De varias intervenciones del Comandante de la Revolución Ramiro Valdés, quien ofrece conceptos imprescindibles sobre nuestra historia y destino
Hoy, en medio del trabajo incansable de nuestra Revolución para conquistar la mayor cantidad de justicia y dignidad para nuestro pueblo, nos enfrentamos a la intensificación de las provocaciones del imperialismo fascista que se desarrolla dentro del Gobierno de Estados Unidos y que pretende crear condiciones para agredir a nuestra soberanía y destruir la obra de nuestra Revolución Socialista.
Nuestra Patria, en 1997, atravesaba circunstancias muy difíciles del periodo especial, Fidel, al concluir aquel acto, nos decía que teníamos que recibir al Che y a sus compañeros como a un destacamento de refuerzo, como combatientes que venían a fortalecer nuestra moral, nuestra conciencia, nuestra determinación de vencer cualquier obstáculo, y a sumarse con su ejemplo a la batalla colosal en que estaba enfrascada la Revolución.
Fidel, con su capacidad para ver mejor y más lejos, nos estaba advirtiendo entonces que se abría por delante un esfuerzo largo y difícil. ¿Ha cambiado el escenario que el Comandante en Jefe divisaba? ¿Vivimos acaso hoy unas circunstancias muy diferentes, en las que ya aquellas palabras han perdido actualidad?
Esas son las primeras preguntas que como revolucionarios leales y sinceros debiéramos hacernos en este día tan lleno de historia, tan lleno de recuerdos, que se asocia en nuestra mente a la figura entrañable y extraordinaria del Che y a aquel grupo selecto de veteranos del Ejército Rebelde, que unidos a luchadores bolivianos, peruanos, y a la argentina-alemana Tamara Bunke, Tania la Guerrillera, protagonizaron uno de los capítulos más heroicos de la historia de este continente.
La respuesta es que no, que todo lo previsto por Fidel, todo lo que él nos pedía, no solo se mantiene aún, sino que nuevas circunstancias han surgido para complicar y tornar mucho más difícil y peligroso aún el panorama.
Teníamos la política hostil de Washington, y esta no ha dejado de recrudecerse un solo instante en estos años. Teníamos el bloqueo, y este no ha dejado de hacerse más intenso y más cruel cada día en este periodo. Teníamos la guerra ideológica y sicológica, y el imperio en estos años no ha hecho otra cosa que tratar de refinarla para penetrar y desarmar moralmente nuestra causa. Teníamos las leyes Torricelli y Helms-Burton, y ellas no solo no han sido levantadas, sino fortalecidas con nuevas enmiendas, campañas y medidas. Teníamos un mundo ya complejo, inestable, ingobernable, pero hoy tenemos además un mundo en guerra.
El Gobierno de Estados Unidos, en alianza con la mafia batistiana y terrorista, no renuncia a su política obstinada de destruir la Revolución, aplastar la independencia de nuestra nación, implantar un régimen de tipo colonial en Cuba, y para lograr esos objetivos esgrime un abanico de medidas en el que no faltan los planes de contingencia de tipo militar.
Si somos los revolucionarios cubanos que somos, los que hemos resistido rodilla en tierra a 12 administraciones yanquis, los que rechazamos y derrotamos a los ejércitos del Apartheid, nuestro único deber es luchar, trabajar con inteligencia y tesón para vencer las dificultades y seguir adelante.
Nuestra agenda es hacer cuanto resulte sensato y posible, eliminar lo que sea absurdo, consolidar cada logro, asegurar cada día más la plena soberanía del país, el socialismo como fundamento de la independencia, y el desarrollo material y moral que sirva de base al bienestar, la justicia y la dignidad a que es acreedor nuestro pueblo, y que jamás podrían siquiera concebirse bajo las reglas del neoliberalismo ni mucho menos bajo la bota yanqui.
Hay quienes de modo consciente o inconsciente estimulan el desaliento, promueven teorías peregrinas para la solución de complejos problemas económicos y, peor aún, crean la ilusión de que el conflicto histórico entre Cuba y Estados Unidos pueda resolverse por la vía de las concesiones unilaterales o la espera de favores.
Habría que recordarles a algunos que al parecer tienen poca memoria que, a lo largo de 200 años, y sobre todo a partir de 1959, siempre las acciones que crearon ese conflicto, o lo agudizaron, provinieron de las ambiciones y el afán de dominación de la clase gobernante de Estados Unidos, y nunca de las aspiraciones legítimas de independencia y libertad del pueblo.
Revolución socialista o caricatura de revolución, dijo el Che en uno de sus trabajos, y señaló de ese modo que, en nuestra época, frente al poder del imperio, no hay otra alternativa posible.
Siglos de historia y de lucha se resumen hoy en una sola palabra: Socialismo. El Socialismo es la independencia plena, la justicia social, la solidaridad en el seno del pueblo y hacia todos los pueblos de la Tierra, la unidad, la dignidad, el orgullo y la estatura de cada mujer y cada hombre de este país.
A las nuevas generaciones les toca ir a la cabeza, abordar el relevo de la generación histórica, como suele decirse. Esa fue la tarea de la generación histórica, encabezada por Fidel y por Raúl, que son los que han estado seleccionando, por decirlo de alguna manera, los futuros cuadros que van a ser el relevo y el más descollante ha sido Díaz. Y realmente a Díaz ya lo conocerán por sus hechos. Es una gente muy organizada, muy inteligente, con madurez política, con mucho tesón, con mucho espíritu, muy exigente, muy trabajador, lo cual obliga a los demás a trabajar al mismo ritmo.
No ha habido una sola batalla, donde el pueblo no haya dado muestra de su heroísmo ni donde Cuba no haya alcanzado una victoria. Hoy con la enseñanza, el ejemplo y el espíritu del Comandante en Jefe y la dirección de Raúl marchamos juntos, soberanos e independientes, hacia un futuro digno del pueblo de Cuba.