A un mes que termine el gobierno de Salvador Sánchez Cerén comienzan a salir las evaluaciones sobre su gestión, es claro que los medios de comunicación ligados al gran capital y a la derecha anticomunista sean mal valoradas y tildadas de incapaz. Pero la realidad es otra, el legado en varias áreas será difícil de superar por las próximas administraciones.
El profesor Sánchez Cerén llegó a la presidencia con el respaldo popular que le endosó cerca de un millón y medio de votantes, además como la mejor carta del FMLN, sujeto político de las mayorías populares en El Salvador. A partir de allí comenzó a luchar diariamente contra las fuerzas reaccionarias y contra la derecha radical, a tal punto que en los 5 años boicotearon su gestión desde los 3 órganos del Estado. Sin embargo, trató de mantener los programas y las medidas sociales impulsadas por el FMLN.
Asediado por la Sala de lo Constitucional que en varias resoluciones bloqueó sistemáticamente las finanzas del Estado y las medidas sociales que beneficiaban a las mayorías, el presidente y su gobierno sostuvo la firmeza que los derechos conquistados por la ciudadanía debían mantenerse, jamás dejaron de entregarse los paquetes escolares, aún con problemas logísticos siempre llegaban a la población más necesitada.
Otro rasgo fundamental en el gobierno actual es que fue muy transparente en el manejo de la cosa pública, además, predicó con el ejemplo de austeridad y buen manejo de los recursos, evitó el despilfarro a que estaban acostumbrados los gobiernos de derecha en el tiempo neoliberal. La corrupción mostrada por la derecha en antiguos gobiernos no puede achacarse, en absoluto, al profesor Sánchez Cerén.
En materia económica, este gobierno mantuvo un crecimiento aceptable, a pesar de la estructura macroeconómica que heredó de los gobiernos areneros, con poca posibilidad de maniobra, ya que encontraba en las medidas de la Asamblea Legislativa una barrera muy difícil de esquivar, hizo crecer la economía de manera sostenida en los 5 años de gestión; mejoró la deuda pública y logró junto a los trabajadores el aumento significativo al salario mínimo, aún contra la voluntad de la derecha oligárquica representada en la ANEP.
A nivel social, deja a El Salvador al borde de la declaración de país libre de analfabetismo; este gobierno le apostó, sin lugar a dudas, a erradicar el analfabetismo, con la ayuda de miles de voluntarios que dieron su trabajo desinteresado para que el país salga de ese flagelo.
Respecto a los servicios médicos y hospitalarios el gobierno saliente fue reconocido a nivel internacional por impulsar la reforma integral al sistema de salud, creación de hospitales, abastecimiento significativo de medicamentos, incremento de consultas, campañas de erradicación de enfermedades son la expresión de la voluntad del presidente por darle a la población lo que merece de forma gratuita.
Pueden enumerarse muchos más logros, pero lo importante es que se valore el legado de un presidente que ha estado a la altura de un estadista, a pesar de la férrea oposición de los sectores más reaccionarios y conservadores que jamás desistieron de boicotear la gestión gubernamental.