EL AÑO 1981 FUE MUY INTENSO
En lo militar:
A las 5 de la tarde del día 10 de enero de 1980 el FMLN lanzó la Ofensiva General que pretendía hacer crisis y quebrar al Gobierno dictatorial de la Junta Militar Democristiano antes de que Reagan asumiera la presidencia de los Estados Unidos el 20 de ese mismo mes de enero. Por la noche del mismo día 10 se escuchó la señal de Radio Venceremos y el FMLN-FDR dieron a conocer un comunicado que circuló por todo el mundo: “A las 5 de la tarde de hoy se inició la ofensiva general. El enemigo está perdido; lo tenemos rodeado; la justicia popular ha llegado”. Las fuerzas guerrilleras del FMLN atacaron los cuarteles de las principales brigadas y Destacamentos del ejército. El gobierno recibió una inmediata y masiva asistencia y apoyo de los Estados Unidos. Aquella gran ofensiva puso en tensión a todo el FMLN y si bien no triunfó tuvo la virtud de enseñar cuáles eran las mayores debilidades del nuevo ejército guerrillero, cuáles los retos a superar y la doctrina militar a construir Así, después de la Ofensiva General todo el FMLN trabajó bajo la consigna de “Resistir, Desarrollarnos y Avanzar” En el terreno militar el trabajo fue intenso pues se terminó de formar y forjar el ejército popular, se adquirió experiencia y se empezaron a formar las unidades de apoyo: la artillería, los zapadores y las tropas especiales. La logística adquirió proporciones y potencialidades extraordinarias, las comunicaciones militares tuvieron un increíble desarrollo con el uso de tecnologías duras para el cifrado y descifrado de nuestros mensajes, y el trabajo de inteligencia paso a escalones superiores. Mientras, en el terreno, las unidades guerrilleras resistían se desarrollaban y avanzaban. Para esa época el jefe de los asesores militares estadounidenses en El Salvador se jactaba con gran prepotencia sobre que sería más fácil aplastar militarmente al FMLN que sacar a un borracho de una cantina.
En el área político Diplomática:
La primera propuesta de mediación
En el área político-diplomática hubo muchas iniciativas. La estrategia del FMLN, de manera casi magistral, ejecutaba la combinación de diversas formas de lucha. Y desde el mismo momento que la guerra se desplegó el FMLN levantó la bandera de la solución política al conflicto y desplegó su músculo diplomático. Unos días después de la Ofensiva del 10 de enero el Buró de Centroamérica y del Caribe de la Internacional Socialista realizó una reunión en Panamá y giraron una invitación para que una Delegación del FMLN se hiciera presente. A esta reunión asistieron Joaquín Villalobos, Fermán Cienfuegos y Ana Guadalupe Martínez portando una propuesta de la C.G. del Frente para una mediación en busca de una solución política.
A la reunión del Buró llegó Hans Wishniewsky que se entusiasmo por esta oportunidad para mediar en un conflicto internacional y salió para reunirse con el Departamento de Estado del gobierno norteamericano y con José Napoleón Duarte. En ambos lados fue rechazado pero él insistió en varias oportunidades. Marcial no simpatizaba con esta iniciativa. La miraba con desconfianza. Consideraba que el FMLN debería de desarrollarse y fortalecerse más para poder entrar a un juego político de esta envergadura. Y Marcial decidió filtrar un documento interno del FMLN, que en su mayor parte el mismo había redactado, donde caracterizaba la iniciativa como una medida táctica necesaria para ganar legitimidad internacional. El documento llegó a manos de Duarte y este se lo entregó a Wishniewsky quien se sintió ofendido y fue a quejarse con Fidel Castro. Allí terminó aquel esfuerzo
Segunda iniciativa de mediación
No obstante, en mayo se realizó un nuevo esfuerzo de mediación esta vez coordinado por el político canadiense Edward Broadbent Vicepresidente de la Internacional Socialista, y con muy buenas relaciones con los gobiernos mexicano y norteamericano. Igual que había sucedido con Bishnievky, Duarte y el Departamento de Estado rechazaron las propuestas del canadiense. Esta otra iniciativa también fracasó. Los Gobiernos de el Salvador y de los Estados Unidos consideraban que la derrota del FMLN era cosas de meses y que cualquier intento de diálogo o negociación obstaculizarían aquel objetivo y por lo contrario Duarte sostenía que el FMLN debía deponer las armas como condición para cualquier tipo de negociación. Esta exigencia se mantuvo durante todo el tiempo que duró la Junta de Gobierno, el Gobierno Provisional de Álvaro Magaña y el Gobierno de Napoleón Duarte.
Tercera iniciativa de solución política
En junio de aquel año, una tercera iniciativa, esta vez proveniente de un grupo de eurodiputados de varios partidos puso sus buenos oficios para impulsar una salida negociada. Cuando hablaron con Duarte este los rechazó y les pidió que demandaran al FMLN que depusiera las armas Esta iniciativa también fracasó.
Declaración Franco Mexicana
Luego, en Julio, la C.G. encomendó a la Comisión Político Diplomática iniciar un esfuerzo con el hijo del entonces canciller mexicano Jorge Castañeda y con la esposa del presidente francés Francois Miterrand. Esto llevo al gobierno mexicano a enviar a Paris al Embajador Don Porfirio Muñoz Ledo y el FMLN-FDR envió por su parte a Guillermo Ungo, Héctor Oquelí y a Salvador Samayoa. Como resultado de este esfuerzo surgió el 28 de agosto la Declaración Franco-Mexicana que simbolizó un avance en el reconocimiento internacional de la alianza FMLN-FDR, que la Declaración calificaba como una “fuerza política representativa.” Luego muchos partidos de la IS y de otras tendencias democráticas y revolucionarias de muchos países del mundo respaldarían esta iniciativa diplomática y el contenido de la Declaración Franco-Mexicana.
Propuesta ante la Asamblea de la ONU
En septiembre el presidente nicaragüense incluyó en su delegación ante la Asamblea General de las naciones Unidas, al presidente del FDR, Guillermo Ungo, y en ese foro Daniel Ortega leyó una propuesta del FMLN para lograr una solución política negociada al conflicto salvadoreño. Esto causó un gran revuelo internacional. Este fue otro empujón más hacia la solución negociada, importante y relevante que puso al FMLN a la ofensiva política y al GOES en aprietos y a la defensiva.
Entonces Rafael Caldera, presidente copeiano (socialcristiano) venezolano acudió en auxilio internacional de Duarte y emprendió una gira que lo llevó a México para serrucharle el piso a la propuesta mexicano-francesa y a la ofensiva diplomática que estábamos realizando. Caldera obtuvo cierto éxito y logró que nueve gobiernos latinoamericanos aprobaran a principios de diciembre la Declaración de Caracas, que criticaba duramente la declaración Franco-Mexicana.
Primera Condena Internacional al Gobierno de El Salvador
La ONU condenó en la 36 Asamblea General la violación a los derechos humanos en El Salvador.
Siempre a la ofensiva diplomática
De haberse aceptado las propuestas de solución política al conflicto hechas por el FMLN desde los primeros días de desplegada la guerra seguramente El Salvador y sus ciudadanos nos hubiésemos ahorrado grandes costos humano, político, social, y económico. Incluso el presidente costarricense Carazo y el colombiano Belisario Betancourt tomaron la iniciativa de mediar para buscar una salida política. Pasaron a formar parte de la larga lista de rechazados por la dictadura salvadoreña y por el gobierno norteamericano. El FMLN logró quebrar la voluntad de victoria de ese binomio solamente después de varios años de dura guerra, en noviembre de 1989.
