Washington, 13 nov (Prensa Latina) Mientras naciones como México, Uruguay, Nicaragua, y Antigua y Barbuda condenan el golpe de Estado en Bolivia, la Organización de Estados Americanos (OEA) sigue negándose hoy a reconocer como tal lo sucedido en el país sudamericano.
Incluso antes de los hechos ocurridos el pasado domingo, cuando las presiones de las Fuerzas Armadas y la policía obligaron a la salida del cargo del presidente constitucional, Evo Morales, muchas voces mencionaron el papel de la OEA en la crisis generada en esa nación tras las elecciones del 20 de octubre.
Luego de concretado el golpe con la dimisión del mandatario, y cuando a nivel internacional gobiernos, políticos, intelectuales, movimientos sociales y otros sectores rechazan lo ocurrido en Bolivia, nuevamente se vuelve a señalar la responsabilidad de la OEA y del país que acoge su sede, Estados Unidos, en esos eventos.
Durante una sesión extraordinaria del Consejo Permanente del organismo celebrada ayer, la Cancillería boliviana envió un mensaje en el cual denunció que en ese país hubo ‘un golpe de Estado político, cívico, policial’.
El mandatario, indicó la comunicación leída por la representante alterna de Bolivia ante la OEA, Ivanna Bracamonte, se vio obligado a renunciar ante la escalada ola de violencia generada por grupos afines a los líderes opositores Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho, que ponía en riesgo su integridad física.
Por su parte, México lanzó fuertes críticas a la labor del organismo en todo lo sucedido y cuestionó abiertamente la postura de su secretario general, Luis Almagro.
La embajadora mexicana en la OEA, Luz Elena Baños, rechazó en esa sesión ‘el grave quebrantamiento del orden constitucional en Bolivia’ y sostuvo que deben quedar atrás los días en que las Fuerzas Armadas sostenían y deponían gobiernos.
Esa diplomática mostró profunda consternación por los eventos que se sucedieron tras darse a conocer un reporte preliminar de la OEA sobre la auditoría del proceso electoral, y llamó a ese organismo a acompañar a Bolivia en esos tiempos de crisis, pero ‘sin tentaciones de intervención’.
Baños criticó que luego de los acontecimientos del domingo en Bolivia la organización solo emitió un breve comunicado al día siguiente.
Asimismo, señaló que su secretario general, Luis Almagro, pese a desplegar ‘una constante e inusitada actividad mediática, ha permanecido también sorpresivamente callado’.
Nos preguntamos cuáles son sus prioridades y preocupaciones, responsabilidades y urgencias. Nos parece que frente a sucesos de tal magnitud, los pronunciamientos de esta organización debieran ser mucho más oportunos y contundentes, apuntó.
Cuestionamientos de ese tipo tuvo también el embajador de Uruguay, Hugo Cayrús, quien afirmó que no quedan dudas de que en Bolivia hubo un ‘golpe de Estado cívico, político y militar’.
El diplomático resaltó que Morales informó voluntariamente al Consejo Permanente de la OEA sobre el proceso electoral en su país, acordó una auditoría de carácter vinculante y, tras un informe preliminar, hizo un llamado a nuevas elecciones.
¿Cómo puede quedar tan desprotegido un presidente legítimo que se allanó voluntariamente a las recomendaciones de la secretaría general? Con este antecedente, ¿qué tipo de garantías puede ofrecer la OEA a los gobiernos de la región y a su población? ¿En cuánto hemos contribuido a la trágica situación que nuestra hermana Bolivia está viviendo?, cuestionó al organismo.
La representación de Nicaragua demandó un pronunciamiento objetivo, racional y coherente con los principios de la Carta de la OEA acerca de la ruptura del orden constitucional en Bolivia, ‘a fin de que la devaluación y desprestigio de esta organización pueda, ojalá, trascenderse’.
En tanto, Antigua y Barbuda sostuvo que el Consejo Permanente al menos debía condenar el hecho de que Bolivia está bajo control militar y que la democracia fue subvertida, aunque sea para evitar la repetición de esos acontecimientos en cualquier otro lugar del hemisferio.
Pese a todas esas críticas, 15 naciones de la región se limitaron en un comunicado conjunto a pedir nuevas elecciones de forma rápida, sin alertar sobre la ruptura de la constitucionalidad, y Almagro llegó a decir que el golpe de Estado lo había dado el legítimo presidente boliviano en los comicios del 20 de octubre.
Los resultados del proceso electoral de ese día dieron la victoria a Morales en primera vuelta, pero los derrotados realizaron denuncias de fraude y la OEA emprendió una auditoría en cuyo informe preliminar dijo haber hallado ‘irregularidades’ en esos comicios.
Ese tipo de pronunciamiento del organismo ha sido visto por muchas figuras dentro y fuera de Bolivia como parte de un plan golpista que se fue preparando contra el exgobernante, quien recibió asilo político en México.
Así lo consideraron también miembros de organizaciones políticas y sociales de Estados Unidos que el lunes se manifestaron frente a la propia sede del organismo en Washington D.C. para ‘decirle no al golpe de la OEA en Bolivia’.
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