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By YOSELINA GUEVARA MAYO 27, 2022

Recientemente, el tristemente conocido, Henry Kissinger durante una intervención vía virtual en el Foro Económico Mundial de Davos señaló “las negociaciones de paz (entre Rusia y Ucrania) deben iniciar en los próximos dos meses, antes que se desarrollen tensiones que no puedan ser superadas fácilmente la solución ideal sería el retorno al “statu quo ante”. Continuar más allá la guerra en este punto no sería la libertad de Ucrania, sino una nueva guerra contra la Rusia”.
Evidentemente la reacción del presidente de Ucrania Zelensky ha sido bastante furiosa, en un mensaje a la nación acusó a Kissinger de “salir del pasado profundo y decir que Rusia debe tener un trozo de Ucrania” además de hacer de subrayar que el casi centenario político no estaba en 2022 sino en 1938 en Múnich.
Esta polémica tiene todas las características de extenderse, pero debe llamarnos la atención que los Estados Unidos haya enviado a una de sus “vacas sagradas”, en este caso Kissinger, a realizar este tipo de declaraciones. Pudiera ser que está en curso una tratativa y verdaderamente se esté acercando la finalización de este conflicto. No olvidemos los nexos de este personaje con Hillary Clinton, el bloque de Obama, por supuesto incluido el actual presidente de los Estados Unidos.
Si analizamos lo que Kissinger propone efectivamente no resulta descabellado, aunque genere la ira de Kiev; es decir al “staus quo ante” puede referirse a que Ucrania ceda la Crimea, así como también parte del Donbás y Lugansk; esto le daría una victoria estratégica a la Federación Rusa. No obstante, no está claro si Moscú deberá volver a las fronteras anteriores al 24 de febrero de 2022 o a las correspondientes a 2014. Pero en este momento la preocupación mayor de Washington parece ser que Moscú no se alíe con Pekín, conformando un verdadero bloque militar, que abarque lo político y lo económico; si bien en los últimos días ambos colosos se han visto más compactados y en consonancia.
Kissinger, se ha topado con un Zelensky enfurecido, que está apoyado y acompañado por la prensa conservadora occidental, sobre todo la británica que sigue mostrando su talante guerrerista, a través de la cual se insta a los Estados Unidos a seguir apoyando el conflicto con armas. A su vez estos belicistas se dirigen a sus respectivas opiniones públicas, instándoles a no ceder, continuar con el enfrentamiento militar y la imposición de sanciones a Moscú.
Por otra parte, la estrategia de Putin parece estar encaminada a agotar a los ucranianos y a los occidentales en una búsqueda de lograr sus objetivos, que incluyen su posicionamiento y el logro del respeto como potencia emergente mundial.
En Washington no debe haber paz ni calma en estos días, desde el frente interno: inflación, violencia, asesinatos en masa por civiles armados, etc. En el frente externo con unos países del Sur, Norte y Centro América que están demostrando no ser patio trasero, ni colonia imperial, en un ejemplo de digna, soberanía y autodeterminación actuando en bloque en contra de una Cumbre de las Américas que excluye a Cuba, Nicaragua y Venezuela y evidentemente no integra.
En cuanto al conflicto Rusia-Ucrania la diatriba sugiere que existe un debate en el seno del gobierno de Biden sobre hasta dónde llegar con Moscú, si busca propinarle una derrota estratégica, que hasta ahora se ve lejos, o si las condiciones sobre el terreno dictan una tregua.


Macabro mensajero
Es necesario que culmine esta nota recordando quién es Henry Kissinger, un personaje que como otros premios Nobel de la Paz lo que han hecho es sembrar de muerte a la humanidad.
Entre 1969-1974, Kissinger es Secretario de Estado de Richard Nixon, en este periodo numerosos documentos desclasificados lo señalan como uno de los responsables de los bombardeos de Laos y Camboya, durante la Guerra de Vietnam; en la cual perdieron la vida cerca de tres millones de vietnamitas.
Pero su paso no se limitó a Vietnam, en 1970 antes de la elección que daría como ganador a Salvador Allende en la presidencia de Chile, Kissinger pronunció la frase “No veo por qué tenemos esperar y permitir que un país se vuelva comunista debido a la irresponsabilidad de su propio pueblo”.

Este sería el preámbulo de una serie de acciones desestabilizadoras, injerencistas que llevaron al derrocamiento del presidente Allende y a la consolidación del golpe de Estado criminal de Augusto Pinochet en Chile, con la venia de los Estados Unidos.
Cientos de documentos comprueban la participación directa de Washington, así como de Kissinger, en el sostenimiento de la dictadura pinochetista que tanto sufrimiento infringió a millones de chilenos y chilenas, sin contar los asesinatos, torturas y desapariciones.


En su obsesión contra la izquierda, este patético personaje planeó atacar en 1976 al gobierno cubano y no conforme con ello se empeñó en tratar en un combate férreo de exterminar todos los movimientos insurgentes y de izquierda en América Latina. Así mismo, se conoce que, en 1976 durante la dictadura militar en Argentina, Kissinger instó a los militares argentinos a terminar con la “guerra sucia” cuanto antes, en referencia a la represión contra movimientos guerrilleros y de izquierda en aquel país.


Los Estados Unidos no podían tener un peor y más macabro mensajero para preparar a la opinión pública en cuanto a lo que pudiera suceder en los próximos meses. Kissinger no deja de ser un Caronte que parece que ni en el mismo infierno lo quieren.

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Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia

Fuente: https://correodelalba.org/

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