1981 fue el primer año de la guerra, y el énfasis público de las actividades se desplazó de lo militar local hacia lo internacional y tomamos la iniciativa en este nuevo terreno de lucha. El gobierno norteamericano siempre estuvo a la defensiva, reaccionando a las propuestas del FDR-FMLN. La alianza se posisionó del camino por la búsqueda de una solución política al conflicto mientras que el gobierno militar democristiano y los norteamericanos mantuvieron su tesis de “la deposición previa e incondicional de las armas por el FMLN…”
Mutación del FMLN guerrillero en Partido Político
Doce años después, una vez concluida la heroica gesta político-militar que libró el FMLN por medio de la cual logró que el país se transformara y que se firmaran los Acuerdos de Paz como desenlace de la guerra popular, y una vez superado los obstáculos políticos que la derecha imponía, el uno de septiembre de 1992 fue firmada la escritura pública de fundación legal del FMLN. Como testigos de aquel acto se tuvo a Monseñor Arturo Rivera y Damas, Arzobispo de San Salvador y a Monseñor Gregorio Rosa Chávez, obispo auxiliar de la arquidiócesis. Inmediatamente el Partido ARENA, por medio de Armando Calderón Sol, interpuso una demanda para que el Consejo Central de Elecciones, hoy Tribunal Supremo Electoral (TSE), no inscribiera como Partido Político al FMLN alegando que ningún Partido Político puede llevar el nombre de una persona y que los Partidos, en El Salvador, se constituyen por personas naturales y no por grupos organizados. La ONU tuvo que intervenir y presionar, igual Estados Unidos, España, México, Venezuela y Colombia. Así, el Consejo Central de Elecciones (CCE), se vió obligado a admitir su registro legal el 14 de diciembre de aquel año, solo 24 horas antes que las Naciones Unidas, por medio de su Secretario General, declarara formalmente, en un acto realizado en la Feria Internacional, el cese del enfrentamiento armado en todo El Salvador. Ese soleado día de diciembre de 1992 concluyeron más de sesenta años de lucha clandestina y legítima de los revolucionarios salvadoreños y comenzó esta nueva etapa de luchas dentro del marco legal, lucha que hoy, a treinta años de la fundación del FMLN histórico y cuando junto con otras fuerzas políticas comparte la tarea de gobernar y administrar al Estado, ha de ser aun larga y sin descanso hasta conquistar la plena democracia, propósito por el que se fundó el FMLN, el que hoy mantiene plena vigencia y por el que murieron miles de heroicos compatriotas enarbolando la bandera roja con las siglas FMLN y la estrella blanca en su centro. Esos muertos, los héroes del pueblo salvadoreño, son quienes gritan hoy, 30 años después de su fundación que debemos continuar “UNIDOS PARA COMBATIR HASTA LA VICTORIA FINAL”
ANEXOS
- Anexo 1
Documento de constitución del Foro Popular de El Salvador¹
Manifestamos que:
1. Existe en el país una aguda crisis política que se expresa
en un proceso antidemocrático y represivo que el gobierno y sectores y clases
reaccionarias están impulsando desde hace varios años, por medio del cual han
venido marginando más y más a las mayorías populares de su participación en los
asuntos económicos, sociales y políticos de la vida nacional. Como una
consecuencia de esa situación, el ejercicio de los derechos humanos
constitucionales por parte del pueblo y sus organizaciones, se consideran
oficialmente como actividad “subversiva” contra el Estado, sólo porque así
conviene a los intereses de una minoría que controla el poder político y
económico del país.
2. Ese proceso represivo, autoritario y excluyente, afecta la
vida y funcionamiento de todas las organizaciones e instituciones sindicales,
gremiales, políticas, culturales y religiosas, las cuales son controladas,
espiadas, hostigadas y reprimidas en sus actividades y miembros por los cuerpos
de seguridad y las bandas asesinas bajo la jefatura de éstos. De ese modo, se
violan los derechos individuales y sociales y se impide el cumplimiento de las
funciones que dichas organizaciones e instituciones están llamadas a jugar.
3. Junto con la crisis política a la que hacemos referencia,
existe un agravamiento de las condiciones de vida del pueblo salvadoreño, en el
que ningún sector trabajador queda al margen, aunque son los sectores de menos
ingresos los más afectados. El ingreso real de la familia salvadoreña ha
disminuido; el desempleo se ha vuelto un mal crónico, la vida en el campo ha
llegado a extremos de miseria.
4. Asimismo, la economía nacional se ha vuelto más vulnerable
a las influencias exteriores, dado su acentuada dependencia en relación a las
potencias económicas capitalistas, lo que se ha traducido en una creciente
penetración de compañías transnacionales que han venido no sólo a explotar más
a los trabajadores salvadoreños, sino lo que es más grave, a seguir impidiendo
las posibilidades de un desarrollo independiente de nuestro país.
5. Que en vista de esa situación, nuestras organizaciones
consideran necesaria la concurrencia de sus esfuerzos, dentro de sus propias
competencias, características, tácticas y modalidades de actuación, con pleno
reconocimiento del pluralismo ideológico, para poner nuestra contribución en la
búsqueda de una solución con iniciativa y contenido popular, a la crisis
política que vive el país. Estamos absolutamente convencidos de que sólo la
acción de las organizaciones populares es garantía de realización de un
verdadero proceso de democratización del país. Está demostrado que quienes
ahora hablan en nombre de la democracia desde las esferas oficiales, son
quienes la han anulado y envilecido, incluso utilizando en los últimos años,
esquemas fascistas de dominación.
6. La concurrencia de esfuerzos de nuestras organizaciones
significa la inauguración de una nueva fase de lucha de nuestro pueblo, en la
que hemos procurado colocar en primer plano los aspectos que nos permiten
coincidir, y no las discrepancias que, como es natural, existen entre nosotros,
como expresión de las diferencias ideológicas que sustentamos. De ese modo, con
profundo convencimiento de la necesidad de la unidad de las fuerzas populares,
creemos que debemos hacer los esfuerzos pertinentes para que luchemos por el
objetivo común de conquistar la democracia y la libertad para nuestra patria,
sin perder cada una de nuestras organizaciones su naturaleza e independencia.
Se trata en una palabra, de superar los obstáculos que impiden la participación
popular, masiva y amplia, en las acciones que definan el destino político del
país.
7. La conquista de la libertad y la justicia, requiere la
elaboración de un proyecto democrático y popular, el cual deberá irse
elaborando con los aportes de todas las fuerzas que participen en esta
concurrencia y en el proceso de lucha que ahora iniciamos juntos las
organizaciones firmantes. Sin embargo nuestra coincidencia actual está basada
en una plataforma de reivindicaciones políticas y económicas inmediatas que
deberá servir de bandera de lucha a sectores cada vez más amplios y
mayoritarios del pueblo salvadoreño. Ésta es la Plataforma para una salida
democrática y popular a la actual crisis política, por la cual nos
comprometemos a luchar:
1. El cese de la represión que desarrolla el gobierno y que
afecta a las organizaciones gremiales, sindicales, políticas, culturales y a la
Iglesia Católica, comprendidas todas sus formas de persecución, hostigamiento,
control, vigilancia, cárcel, tortura, secuestro y asesinato. Para ello es
necesario:
* La disolución de los cuerpos especiales de policía
política, de ORDEN, de las bandas paramilitares, tales como UGB, Falange, Mano
Blanca, que son instrumentos de la política represiva del Estado y tienen por
objetivo liquidar o controlar a todas las fuerzas sociales que se oponen al
Gobierno y a los minoritarios sectores dominantes.
* Respeto a la legalidad y cumplimiento de sus verdaderas
funciones por parte de los cuerpos de seguridad, garantizando los Derechos
Humanos y los preceptos constitucionales.
* Amnistía general y libertad para todos los presos y
desaparecidos políticos.
* Retorno de todos los exiliados, expulsados de la Patria a
partir de 1972, con garantía de seguridad y no para que sean víctimas de la
represión.
