Será entonces el momento de los que luchan; un momento que ya ha empezado, porque los que luchan de verdad no lo han dejado de hacer desde el primer día, resistiendo y denunciando cada patraña, tanto las inspiradas en el gobierno como aquellas originadas en intereses oligárquicos y burgueses, o directamente provenientes del imperio.
Parece ser que en El Salvador entramos en una nueva etapa de disputa, y no es descartable considerar la situación del contexto internacional, especialmente en la región, para poder explicarnos algunos movimientos que desde los círculos dependientes del imperio estadounidense estamos presenciando.
Pero también los pueblos de la región nos empiezan a dar ejemplos serios y válidos de formas de lucha para acabar con las tiranías. Quienes hoy adulan al autócrata, sin cuestionar ni una sola de sus evidentes mentiras, difícilmente lucharán algún día, pero poco a poco se irán sumando a los que lloran, a quienes el régimen jamás tendrá en cuenta a la hora del “sálvese quien pueda”, y será entonces cuando aquellos que adulan y quienes lloran terminarán siendo los principales detractores de aquel a quien hoy veneran.
Los que hoy luchan, posiblemente seguirán luchando, porque no hay otro camino, y en ese camino se sumarán muchas de aquellas mujeres y hombres que hasta hoy no lo hicieron. En cualquier caso, la única certeza es que el régimen tiene fecha de caducidad. Como modelo de dominación alternativo para buscar una estabilización del modelo neoliberal dependiente en la región ha fracasado, y desde Washington lo saben y lo observan. Parecen darle una última oportunidad antes de decidir su relevo. Desde el punto de vista del pueblo, la lucha es lo seguro; en primer lugar contra el régimen, pero también contra las fuerzas imperiales y sus aliados y piezas de recambio del sistema.
RLL