Pocos días han pasado desde la toma de posesión del nuevo presidente de El Salvador, una serie de acontecimientos han golpeado la vida de cientos de familias por las primeras decisiones del presidente electo, que en su afán de obtener notoriedad ha publicado desde las redes sociales los despidos injustificados de muchos trabajadores gubernamentales.
La desaparición de valiosas instituciones como la Secretaria de Transparencia y el desmantelamiento de Ciudad Mujer son dos medidas que golpean, no solo ha los empleados sino que a miles de mujeres que durante varios años utilizaron los servicios que allí se ofrecían; la información es otro elemento que tiende a sufrir con las nuevas medidas, en primer lugar las cifras de seguridad ya no se publican diariamente.
A nivel interno, diferentes ministros y directores de autónomas han anunciado las medidas, de la “medicina amarga” que adelantó Bukele en su primer discurso; eliminación de subsidios al agua, al gas; la privatización de servicios en forma de concesiones; el rompimiento de relaciones con los pueblos que luchan contra la opresión (RASD), para aliarse con los opresores (Marruecos); el populismo barato a cada instante es la estrategia del nuevo presidente.
Los grandes problemas nacionales no han sido abordados con seriedad, no hay indicios de que se esté preparando para enfrentar la pobreza, la exclusión, la migración, la contaminación y la inseguridad; esos detalles no son preocupación para el nuevo gobierno. Bukele pretende gobernar a costillas de su popularidad pagada con fondos de las alcaldías que gobernó y con la ayuda de los grupos oscuros que lo apoyan detrás de bambalinas.
Esa flamante actitud déspota y dictatorial mostrada por Bukele y su camarilla de aduladores a sueldo pretende dejar sin sustento económico a las familias que durante mucho tiempo laboraron para el Estado, mientras se contrata a familiares y amigos de esta nueva élite para que laboren en las diferentes instituciones estatales; esa medida de despido es a todas luces ilegal pero los partidos de derecha que apoyan al presidente, entre ellos GANA, ARENA, PCN entre otros, están por aprobar la petición de Hacienda para despedir a los cesados de las secretarías suprimidas.
La medicina amarga, no solo tiene ese sabor, más bien no va a curar al paciente, sino que lo está condenando a la muerte porque esto no es mas que el inicio del despojo y la continuidad del patrón de acumulación inaugurado por la oligarquía en 1989. La oligarquía y el imperialismo tiene todo a favor para que Bukele mueva los hilos del Estado y poder recuperar lo que en 10 años se les ha negado: controlar el ejecutivo para seguir enriqueciéndose.