2. La lucha por las libertades democráticas que signifique la
participación de todos los sectores, clases y fuerzas sociales en la solución
de la problemática nacional, dentro del respeto del pluralismo ideológico. Ello
implica:
* Libertad de organización sindical, gremial y política, sin
la cual no es posible la participación organizada del pueblo en la decisión de
los destinos nacionales en materia social, económica y política. Uno de los
sectores de mayor conflictividad, el sector rural, requiere el establecimiento
de instrumentos institucionales para que se expresen y diriman los conflictos;
por consiguiente, la libre sindicalización y asociación de los trabajadores del
campo, tiene carácter de urgencia y de necesidad, ya que el camino democrático
no es compatible con la supresión de la conflictividad social por medio de la
violencia represiva.
* Reconocimiento y respeto del funcionamiento de las
organizaciones sindicales, gremiales, políticas, culturales y religiosas, sin
controles ni vigilancias basados en razones de “Seguridad Nacional”,
ateniéndose al cumplimiento de las disposiciones constitucionales.
* Reconocimiento pleno del derecho de huelga de los
trabajadores, sin adoptar políticas represivas que impiden y obstaculizan su
ejercicio legítimo. En tal sentido, se hace necesaria la reforma del Código de
Trabajo, para que dicho derecho adquiera plena vigencia como corresponde a un
Estado democrático, y no sea ilusorio su ejercicio o considerado “subversivo”.
* Cese de los despidos masivos de trabajadores y dirigentes
sindicales, los que aun cuando se realicen con indemnización, atentan al
derecho al trabajo, a la vida, a la seguridad de los trabajadores y sobre todo
a la libertad de organización sindical.
* Libertad efectiva de expresión del pensamiento, de reunión
y de movilización tal como esas libertades se encuentran establecidas por la
Constitución Política. En consecuencia, debe suprimirse todas las políticas y
acciones destinadas a impedir, entorpecer y reprimir el libre ejercicio
democrático de estas libertades; como por ejemplo los de varios procedimientos
que vuelven inaccesibles los medios de comunicación social para el pueblo y sus
organizaciones, o la destrucción de aquellos pocos que mantienen su compromiso
popular; los métodos de toda clase para impedir la realización de mítines,
manifestaciones y reuniones.
* Cese del control autoritario y represivo sobre el sistema
educativo y respeto efectivo a la Autonomía Universitaria.
3. El cumplimiento de las anteriores demandas políticas debe
ir acompalado de medidas socioeconómicas que alivien la situación de las
mayorías populares, entre las que demandamos:
a) Medidas económicas y administrativas urgentes para evitar
que la inflación siga ejerciendo sus nocivos efectos sobre los hogares
salvadoreños. Entre esas medidas deberán incluirse las siguientes:
* Mejora general y sustancial de los salarios de los trabajadores
en todas las áreas de la actividad económica y los servicios, sin faltar los
empleados estatales; condición indispensable para que puedan aspirar a una vida
digna.
* Regular efectivamente los precios de los artículos de uso y
consumo popular. Parte de estas medidas serían el riguroso control de precios
tanto de los artículos de primera necesidad, medicina y vestuario, como de
aquellos otros vinculados a importantes servicios públicos, tales como
combustibles para transporte, energía eléctrica y agua.
* Congelamiento real de las tasas de alquileres de viviendas
y control efectivo que garanticen la aplicación de multas a los casatenientes
que violen esta disposición.
b) El acceso efectivo y masivo de los campesinos y
trabajadores agropecuarios al uso y propiedad de la tierra, encaminado a
aliviar los problemas económicos, sociales y culturales de las masas del campo,
que ayuden a promover el desarrollo integral del país y constituyan la base de
la liberación social para las masas rurales. También deberá otorgarse
beneficios a la pequeña producción agropecuaria, otorgándole créditos en
condiciones favorables, proporcionándoles asistencia técnica y garantizando el
desarrollo del mercado interno para la justa comercialización de sus productos.
No creemos en soluciones superficiales, ni mucho menos en los ofrecimientos
gubernamentales de apertura democrática y elecciones “libres”, cuando al mismo
tiempo se incrementa la represión y los gastos militares para mantener el
esquema de violencia y de terror. Nuestras organizaciones son de la opinión de
que el sufragio, que es uno de los instrumentos para garantizar la libre
manifestación de la voluntad soberana del pueblo en la conquista y
mantenimiento de su libertad y bienestar, únicamente podrá cumplir tal función
en un régimen verdaderamente democrático, y no en el actual del país. La
plataforma de demandas políticas y económicas que hoy presentamos, recoge las
aspiraciones de la inmensa mayoría de nuestro pueblo y abarca los problemas más
graves que aquejan al país en la actualidad, por ello estamos seguros que esta
plataforma se convertirá en motivo de movilización de vastos y amplios sectores
populares, los que más temprano que tarde harán triunfar los ideales de
democracia y libertad que hoy inspiran nuestra lucha común. Creemos, como lo
hemos dicho antes, que sólo la acción de las organizaciones populares es
garantía para conquistar un proceso de democratización real y un régimen
político nuevo, verdaderamente democrático, en donde la justicia social y la
libertad sean elementos indispensables del mismo.
El Salvador, septiembre de 1979.
Partido Unión Democrática Nacionalista (UDN).– Partido
Movimiento Nacional Revolucionario (MNR).– Partido Demócrata Cristiano (PDC).–
Ligas Populares 28 de Febrero (LP–28).– Confederación Unitaria de Trabajadores
Salvadoreños (CUTS).– Federación Unitaria Sindical Salvadoreña (FUSS).–
Federación Nacional de Trabajadores Salvadoreños (FENASTRAS).– Federación de
Sindicatos de Trabajadores de la Industria del Alimento, Vestido, Textil,
Similares y Conexos de El Salvador (FESTIAVTSCES).– Central de Trabajadores
Salvadoreños (CTS).– Federación de Sindicatos de la Industria de la
Construcción, el Transporte, Similares y Conexos (FESICONTRANS).– Asociación de
Trabajadores Agropecuarios y Campesinos de El Salvador (ATACES).– Central
Campesina Salvadoreña (CCS).– Sindicato Textil de Industrias Unidas S.A.
(STIUSA).– Partido Unionista Centro Americano (PUCA)
Anexo 2
Manifiesto del PCS, FPL y RN al Pueblo salvadoreño (enero de 1980) Manifiesto del Partido Comunista de El Salvador, de las Fuerzas Populares de Liberación “Farabundo Martí” y de la Resistencia Nacional, al Pueblo Salvadoreño, a los Pueblos Centroamericanos y del Mundo
I.- LA UNIDAD REVOLUCIONARIA, CONQUISTA DE NUESTRO PUEBLO HEROICO
La Resistencia Nacional (R.N.), las Fuerzas Populares de Liberación (F.P.L.) “Farabundo Martí” y el Partido Comunista de El Salvador (P.C.S.), plenamente conscientes de nuestra responsabilidad histórica y de que la unidad es un paso imprescindible para el triunfo de la lucha popular, hemos tomado el acuerdo de constituir un organismo de coordinación revolucionaria entre nuestras Direcciones Nacionales y nos hemos comprometido a poner en marcha un proceso de creciente coordinación de la política y la lucha de nuestras tres organizaciones.
Este acuerdo se orienta a alcanzar progresivamente los más elevados e integrales niveles de la unidad y está abierto a la incorporación de las demás organizaciones revolucionarias de nuestro país.
Estamos firmemente convencidos que el pueblo salvadoreño necesita unir todas sus fuerzas para liberarse; necesita la unidad combativa de sus fuerzas revolucionarias, de sus fuerzas democráticas, de todos sus hombres y mujeres patrióticos, honestos y progresistas.
