Este 7 de abril, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, realizó una gran videoconferencia para el lanzamiento de la Escuela de Formación del Congreso Bicentenario de los Pueblos del ;undo, en donde estuvimos 149 invitados internacionales y miles de líderes y lideresas conectados a través de las redes sociales. El compañero Presidente nos explicó con mucha claridad el proyecto para la construcción de la escuela, sustentada en estos puntos claves:
1) La doctrina bolivariana chavista;
2) La historia insurgente, la razón histórica de nuestras luchas (500 años);
3) La seguridad y defensa de la Nación;
4) El liderazgo bolivariano y chavista, el sentido del líder popular;
5) El nuevo Estado democrático y soberano basado en el poder del pueblo.
Escuchamos una profunda narración de nuestra historia de resistencia y rebeldía y ese hilo histórico inquebrantable que une a nuestra América en su lucha actual contra un enemigo bestial, el imperialismo norteamericano y europeo, capaz de saltarse todos los límites humanos y legales en su afán de destrucción de los pueblos decididos a ser soberanos.
Pero hay tres palabras que como talismanes siguieron alumbrándome, despues de que la conferencia terminó.
Tres palabras, tres conceptos que viven en un mismo cuerpo: la revolución latinoamericana. Tres palabras tejidas en la experiencia de siglos de lucha: Resistencia-Rebeldía-Esperanza.
Y en estas palabras quiero detenerme, porque de alguna manera son el corazón mismo del proceso revolucionario en nuestra América.
Resistencia
A pesar del genocidio de nuestros pueblos originarios y la esclavitud de millones de seres humanos traídos desde África, las potencias coloniales no pudieron vencer jamás la resistencia de los pueblos de nuestra América. Las lenguas, la música, la tradición oral y escrita, todo lo que llamamos tradición-identidad y hasta el mensaje más oculto –aquel por el que según la ley colonial les cortaban la lengua– sobrevivieron a través de la memoria de los pueblos. Sin duda, mucho se perdió y también mucho se conservó transformado para llegar hasta nosotros, que continuamos en resistencia a los mandatos del imperio, a sus modas y sus programas de descerebramiento y de deshumanización planetaria.
Y esa memoria se transmitió como pasión de vida contra los horrores de la civilización de la muerte y la explotación. Se transmitió como consigna gracias a nuestro segundo gran concepto.
Rebeldía
Se dice que estamos hechos de casi un 90% de agua, pero si es así estamos hechos de agua rebelde, de un espíritu que no cesa de crear la capacidad de decir “No a la injusticia”, como decía nuestro Che y tantos otros, que con la pasión rebelde abrieron el camino.
Es la rebeldía contra la injusticia y la explotación lo que nos hace avanzar y la que al mismo tiempo va forjando al hombre y la mujer nuevos en este largo camino –a veces muy difícil y doloroso– hacia la definitiva emancipación de nuestra América, en el socialismo.
Solo los rebeldes son humanos, sobre todo cuando el sistema de explotación capitalista es la inhumanidad atroz en la que estamos condenados a perecer si no luchamos.
Y esa rebeldía que arde y hace arder no es una rebeldía boba ni burguesa, porque tiene un objetivo espiritual y material muy hondo, la transformación del ser humano en ser humano de verdad, libre de sus cadenas y de la explotación. De allí lo importante de nuestra tercer palabra-concepto.
Esperanza
Sabemos qué mundo queremos y porqué lo queremos, también cada día vamos aprendiendo cómo construirlo y cómo impedir que las mentiras y la manipulación ideológica del imperialismo destruya esta esperanza.
La esperanza es conocimiento de nuestras posibilidades, es la capacidad de imaginar y de construir una sociedad nueva, de seres humanos iguales y creadores. De allí la importancia de nuestra formación para resistir los embates de tanta podrida propaganda de la derrota y de tanto dólar envenenado.
El mundo que está surgiendo hoy en las comunas, en las calles y los campos es un triunfo de la esperanza y de las más grandiosas utopías de la humanidad. La esperanza es una construcción cotidiana, cuando como decía el Che: “la Humanidad ha dicho basta y ha echado a andar”.
¡Todo por ganar nada que perder, salvo las cadenas!
Gracias por el encuentro y la posibilidad de seguir avanzando en este camino.
Venceremos, con resistencia, rebeldía y esperanza.
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Sara Rosemberg Escritora, licenciada en dramaturgia y dirección de escena con estudios de Bellas artes y antropología.
Fuente: https://correodelalba.org