Los cimientos de un partido que nació con la vocación de servir a los intereses de la mayorías

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Los desafíos que enfrenta el FMLN como partido político no representan una novedad; históricamente, son los mismos que ha enfrentado a lo largo de su historia, desde la concepción política e ideológica que lo llevó con firme convicción a tomar las armas para lograr los anhelos y sueños de superación y bienestar de las mayorías sociales excluidas. Esa misma convicción sigue latente, pero esta vez desde la lucha en el plano electoral. Cambian las formas de lucha, pero no los objetivos centrales e históricos, que siguen vigentes: la conquista de mejores condiciones de vida para la población.

El primer desafió del partido fue irrumpir en la vida político-institucional del país, convirtiéndose en instituto político legal, que siempre estuvo sometido a una estrategia que los enemigos del pueblo implementaron con fuerte apoyo de los Estados Unidos. Desde aquellos primeros años la oligarquía desarrolló intensas y agudas ofensivas ideológicas, mediante foros, conferencias y seminarios, donde participaban los principales líderes de la gran empresa privada; perseguían  siempre minar el comienzo de un partido que necesitaba la afiliación de ciudadanos y ciudadanas de distintos sectores de la sociedad. En la actualidad no es diferente, se sigue utilizando la desinformación, a cargo de los mal llamados “tanques de pensamiento” (hoy disfrazados de “sociedad civil”) para desacreditar tanto al gobierno como al partido FMLN, sus líderes históricos y figuras públicas.

Sin embargo, aquellas dificultades que trataron de imponer  al naciente  FMLN no impidieron la adhesión masiva de hombres, mujeres, jóvenes, personas progresistas que no provenían de alguna de las cinco organizaciones que conformaban el FMLN; estos hechos son los que parecen olvidar o no tener en cuenta quienes tratan en la actualidad de minar al partido y el trabajo del gobierno, implementando descripciones “científicas” que no se apegan a la realidad que caracteriza a un partido del pueblo, como por ejemplo, hablar de rueda de caballitos; tampoco se trata de una “cúpula” como tratan  con insistencia de calificar a la dirección del FMLN esos mismos detractores. Se trata de un partido político que desde sus cimientos incluyó la participación de quienes llegaron tocando a sus puertas desde diversas corrientes del pensamiento progresista.

También la lucha de la fracción de FMLN en la Asamblea Legislativa ha sido ardua, más en aquellos años, donde el principio de la derecha dominante fue fortalecer el neo-liberalismo como eje regulador de políticas privatizadoras del partido Arena, con las cuales debilitaron todo el aparato público del Estado. Cuarenta de cada cien familias vivía en pobreza; el salario mínimo mensual era de $192; existía una alta taza de analfabetismo; nunca se apostó a fortalecer el sistema de salud y hospitalario; la educación no era prioridad; nunca se atendió la violencia de género, y privó más el lucro de las instituciones del Estado. Ejemplo de aquellos años son nombres como Alfredo Cristiani, Calderón Sol, Francisco Flores y Antonio Saca, vinculados a casos de malversación de millones de dólares. Todo esto y más nos quieren hacer olvidar, mostrándonos el “rostro agraciado” del capitalismo.

En la encrucijada actual, incluyen mecanismos como la desinformación  y manipulación desde los medios de comunicación, sobre todo para socavar las bases del partido, manoseando mentes y sentimientos, tratando de desviar la atención de un objetivo esencial: comprender el momento histórico al que nos enfrentamos.

Mientras el árbol siga dando buenos frutos, seguirá siendo apedreado en todos los frentes posibles; hasta los programas y la inversión pública que benefician a las familias salvadoreñas seguirán siendo apedreados, así como la apuesta por la seguridad con el Plan El Salvador Seguro; la inversión social y educación (la dotación de uniformes, zapatos, cuadernos y alimento escolar; un niño una computadora, etc.); los avances en salud pública (Ley de Medicamentos, la baja en la mortalidad materna, la construcción de hospitales y clínicas comunales, la reforma integral de salud, gratuidad en los hospitales); la apuesta a la juventudes y sus programas de prevención de la violencia, etc.

Aunque no será fácil la lucha que se avecina, lo cierto es que la oligarquía, su aparato judicial, sus medios de comunicación y su maquinaria política (Arena), nunca van a quebrar los cimientos de un partido que nació con la vocación de servir a los intereses de la mayorías, el empeño por la unidad nacional, la concertación, la promoción y defensa de los derechos de la juventud, niñez y las mujeres; el trabajo por el rescate del medio ambiente, el fortalecimiento de los valores culturales e históricos, pero sobre todo la conquista de la paz, que fortaleció la sociedad, así como las victorias democráticas alcanzadas desde las primera batallas electorales, allá por 1994.