por salvadorsolidaridadconcuba |
Diplomáticos cubanos en la ONU muestran las reales violaciones de los DD.HH. de los EE.UU. erigidos en acusadores escondidos detrás de la bandera de la ONU. Foto: AFP.
Nikki Haley, la representante de Estados Unidos en las Naciones Unidas, parece muy preocupada por dos o tres rayones en las mesas del Consejo Económico y Social (Ecosoc), donde el pasado martes 16 de octubre se efectuó un evento anticubano.
La diplomática estadounidense, conocida por su afición a los megáfonos en las protestas contra gobiernos progresistas, pretende que las delegaciones de Cuba y Bolivia corran con la factura del pulido de los muebles del salón.
EEUU exige condena y sanciones contra las delegaciones de Cuba y Bolivia en #ONU por impedir un acto político anticubano preparado para forzar nuevas sanciones contra la isla. #EEUU, autor del embargo y los peores crímenes contra la humanidad, no tiene moral para pedir compostura
— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) 21 de octubre de 2018
En una carta al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, Haley criticó el viernes pasado el supuesto “comportamiento escandaloso” de las delegaciones de Cuba y Bolivia. “Pido condenar esta conducta muy poco profesional y requerir a las delegaciones bolivianas y cubanas a pagar por los daños ocasionados”.
Las fotos son ilustrativas del “alcance” de los “daños” que denuncia Estados Unidos, que se reducen a algunos rayones; pero la demanda abre un tema interesante: el de las cuentas pendientes entre Estados Unidos, Cuba y la ONU.
Supuestas evidencias de los daños en la sala del Ecosoc se reducen a unos cuantos rayones. Foto: Fox News
Todavía no está claro siquiera cómo se llevó a cabo el evento anticubano, que violó las normas elementales de la diplomacia internacional, ni qué clase de presiones o chantajes ejerció Estados Unidos para garantizar un espacio dentro de la sede las Naciones Unidas en Nueva York.
Por orden de los organizadores estadounidenses fueron expulsados miembros de la sociedad civil que acudieron en apoyo de la representación cubana. Además, se intentó sacar también a miembros acreditados de la delegación de la isla.
La diplomática estadounidense sabe muy bien cómo hacerse escuchar en los eventos contra los gobiernos progresistas de América Latina. Foto: El Comercio
A los diplomáticos del país agraviado, Cuba, se les negó el derecho de usar los micrófonos y su respuesta, respaldada por otras decenas de personas en la sala, fue golpear con libros en las mesas y denunciar a viva voz la manipulación estadounidense del tema de los derechos humanos, así como la supuesta existencia de presos políticos en la Mayor de las Antillas.
“Cuba sí; bloqueo no” fue uno de los coros que retumbaron en el salón del Ecosoc. Y precisamente esa es una factura pendiente que Nikki Haley pretende desconocer, aunque el próximo 31 de octubre tiene una cita en la Asamblea General para recordárselo.
Los daños acumulados producto de la política de agresión de Estados Unidos contra Cuba, entre abril de 2017 y marzo de 2018, ascienden a más de 4 mil 321 millones de dólares, que se suman al total de 933 mil 578 millones de dólares en perjuicios desde el inicio del bloqueo hace más de medio siglo.
El 5 de mayo del año 2000, la Sala Primera de lo Civil y lo Administrativo del Tribunal Popular Provincial de la Ciudad de La Habana dictó sentencia sobre la demanda del pueblo cubano contra el Gobierno de Estados Unidos por los daños económicos ocasionados por el bloqueo.
En aquel momento, la sentencia del Tribunal condenó a Washington a reparar e indemnizar al pueblo cubano por valor de 121 mil millones de dólares, pero desde entonces las políticas de agresión se han recrudecido.
Resulta llamativo también la preocupación estadounidense por los supuestos daños en las mesas, cuando la administración de Donald Trump redujo en 285 millones sus aportes al presupuesto de la ONU para el periodo 2018-2019 y en cerca de 600 millones sus responsabilidades con las operaciones del mantenimiento de la paz.
Ya que Nikki Haley puso el tema sobre la mesa, es saludable recordar que Cuba y Estados Unidos tienen muchas más cuentas pendientes en Naciones Unidas que los rayones en la mesa del Ecosoc.