La constitución de este organismo de coordinación es un paso decisivo, una contribución determinante para rescatar a la Patria de la opresión, la injusticia y la dominación imperialista, para conquistar la libertad, la justicia social, la independencia nacional verdadera, la liberación popular y la paz.
La unidad de nuestras organizaciones multiplica el poderío de nuestro pueblo, afirma su vocación patriótica, acerca el momento de su liberación. Es por ello que hemos concertado este acuerdo, recogiendo un anhelo del pueblo salvadoreño y centroamericano, una demanda de cada vez más amplios sectores.
II.- LAS RAICES HISTÓRICAS DE NUESTRA LUCHA
La heroica lucha que libra hoy el pueblo salvadoreño tiene hondas raíces históricas. Las duras y gloriosas jornadas de nuestro pueblo se remontan a las épocas de la tenaz resistencia contra el yugo colonial español y son innumerables las batallas que ha librado por la independencia, por su derecho a la tierra, al pan y a la instrucción, por las libertades democráticas, contra la dominación del imperialismo yanqui y por el triunfo definitivo de sus aspiraciones revolucionarias.
La lucha por la independencia de España y en contra de la anexión de Centroamérica al imperio de Iturbide; la insurrección de los nonualcos, encabezada por Anastasio Aquino, para conquistar la igualdad y el cese de la bárbara explotación de los terratenientes; la entusiasta incorporación al glorioso Ejército de Morazán, para derrotar el predominio de la reacción conservadora y unir Centroamérica bajo una bandera liberal y democrática; la participación junto a los hermanos pueblos del Istmo en la guerra contra William Walker, mercenario de las ambiciones expansionistas y esclavistas yanquis, que pretendían adueñarse de Centroamérica; la resistencia campesina contra el despojo de las tierras ejidales y comunales, son los principales jalones en la historia de las luchas populares del siglo pasado.
Sobre la base de estas tradiciones democráticas, el pueblo salvadoreño se enfrentó, ya en el siglo actual, al vandálico gobierno de 14 años de los Meléndez Quiñónez; sus mejores hijos se incorporaron, con Agustín Farabundo Martí a la cabeza, a la gloriosa lucha del General de Hombres Libres, Augusto César Sandino, contra los invasores norteamericanos y se alzaron en la insurrección obrero-campesina de 1932, ahogada en la sangre de 30 mil trabajadores. La insurrección militar y popular y la huelga general de abril y mayo de 1944 condujeron al derro¬camiento de la tiranía martinista; los combates en los llanos de Ahuachapan contra el tirano Osmín Aguirre en diciembre de 1944; las combativas movilizaciones que dieron al traste con el tiránico gobierno del Coronel Lemus; las constantes y heroicas luchas de los obreros, campesinos, maestros empleados y estudiantes, para reivindicar sus derechos, enfrentaron y enfrentan exitosamente la sanguinaria escalada represiva desatada por la dictadura militar. Tales hechos muestran el incesante batallar de nuestro pueblo y resume su tradición combativa.
Durante las últimas décadas se ha hecho interminable la lista de los heroicos revolucionarios caídos en la lucha: Saúl Santiago Contreras, José Dimas Alas, Felipe Peña, Clara Elizabeth Ramírez, Lil Milagro Ramírez, Manuel Rivera, Rafael Arce Zablah, Rafael Aguiñada, Víctor Manuel Sánchez y tantos otros, conocidos unos, anónimos los más, que han ofrendado sus vidas ejemplares por la justa causa de la liberación popular, cuyo sacrificio permitirá a millones de salvadoreños y a las futuras generaciones gozar de una sociedad justa, sin explo¬tación ni miseria.
De esas tradiciones patrióticas, democráticas y revolucionarias de nuestro pueblo, de los humildes y explotados, son herederas nuestras organizaciones. Hemos nacido y nos hemos desarrollado bajo los incesantes golpes de los enemigos más encarnizados. Hemos vivido vinculados íntima e inseparablemente a las grandes mayorías: hemos crecido y nos hemos fortalecido con su apoyo moral y material. Es por eso que no han podido ni podrán destruimos. Agrupamos a los más firmes y conscientes defensores de los intereses de la Patria y el pueblo, y con las demás organizaciones populares, somos el fruto de este largo combate histórico.
Hemos llegado así a este momento decisivo de la historia nacional más fuertes, más experimentados, más resueltos y capacitados para organizar y dirigir hasta la victoria definitiva la lucha del pueblo salvadoreño.
III.- CERRANDO LA SALIDA PACIFICA, LA OLIGARQUÍA LE IMPUSO LA VIOLENCIA AL PUEBLO
Durante los últimos 25 años, particularmente desde finales de los años sesenta, la lucha del pueblo salvadoreño se ha venido haciendo más permanente, sistemática y organizada, más conciente y combativa.
A lo largo de este intenso período, nuestro pueblo recurrió primero a métodos pacíficos, buscando hacer uso de las vías que aparentemente le ofrecía la Constitución para transformar la sociedad en beneficio de las grandes mayorías. Al concurrir a elecciones, el fraude, la imposición y la represión fue lo que el pueblo obtuvo por respuesta. La oligarquía, sus agentes e instrumentos militares y políticos cerraron esa vía pacífica, cerraron la posibilidad de que el pueblo salvadoreño alcanzará sus anhelos y objetivos históricos sin derramar su sangre.
Esa experiencia histórica no fue inútil: las grandes mayorías realizaron de ese modo su aprendizaje en la escuela insustituible de la dura experiencia propia, comprendieron que la transformación del país, la libertad y la justicia social únicamente pueden conquistarse arrancando el poder al puñado insaciable de grandes explotadores, verdugos y vendepatrias; que por ese objetivo es necesario combatir empuñando las armas, ejerciendo el más legítimo y supremo derecho de todo pueblo: el derecho a la insurrección.
La violencia no la buscó el pueblo salvadoreño, le fue impuesta por la oligarquía y su obediente y criminal tiranía militar. A la violencia del sistema imperante que condena a los trabajadores al hambre, a la miseria, al analfabetismo y al desempleo, que mata de desnutrición a nuestros niños, que niega los más elementales derechos de nuestra población, vino a sumarse a la constante agresión militar contra el pueblo desarmado, particularmente por parte de los cuerpos de seguridad (recordar por ejemplo los casos de Chinamequita, La Cayetana y Tres Ca1les en 1974). Llevando adelante lo que llaman “guerra de contra-insurgencia”, han intentado ahogar en sangre todos los anhelos y luchas de las grandes mayorías.
Esto hizo conciencia en nuestro pueblo de que no le quedaba otro camino que armarse, organizarse para repeler esa agresión y defender así sus luchas, sus conquistas y su derecho a transformar la sociedad.
De esta manera, la lucha armada se fue uniendo generalizada e indisolublemente a la lucha reivindicativa y política; se creó y multiplicó la guerrilla revolucionaria, se multiplicaron en vasta escala los órganos de auto-defensa de las masas, hasta el surgimiento de la milicia y se ha puesto en marcha la construcción del Ejército Popular. ¡Ahora la violencia revolucionaria, en todos sus aspectos, es un derecho adquirido e irrenunciable del pueblo salvadoreño!
La oligarquía y sus testaferros claman hoy hipócritamente por la “paz”; pretenden que nuestro pueblo se resigne y se humille a su cruel dominación, que acepte sin protesta el entreguismo y el saqueo de la Patria.
Esa paz quieren imponerla con la matanza, los desaparecimientos, la cárcel y el destierro; es la paz de los cementerios. Las FPL, la RN y el PCS luchamos con el pueblo por una paz con justicia, independencia y libertad, y por tanto sólida y perdurable. Junto con todo el pueblo conquistaremos combatiendo esa paz justa.
