Muchos dicen para que tengamos un Schafik hay que esperar 100 años, y llama a la reflexión ese comentario común entre tantos otros.
Schafik y su vida refleja la vida del emigrante, del exiliado que se ve obligado a dejar su tierra, su patria, por las persecuciones en su patria natal.
Schafik es hijo de palestinos que el pulgarcito de América, como lo bautizara poetisa chilena Gabriela Mistral a ese paísito que ocupa más espacio en su tamaño de lo que su extensión le da.
La familia Handal de la que es originario Schafik, llega al minísculo El Salvador. Ahí con esfuerzos y duros trabajos se establecen y radican.
Schafik nace un 13 de octubre de 1930, ni él, ni sus padres sabían lo que la dura realidad le enseñaría y de cómo el ser humano de nombre Schafik, llegaría trascender, no por la ambición de la gloria o el pasajero poder, sino por lo más aleccionador que hay y es la escuela de la vida,
En esa escuela de la vida, la crianza dentro de la familia, es donde se absorben cualidades y valores, ejemplos y autodisciplina.
La tortura, encarcelamiento, exilio le llevarían a la clandestinidad para continuar la lucha, en letras escritas significa poco o nada para quien lo lee, en la vida real son pruebas de fuego a los principios y convicción.
Entre los consejos y enseñanzas de Schafik se puede menconar el de la lucha continúa y eso es así.
A 90 años del nacimiento de Schafik, la tarea es emularlo, seguir su vida ejemplar, tomar la decision de luchar con firmeza por los intereses y derechos de la humanidad entera.
Todos estamos a ser parteros de la historia que escribimos con las lecciones del pasado de nuestros antecesores.