El punto de inflexión en la guerra más sangrienta de la historia se produjo entre el 5 y 6 de diciembre de 1941 a las afueras de Moscú.
El Grupo de Ejércitos Centro alemán se dirigía a toda máquina hacia la capital soviética mientras que los regimientos blindados cercaban la ciudad por el norte y el sur. La batalla de Moscú era determinante en la Segunda Guerra Mundial, ya que su caída llevaría a la derrota inminente de la URSS. Al menos este era el plan de los dirigentes alemanes.
Sin embargo, los militares nazis se toparon con una resistencia feroz por parte de los soldados soviéticos, que tras tres días de combate obligaron a los invasores a frenar la ofensiva y retroceder. Un mes más tarde, el Ejército Rojo logró alejar a los alemanes a una distancia de más de 200 kilómetros de Moscú justo cuando a los nazis les faltaban apenas 30 para alcanzar la capital.
Fue entonces cuando el Ejército Rojo demostró que la invencible máquina de guerra alemana se podía frenar y derrotar. Era la primera vez que la Wehrmacht se retiraba dejando atrás sus tanques en llamas y sus soldados caídos.
Con el balance de fuerzas en contra
En este combate los números no estaban a favor del Ejército Rojo: 1,1 millones de soldados contra 1,8 millones de alemanes. Por lo cual el mito de que la URSS logró oponerse a la Alemania nazi echando al combate más recursos humanos cae por sí mismo. Solo en diciembre de 1941 las tropas alemanes perdieron más de 100.000 soldados y oficiales, relataba el general Gunther Blumentritt, y los 40.000 efectivos que se enviaron como refuerzo no podían reemplazar las pérdidas.
“Los días del Blitzkrieg —o guerra relámpago— pasaron a ser parte del pasado. Nos hemos enfrentado a un ejército cuyas cualidades de combate superan con creces a todos los demás ejércitos con los que combatimos antes”, señaló el general.
En lo que respecta a la artillería, los números tampoco estaban a favor de la URSS. A las afueras de Moscú el Ejército Rojo solo tenía 7.600 cañones apostados contra los 13.500 de los alemanes. Sin embargo, los feroces combates también se saldaron con los efectivos nazis de otras maneras.
Así, los tribunales militares de Alemania condenaron a 62.000 soldados y oficiales por defección y otros crímenes relacionados.
Las armas de la victoria en la batalla por Moscú
El papel del legendario tanque T-34 fue esencial, puesto que en aquella época los alemanes no tenían ningún carro blindado que pudiese oponerse a él. Incluso los cañones antitanque experimentaban muchos problemas para penetrar el innovador blindaje del T-34.
También se usaron ampliamente los sistemas de misiles BM-8 y BM-13, más conocidos como Katiusha. Un total de 415 unidades de estas máquinas se utilizaron en aquellos días. Desde el aire también se prestó apoyo a bordo de los aviones de ataque en picada Pe-2, cuyos pilotos perfeccionaron sus habilidades en esta batalla.
Fuente: Sputniknews.com