IV.- LA CRISIS NACIONAL ES PROFUNDA Y NO PUEDE RESOLVERSE CON PARCHES Y MASACRE
La sociedad salvadoreña actual está estructurada para que unos pocos vivan en la opulencia, para que las potencias imperialistas puedan saquearnos tranquilamente, para que unos cuantos puedan establecer su despiadada dominación. Pero esas estructuras económico-sociales se encuentran hoy en una profunda crisis.
Están en crisis las relaciones de propiedad, producción y distribución de la riqueza; la dependencia comercial, financiera y tecnológica del imperialismo; la explotación de las transnacionales establecidas en suelo nacional. La crisis económica que vive todo el mundo capitalista agrava la crisis nacional.
También se encuentra en crisis irremediable la dictadura militar que nos ha oprimido a lo largo de 48 años, constituida en guardián de la oligarquía y del imperialismo. Hace ya mucho tiempo que el pueblo rechaza seguir dominado por esta dictadura militar sangrienta. La crisis política agrava la crisis económica, acelera la fuga de capitales y genera el estancamiento e incluso el retroceso de la economía nacional
Se han quebrado los tradicionales instrumentos jurídicos e ideológicos de las clases dominantes para influir y someter a las masas trabajadoras. El signo de nuestros días es la creciente rebeldía popular.
Por todo ello se han agrietado las filas de las mismas clases dominantes y de su aparato militar.
El heroísmo de la resistencia y del combate popular han derrotado la salida a la crisis que la burguesía pretendía imponer con un modelo fascista o fascistoide de dominación, basado en la represión y el exterminio sangriento de las organizaciones y los militantes revolucionarios.
Se han visto frustrados los intentos por constituir una supuesta tercera alternativa histórica, el reformismo. Los acontecimientos que hemos vivido a lo largo de la coyuntura creada con el golpe de Estado del 15 de octubre, han puesto en evidencia que la crisis no puede resolverse por esta vía, como pretenden algunos sectores del imperialismo, de la burguesía y de las capas medias.
Los esfuerzos que se hacen para salvar el proyecto reformista, contando ahora con un apoyo más resuelto del gobierno de los EE.UU., están condenados al fracaso.
Los sectores oligárquicos e imperialistas más reaccionarios, partidarios de la contrarrevolución, no desean apoyar el proyecto reformista y tratan de imponer al país una guerra genocida, realizar la matanza de decenas de miles de trabajadores e intelectuales, de gente humilde del pueblo.
Al mismo tiempo que damos esta voz de alerta, afirmamos que la contrarrevolución no puede destruir el movimiento revolucionario y popular y será ella derrotada por el puño implacable del pueblo unido y en armas.
V.- LA REVOLUCIÓN POPULAR, ÚNICA SOLUCIÓN VERDADERA
Ya nadie debe confundirse: la única alternativa verdadera y eficaz de solución a la crisis nacional en beneficio del pueblo, es la revolución popular armada, cuyas fuerzas maduran aceleradamente en el seno de éste.
Esa revolución no será un acto de venganza sino de justicia y transformación liberadora; asegurará las libertades y derechos democráticos para todo el pueblo, instaurará así, una verdadera democracia; entregará la tierra a las grandes mayorías del campo, que son quienes en realidad la trabajan haciéndola producir; conquistará la verdadera independencia nacional, recuperando para nuestro pueblo el derecho a decidir libremente su destino; asegurará, con estos y otros cambios fundamentales, condiciones de vida materiales y culturales dignas para el pueblo trabajador.
Estas grandes tareas sólo pueden realizarse si previamente la revolución triunfa, es decir, si conquista el poder, destruye la maquinaria oprobiosa, corrupta y sanguinaria de la tiranía militar y establece en base del poder popular, un gobierno revolucionario, democrático y anti-imperialista.
Tales son los objetivos estratégicos de la revolución por la que luchan nuestras organizaciones, junto con lo más avanzado del pueblo.
Para llevar a la victoria esta revolución, es que hemos decidido poner en marcha con nuestro acuerdo unitario, el proceso de unificación de todas las fuerzas revolucionarias y la unión de éstas con todas las fuerzas democráticas, civiles y militares, religiosas y laicas.
Fuerzas revolucionarias y fuerzas democráticas, son los dos grandes torrentes engendrados por la lucha del pueblo salvadoreño; unir estos dos torrentes significa unir al pueblo, permitirle a éste asumir toda su potencialidad y capacidad y ganarse la más grande solidaridad internacional, para aislar y vencer al enemigo poderoso y cruel.
La unión de las fuerzas revolucionarias y democráticas es una necesidad urgente, es una premisa imprescindible para la liberación del pueblo salvadoreño y debe de lograrse pronto.
Nos dirigimos a los sectores progresistas de la Iglesia y de los militares, de los partidos opositores, a las organizaciones independientes, sindicales y gremiales en general, a tantos intelectuales y personalidades demócratas, con o sin partido, a los numerosos sectores de pequeños y medianos empresarios, que hoy se preocupan por buscar una solución patriótica a la crisis y miran cada vez con mayor recelo las exigencias de la oligarquía de marchar tras ella, tras su carro de explotación y matanzas y les decimos: independientemente de las diferencias ideológicas y políticas que hay entre nosotros y ustedes, reconocemos los méritos de su esfuerzo por alcanzar la democracia y la justicia social para nuestro pueblo y les pedimos contribuir a su unificación para hacer eficaz su lucha por liberarse; les proponemos incorporarse activamente al gran proceso de unidad que está en marcha, concurrir a él con ideas, que nosotros respetaremos con su capacidad y talento, con su influencia y su devoción por la libertad.
Esta magna unión del pueblo salvadoreño hará más pronta, menos difícil y menos dolorosa su victoria liberadora, que no podrá ser impedida por nada ni nadie, aún imponiéndole los mayores sacrificios.
El pueblo salvadoreño, heroico, combatiente, altivo, jamás se resignará a vivir de rodillas. Llegó su hora y se liberará encabezado por sus organizaciones revolucionarias, romperá las cadenas de la dictadura militar reaccionaria de medio siglo y la destruirá para siempre.
VI.- LOS MILITARES HONRADOS DEBEN UNIRSE A LA LUCHA DEL PUEBLO
En la trayectoria de lucha de nuestro pueblo, los militares honestos, con aspiraciones patrióticas y democráticas han escrito páginas importantes.
El Ejército salvadoreño mismo se inició, bajo el mando de su fundador Manuel José Arce, enfrentándose a las ambiciones anexionistas del Imperio Mexicano de Iturbide en 1822. La gesta unionista del General Gerardo Barrios personificó la disposición firme de defender la soberanía de los pueblos centroamericanos y la voluntad reformadora del Ejército salvadoreño en 1850-1860.
En el azaroso y convulso desarrollo del joven Estado surgido de la independencia, el Ejército cayó bajo la hegemonía de las peores fuerzas reaccionarias de los terratenientes; la corrupción y la venalidad de una minoría de jefes permitió que los ideales liberales y democráticos de los fundadores del Ejército fueran traicionados. Este proceso culminó en 1932 al instaurarse la tiranía militar; la función del Ejército se vio reducida a la protección de los que sojuzgan y venden la Patria y a la represión cotidiana de nuestro pueblo, estableciéndose así la oposición tajante entre el Ejército y el pueblo de cuyo seno ha surgido.
El Ejército fue convertido en el partido de la oligarquía de grandes capitalistas y terratenientes, pero en cada generación de militares siempre hubo quienes se conservaron patriotas se rebelaron y se pusieron junto al pueblo y contra sus enemigos. Así lo ha demostrado la gesta gloriosa que escribieron muchos oficiales el 2 de abril de 1944, cuando se alzaron contra Martínez, ofrendando sus vidas. La participación de jóvenes militares en la batalla de Ahuachapan contra Osmín Aguirre, el levantamiento contra Lemus en octubre de 1960, el sofocado alzamiento del 25 de marzo de 1972, son otros ejemplos de que no todos los militares se resignan al triste papel de verdugos que se les ha impuesto.
