Mientras miles de manifestantes continúan su camino hacia La Paz desde El Alto y otras zonas campesinas, la Policía y las Fuerzas Armadas responden con “una impunidad total”, narró a Sputnik el periodista Marco Teruggi, que se trasladó al país para acompañar las tensiones y se encuentra en el epicentro de la resistencia al golpe de Estado.
Las fuerzas del orden se mueven actualmente en Bolivia con “una impunidad absoluta”, reportó a Sputnik el sociólogo y periodista Marco Teruggi desde la ciudad de El Alto, epicentro de las movilizaciones en contra del golpe de Estado que derrocó al presidente Evo Morales.
Desde el lunes 11 de noviembre, miles de habitantes de El Alto comenzaron a organizarse, mayoritariamente de forma espontánea, para manifestar su respaldo a Morales y el rechazo al golpe de Estado que en la noche del martes 12 habilitó la autoproclamación de la segunda vicepresidenta del Senado, Jeanine Áñez, como mandataria interina de Bolivia.
Según Teruggi, la figura de Áñez “en el exterior va a fungir como narrativa de que hay un Gobierno y no un vacío de poder”, con el reconocimiento del Gobierno de EEUU y de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Si bien se espera que la bancada del Movimiento Al Socialismo (MAS), partido de Morales, mantenga su postura contraria a la autoproclamación de Áñez, Teruggi advirtió que los promotores de la caída de Morales “no van a detenerse”.
“Mientras no hay un Gobierno como tal, hay un montón de ejercicios de poder, en particular represivos, con varios muertos en El Alto y también en La Paz con muchas denuncias”, señaló el periodista.
Sin embargo, las primeras horas tras el derrocamiento de Evo Morales se caracterizaron por la falta de cifras oficiales sobre fallecidos, heridos o detenidos en los operativos represivos de la Policía y las Fuerzas Armadas, que el lunes 11 tomaron la decisión de encargarse de la seguridad en las calles.
“En este momento no hay nada oficial, no hay Estado de derecho y lo que se logra saber es por debajo. Hay una impunidad absoluta”, enfatizó Teruggi desde el lugar.
La ausencia de muchos medios de comunicación bolivianos en las zonas de protesta también colabora con los excesos de las autoridades, que “pueden hacer las acciones que quieran”, comentó el periodista. Asimismo, el país carece en este momento de “una estructura capaz de hacer una sistematización y hacer una denuncia”.
Teruggi describió la situación actual de Bolivia como un escenario en el que “no hay ley que rija” y “la ley es de quien tenga la fuerza en una situación de Estado de excepción”.
“Hay que dejar de pensar en un Estado pseudo-democrático y hablar de un Estado de excepción dirigido por los militares”, sintetizó.
Sin embargo, los manifestantes contra el golpe no se rinden y continúan organizándose para ‘bajar’ lentamente hacia La Paz, sede del Gobierno boliviano. Teruggi explicó que la mayoría de las movilizaciones son espontáneas o “con algún nivel de dirección” pero caracterizadas por una “radicalidad” que se incrementó tras los ataques que se dieron en los últimos días a la bandera whipala que identifica a los pueblos originarios de Bolivia.
Estos movimientos tienen, caracterizó Teruggi, una forma “ancestral” de movilización basada en la realización de un “cerco” sobre la sede del poder político, en este caso La Paz. La llegada de manifestantes desde El Alto hacia la capital ha sido una constante de los últimos dos días, a la que se sumó el arribo de movilizaciones desde otras zonas campesinas del país.
Los contingentes de manifestantes generarán “situaciones críticas” para el nuevo poder político boliviano, que según Teruggi, “sabe que ha detonado una situación que no sabe si puede controlar”.