La disposición de unirse al pueblo que se ha puesto de manifiesto durante los últimos meses en gran parte de los jóvenes oficiales, es una demostración de que vive entre ellos la herencia de esas tradiciones patrióticas. La oligarquía y la reacción se han encargado de burlar nuevamente sus esfuerzos transformadores.
Los militares honrados no quieren un enfrentamiento entre la Fuerza Armada y el pueblo en armas. Nosotros compartimos ese sentimiento y confiamos en que, por su honestidad y patriotismo, por ser parte del pueblo, estos militares ocuparán el lugar que les corresponde junto a nosotros para construir una sociedad nueva. Los soldados y clases son en el Ejército los que mejor comprenden la lucha del pueblo, porque ellos mismos son trabajadores e hijos de trabajadores y tienen asegurado su puesto en el Ejército Popular. Juntos construiremos una sociedad donde el Ejército sea verdadero brazo armado del pueblo, defensor de su libertad y de la justicia, garantía firme de la soberanía hoy escamoteada y de la independencia hoy pisoteada.
VII.- APOYAMOS LAS LUCHAS REVOLUCIONARIAS Y LAS CAUSAS DEMOCRÁTICAS DE TODOS LOS PUEBLOS Y APRENDEMOS DE ELLAS
La heroica lucha del pueblo nicaragüense, encabezada victoriosamente por el Frente Sandinista de Liberación Nacional, es una fuente más de inspiración de nuestra unidad y disposición a combatir hasta vencer.
La victoria sandinista ha abierto una época de revolución en el Istmo centroamericano, nos enriquecemos con su experiencia y la sabremos aprovechar, adaptándola a nuestra situación y problemas.
Tal como nos opusimos a la intervención del CONDECA y del imperialismo yanqui en la lucha contra Somoza, condenamos cualquier intento intervencionista para frustrar las ansias liberadoras de nuestro pueblo.
Concebimos la revolución en El Salvador como parte de la revolución en Centroamérica y como un particular aporte de nuestro pueblo a la lucha por la liberación de todos los pueblos del continente. Apoyamos las posiciones democráticas que asumen e impulsan cada vez más pueblos y gobiernos latinoamericanos. Valoramos muy altamente las posiciones anti-imperialistas, la defensa de los avances democráticos y de la paz internacional patrocinadas por los pueblos y gobiernos de Panamá, México y Costa Rica, países del Pacto Andino y del Caribe. Respaldamos la lucha de los pueblos de Puerto Rico, Belice y Panamá por conquistar el derecho a ser dueños de su propio destino y a establecer la soberanía en todo su territorio.
Anhelamos la unidad centroamericana, pero rechazamos que pueda construirse sobre la base de la intervención extranjera y el sojuzgamiento de nuestros pueblos. Nos proponemos estrechar los vínculos con todos los países centroamericanos. Deseamos establecer relaciones amistosas y fraternales con todos los pueblos del mundo, sobre la base de la autodeterminación.
Condenamos todas las formas de colonialismo. Apoyamos la lucha de los pueblos del mundo contra la opresión extranjera y contra el racismo, particularmente la lucha del pueblo palestino contra el sionismo y de los pueblos de África contra el racismo y el apartheid.
Respaldamos en todos sus puntos los acuerdos de la Sexta Cumbre del Movimiento de los Países No Alineados, celebrada en La Habana; buscamos el establecimiento de un nuevo orden económico internacional y somos resueltos partidarios de la distensión, el desarme y el aseguramiento de la paz mundial.
VIII.- CON LA UNIDAD DEL PUEBLO HASTA LA VICTORIA FINAL
La trascendencia de nuestro acuerdo de coordinación y unidad abre una nueva página de la historia nacional, hacia la conquista de la liberación definitiva de nuestro pueblo.
Obreros, campesinos, estudiantes, maestros, empleados, intelectuales progresistas, habitantes de tugurios, pequeños y medianos empresarios, clero progresista, sectores democráticos en general, soldados y oficiales patrióticos, hombres y mujeres de nuestro pueblo, formemos todos la gran unidad hacia la definitiva liberación popular.
¡Ha llegado el momento de los supremos esfuerzos por el triunfo de la revolución!
Las etapas decisivas serán duras y dolorosas, pero el triunfo es inevitable. La sangre derramada por miles y miles de patriotas desde el siglo pasado, las aspiraciones y la sangre de nuestros queridos compañeros caídos durante los últimos años, fructifican hoy luminosamente en la unidad de nuestro pueblo en marcha hacia la victoria final.
¡Viva la firme y amplia unidad del pueblo salvadoreño!
¡Viva la alianza obrero campesina!
¡Por el Gobierno Popular Revolucionario!
¡Viva la solidaridad internacional de los pueblos!
¡Con la unidad del pueblo, hasta la victoria final!
El Salvador, Centroamérica, 10 de enero de 1980
Dirección Nacional Ejecutiva de la Resistencia Nacional
R.N.
Comité Central del Partido Comunista de El Salvador
P.C.S.
Comando Central de las Fuerzas Populares de Liberación -FPL- Farabundo Martí
F.P.L.
¡Revolución o Muerte, el Pueblo Armado Vencerá!
¡Proletarios de todos los países, uníos!
¡Lucha armada hoy, socialismo mañana!
- Anexo 3
NUESTRAS ORGANIZACIONES POPULARES EN MARCHA HACIA LA UNIDAD . POSICION DEL FAPU, LP-28, BPR, UDN
Manifiesto al Pueblo Salvadoreño, a los pueblos centroamericanos y del mundo, de las Organizaciones Bloque Popular Revolucionario B.P.R., Unión Democrática Nacionalista U.D.N – Frente de Acción Popular Unificada F.A.P.U., Ligas Populares 28 de Febrero L. P. -28
LA PROFUNDA CRISIS ECONOMICA Y POLITICA QUE VIVE NUESTRO PAIS
Nuestro heroico pueblo ha tenido que vivir en la miseria y soportar la explotación y la dominación de potencias extranjeras que sin consideración alguna han estado robando nuestras riquezas por más de 400 años. Ante esta grave situación la respuesta del pueblo salvadoreño ha consistido siempre en la lucha por sacudirse el yugo explotador y por expulsar al invasor de nuestro suelo.
El Pueblo ha creado riquezas y vive en la pobreza; debido a la voracidad insaciable de las minorías criollas y extranjeras que viven en la opulencia, sin importarles que los trabajadores mueran de hambre, sin importarles que los trabajadores no tengan techo que les libre de las inclemencias del tiempo, sin importarles que los trabajadores no tengan vestido que les libre del frío, porque los trabajadores lo único que tienen es miseria y hoy más que nunca están dispuestos a perderla para entonar cantos de libertad y de justicia.
En la búsqueda por mejorar sus condiciones de vida nuestro heroico pueblo se ha venido incorporando cada día más a la lucha por la defensa de sus intereses más sentidos, como también por conquistas una patria nueva donde imperen la paz y la justicia.
En este duro camino ha tenido que soportar y enfrentar la más cruel represión y las más diversas maniobras de las clases que ostentan el poder en el país y del imperialismo que en todo momento han tratado de ahogar en sangre esos anhelos de justicia.
Pero el pueblo con su lucha ha venido derrotando cada una de las maniobras del imperialismo y la oligarquía y hoy se encamina con pasos firmes a la conquista de su liberación definitiva. ¡No hay otra alternativa.
LA ALTERNATIVA REVOLUCIONARIA UNICA SOLUCION A LA CRISIS QUE VIVE EL PAIS
La aguda crisis que padece nuestro país tanto en su estructura económica como política no puede ser resuelta ni por los reaccionarios más recalcitrantes, ni con los proyectos más demagógicos y reformistas como el que impulsa el gobierno actual encabezado por la Democracia Cristiana bajo control del imperialismo, sino por el contrario dicha crisis se profundizará y sólo podrá ser resuelta con las medidas revolucionarias que impulsa el pueblo salvadoreño.
Es decir que sólo la revolución es capaz de resolver los problemas de hambre y miseria y opresión que hoy azotan a millones de salvadoreños. La crisis podrá ser resuelta únicamente con medidas económicas, políticas y sociales que beneficien al pueblo y que acaben con el predominio de una minoría oligárquica que durante años se ha apropiado de las riquezas generadas con el trabajo del pueblo.
Tanto los sectores oligárquicos come la bota invasora del imperialismo norteamericano y algunos reformistas están pretendiendo negar la capacidad del pueblo para solucionar la crisis actual y no sólo la han negado sino adversado propagando la idea de que la revolución impone un costo social muy alto; callando de ese modo el precio que ha pagado ya con el derramamiento de la sangre de sus mejores hijos, negando el costo social que ha significado el hambre, la miseria y la explotación que por decenas de años ha soportado nuestro pueblo.
Pero a pesar de que los enemigos de la justicia social han propagado ideas contrarias a los intereses del pueblo, este ha entendido ya que la lucha es el único camino para lograr la democracia, los cambios y la justicia social y se ha incorporado recientemente a las distintas organizaciones revolucionarias y a las luchas que libran en defensa de los intereses populares.
La alternativa revolucionaria se ha esbozado no sólo como una respuesta histórica a esa crisis; sino como una alternativa real posible en estos momentos, sobre todo ante el fracaso de los distintos ensayos oportunistas y reformistas incluyendo el proyecto demócrata-cristiano el cual esta destinado al más rotundo fracaso puesto que tendrá que estrellarse contra la resistencia de la oligarquía y de los sectores más reaccionarios de la fuerza armada así como con el creciente accionar del movimiento popular que lucha por la conquista de sus reivindicaciones más sentidas y de su libertad.
Ha quedado demostrado que la crisis no puede ser superada con proyectos demagógicos y reformistas debido ala profunda descomposición del Sistema Capitalista Dependiente; esta descomposición ha sido pintada por las clases dominantes como una simple crisis de gobierno. Sin embargo el pueblo sabe que estamos frente al profundo desmoronamiento de las estructuras del sistema injusto de explotación y miseria y a las puertas de uno nuevo que habrá de construirse a partir de sus luchas.
LA UNIDAD DE LA IZQUIERDA CONDICION BASICA PARA EL TRIUNFO DE LA REVOLUCION
Estando las condiciones objetivas del desarrollo de nuestra sociedad maduras para el triunfo de la revolución, la unidad del movimiento popular resulta ser un imperativo, una necesidad histórica y una condición básica par marchar en la ruta definitiva hasta la victoria del pueblo. Comprendiendo esta necesidad, este reto a los revolucionarios, las organizaciones FAPU, BPR, LP-28 y UDN, hemos iniciado un proceso de unidad y coordinación de nuestras luchas; y queremos en perspectiva llegar a crear formas orgánicas que acrecienten la efectividad de los golpes que habremos de seguir dando a la oligarquía salvadoreña y al imperialismo; y que faciliten y hagan más efectivas las conquistas del pueblo. este paso, este proceso unitario iniciado constituye el signo más importante y esperanzador de nuestro pueblo, y s un gesto de madurez políticas de las organizaciones populares más representativas.
LA UNIDAD PRODUCTO DE LA LUCHA
Reconocemos que este proceso de unidad iniciado por nuestras organizaciones es el producto de la lucha que hemos librado todos los patriotas aglutinados en organizaciones democráticas y revolucionarias; ha sido la lucha concreta de todos, lo que nos ha hecho madurar y reconocer no sólo al enemigo común del pueblo sino el papel que cada uno ha de jugar en la lucha.
De esta manera hemos visto el infatigable batallar del pueblo salvadoreño que con mística revolucionaria ha podido combatir para defender sus intereses aun en los momentos más desfavorables y adversos, teniendo que pagar con la sangre de sus mejores hijos.
La unidad que estamos construyendo es el fruto de la lucha heroica de la clase obrera, del campesinado, de los maestros y todos los trabajadores que han sabido defender con el puño en alto el espíritu indomable de nuestro pueblo.
Las multitudinarias acciones realizadas por e! LP-28, U.D.N., B.P.R. y F A P.U. han demostrado que somos la mayoría del pueblo organizado y que seguiremos creciendo como un río caudaloso que arrastre y limpie nuestro suelo de toda la escoria e inmundicia de las minorías que ahora usurpan el poder que le pertenece al pueblo.
Este hecho es, por otra parte un homenaje a todos los que en la lucha por la liberación de nuestro país han ofrendado sus vidas combatiendo heroicamente.
Ratificando ante sus memorias nuestra disposición de avanzar en este proceso para hacer realidad la causa por la que ellos cayeron.
RECONOCEMOS EL PAPEL DE LAS ORGANIZACIONES DEMOCRÁTICAS
La unidad de las fuerzas revolucionarias y democráticas esta llamada a formar una férrea muralla contra la que fracasará todo intento de la contrarrevolución, ya sea en su forma represiva y reformista. Por eso llamamos a todas las organizaciones democráticas, personas progresistas, pequeños y medianos empresarios, a los profesionales, estudiantes, señoras de los mercados, etc., a cerrar filas contra los enemigos del pueblo, para que estemos en la capacidad de formar la más amplia y poderosa unidad de fuerzas revolucionarias y democráticas que harán posible la conquista de un gobierno verdaderamente revolucionario que junto a su pueblo haga realidad la democracia y la justicia social. Expresamos nuestra solidaridad con todos los patriotas que luchan por la liberación definitiva de nuestro pueblo y de manera especial con las organizaciones que forman el Foro Popular.
Del mismo modo, con aquellos militares que no abandonan sus aspiraciones de cambio y justicia muy a pesar del predominio que por hoy tienen los sectores más reaccionarios del ejercito , y les llamaos a la lucha junto al pueblo por esos ideales de paz basados en la justicia social.
El pueblo salvadoreño debe hoy más que nunca profundizar el impulso de su lucha reivindicativa por conquistar sus justos intereses, debe incorporarse a las diversas organizaciones populares y prepararse para batallar en todos los niveles que la lucha y el momento demanden, siguiendo el ejemplo de la lucha de otros pueblos especialmente del heroico pueblo nicaragüense que mediante la unidad de todo su pueblo conquistó su libertad.
Marchamos con paso firme y unitario con la antorcha de la libertad en nuestras manos hacia la conquista de la paz, la libertad y la justicia que tanto anhela nuestro pueblo.
POR LA UNIDAD DE LAS FUERZAS REVOLUCIONARIAS Y DEMOCRATICAS
FRENTE DE ACCION POPULAR UNIFICADA F.A.P.U.
LIGAS POPULARES 28 DE FEBRERO L.P.-28
BLOQUE POPULAR REVOLUCIONARIO B.P.R.
UNION DEMOCRATICA NACIONALISTA U.D.N.
San Salvador, El Salvador, 11 de Enero de 1980
- Anexo 4
Plataforma Programática del Gobierno Democrático Revolucionario del UDN, LP-28, BPR, FAPU
Las estructuras económicas y sociales de nuestro país, que han garantizado el enriquecimiento desmesurado de una minoría oligárquica y la explotación de nuestro pueblo por el imperialismo yanqui, se encuentran en una crisis profunda e insalvable.
También se encuentra en crisis la dictadura militar, todo el ordenamiento jurídico y la ideología que han defendido y defienden los intereses oligárquicos e imperialistas norteamericanos, oprimiendo y sometiendo al pueblo salvadoreño por medio siglo.
Las filas de esas clases dominantes se han agrietado y los intentos fascistas y reformistas para superar la crisis han fracasado, victimas de sus propias contradicciones y golpeados por la decidida y heroica acción del movimiento popular. Este fracaso no ha podido ser impedido ni siquiera por la casa vez más descarada intervención norteamericana en respaldo de esos proyectos anti-populares.
El fiel apego de las organizaciones revolucionarias a los intereses y aspiraciones del pueblo salvadoreño, ha permitido que, de manera indisoluble, se fortalezcan y ahonden sus raíces entre las grandes mayorías trabajadoras y las capas medias. El movimiento revolucionario por su arraigo popular, es ahora indestructible y constituye la única alternativa para el pueblo salvadoreño, que no podrá ser detenido ni desviado en su lucha por conquistar una patria libre en la que se realicen sus anhelos vitales.
La crisis económica y política de las clases dominantes, por un lado, y por otro, la pujanza del movimiento popular, constituido en la fuerza política decisiva de nuestro país, ha originado un proceso revolucionario y condiciones para que el pueblo asuma el poder.
La transformación revolucionaria de nuestra sociedad, sometida hasta ahora a la injusticia, el entreguismo y el pillaje, es hoy una realidad posible y próxima. Solo mediante ella conquistará y asegurará nuestro pueblo las libertades y derechos democráticos que le han sido negados.
Únicamente la revolución solucionará el problema agrario, generando en beneficio de las masas campesinas y de los asalariados agrícolas condiciones materiales y espirituales de vida favorables a la inmensa mayoría de nuestra población, sumida hoy en la miseria, el atraso cultural y la marginalidad.
Será la revolución la que conquiste la verdadera independencia política de nuestro país, dándole al pueblo salvadoreño el derecho de determinar libremente su destino y de alcanzar la independencia económica real.
Esta revolución es por ello, popular, democrática, anti-oligárquica y busca conquistar la efectiva y verdadera independencia nacional. Sólo la victoria revolucionaria detendrá la criminal represión y hará posible que el pueblo conquiste la paz de que hoy no goza; una paz sólida, basada en la libertad, la justicia social y la independencia nacional.
Esta revolución que esta en marcha, no es, ni podrá ser, la obra de un grupo de conspiradores; por el contrario, es el fruto de la lucha de todo el pueblo, es decir, de lo obreros, de los campesinos, de las capas medias en general y todos los sectores y personas honestamente democráticas y patrióticas.
Las filas más conscientes y organizadas del pueblo salvadoreño, que ya son multitudinarias, combaten ahora cada vez más ensanchadas y unidas. Por su disposición combativa, su grado de conciencia, temple y organización y su espíritu de sacrificio en aras del triunfo popular, la alianza de los obreros y campesinos ha confirmado ser el más firme puntal para garantizar la consecuencia y firmeza del movimiento hacia la liberación, en el cual se unen como expresión de la unidad de todo el pueblo las fuerzas revolucionarias y las fuerzas democráticas, los dos grandes torrentes engendrados por la larga lucha librada por el pueblo salvadoreño.
La tarea decisiva de la revolución, de la cual depende el cumplimiento de todas sus tareas y objetivos, es la conquista del poder y la instauración de un GOBIERNO DEMOCRÁTICO REVOLUCIONARIO que emprenda, a la cabeza del pueblo, la construcción de una nueva sociedad.
TAREAS Y OBJETIVOS DE LA REVOLUCIÓN
Las tareas y objetivos de la revolución en El Salvador son las siguientes:
1. Derrocar la dictadura militar reaccionaria de la oligarquía y el imperialismo yanqui, impuesta y sostenida contra la voluntad del pueblo salvadoreño desde hace cincuenta años; destruir su criminal maquinaria político-militar y establecer el GOBIERNO DEMOCRÁTICO REVOLUCIONARIO, fundamentado en la unidad de las fuerzas revolucionarias y democráticas, en el Ejército Popular y en el pueblo Salvadoreño.
2. Poner fin al poder y dominio político, económico y social en general, de los grandes señores del capital y de la tierra.
3. Liquidar definitivamente la dependencia económica, política y militar de nuestro país respecto al imperialismo yanqui.
4. Asegurar los derechos y libertades democráticas para todo el pueblo, particularmente para las masas trabajadoras, que son quienes menos los han disfrutado.
5. Traspasar al pueblo, mediante la nacionalización y la creación de empresas colectivas y asociativas, los medios de producción y distribución fundamentales, ahora acaparados por la oligarquía y los monopolios estadounidenses: la tierra en poder de los grandes terratenientes, las empresas productoras y distribuidoras de electricidad, la refinación del petróleo, las empresas industriales, comerciales y de servicios monopólicos, el comercio exterior, la banca, las grandes empresas del transporte. Todo ello sin afectar a los pequeños y medianos empresarios privados, a los cuales se dará estímulo y apoyo, en todo sentido, en las diversas ramas de la economía nacional.
6. Elevar el nivel material y cultural de la vida de la población.
7. Crear el nuevo Ejército de nuestro país, que surgirá fundamentalmente en base del Ejército Popular construido en el curso del proceso revolucionario, al cual podrán incorporarse aquellos elementos sanos, patrióticos y dignos que pertenecen al ejército actual.
8. Impulsar la organización popular en todos los niveles, sectores y formas, para garantizar su incorporación activa, creadora y democrática al proceso revolucionario y conseguir la más estrecha identificación entre el Pueblo y el Gobierno.
9. Orientar la política exterior y las relaciones internacionales de nuestro país, por los principios de la independencia y la autodeterminación, la solidaridad, la convivencia pacífica, la igualdad de derechos y el respeto mutuo entre los estados.
10. Con todo ello, asegurar en nuestro país la paz, la libertad, el bienestar del pueblo y el sucesivo progreso social.
EL GOBIERNO DEMOCRATICO REVOLUCIONARIO, SU INTEGRACIÓN Y SU PLATAFORMA DE CAMBIOS POLÍTICOS, ESTRUCTURALES Y SOCIALES
El GOBIERNO DEMOCRÁTICO REVOLUCIONARIO se integrará con representantes del movimiento revolucionario y popular de los partidos, organizaciones, sectores y personalidades democráticos, dispuestos a participar en la realización de la presente Plataforma Programática.
Este Gobierno se apoyará en una amplia base social y política formada en primer lugar, por la clase obrera, el campesinado y las capas medias avanzadas; íntimamente unidas a ellas, estarán todas las capas sociales dispuestas a llevar adelante esta Plataforma; pequeños y medianos empresarios industriales, comerciales, artesanales, agropecuarios (pequeños y medianos cafetaleros y de los otros renglones de la agricultura y ganadería).
Comprenderá así mismo, a los profesionales honestos, al clero progresista, a partidos democráticos como el MNR, los sectores avanzados de la Democracia Cristiana; a los oficiales dignos y honestos del ejercito, que estén dispuestos a servir a los intereses del pueblo y todo otro sector, grupo, personalidades o segmentos que aboguen por la amplia democracia para las masas populares, por el desarrollo independiente, por la liberación popular.
Todas estas fuerzas concurren actualmente a integrarse en una alianza democrática y revolucionaria en la que se respeta plenamente la ideología política y religiosa de cada una. La forma orgánica de esta alianza voluntaria al servicio del pueblo salvadoreño, será un resultado del consenso de todos aquellos que la integren.
Documento escrito por Américo Araujo “Comandante Hugo”, con recopilación de información histórica ahora parte de la Memoria viva de nuestro partido FMLN.
Comisión de Comuniaciones del FMLN Suecia