El resultado electoral en El Salvador ha planteado nuevos retos para el FMLN y es que es necesario reorganizarse sobre la marcha para enfrentar el nuevo reto de febrero de 2019, cuando se celebren las elecciones presidenciales. No hay duda de que se definirá entre el proceso de cambio iniciado en el año 2009, cuando por primera vez la izquierda logra llegar al gobierno, y el pasado representado por el partido Arena, que estuvo 20 años en el gobierno y que es fiel representante de los intereses de la oligarquía.
El FMLN recoge la esperanza histórica del pueblo salvadoreño e incluso agrupa a los mejores hombres y mujeres, representante de los excluidos que durante muchos años de lucha dieron sus vidas por la construcción de una sociedad distinta a la existente, de explotación y opresión.
No hay duda que la idea de conformar al FMLN como una vanguardia política fue una de los actos mas acertados en la historia de la lucha revolucionaria en el país. Por primera vez una fuerza política que no representa a los intereses de la oligarquía y del imperialismo norteamericano se convierte en una opción de poder.
Es importante hacer esta reflexión ya que no es la primera vez que al FMLN le toca que revisar sus acciones y sus estrategias y le toca reconocer una derrota. En el continente americano y posiblemente en el mundo, no se conoce otra experiencia de una fuerza política de izquierda que fuera capaz de sobrevivir a la guerra y llegar al gobierno, y no solo eso, sino llegar a ser gobierno en muchos municipios y tener un peso importante a nivel de la asamblea legislativa.
El factor del poder es un aspecto importante en la discusión política de las fuerzas progresista, democráticas y revolucionarias en el continente americano y el mundo. La caída de la URSS fue determinante en el retroceso que tuvo la humanidad cuando las fuerzas del capitalismo, y en particular del nuevo paradigma del Neoliberalismo, se impuso con tanta fuerza que hasta factores de izquierda lo asumieron como alternativa frente a la inexistencia de un referente teórico y práctico por transformar la sociedad y el mundo.
El triunfo de la fuerzas reaccionarias en el planeta no eliminó el principal factor que movía a los pueblos para aferrarse a la lucha por un mundo distinto, contra la explotación e injusticia. Esto se debe a que la naturaleza del capitalismo está intacta; por más humanista que lo presenten, su esencia prevalece. Después de la desaparición del campo socialista esta realidad se refleja en el aumento de la brecha entre pobres y ricos. Eso también sucede con el sociedad salvadoreña, donde los ricos se aferran al poder y hacen todo lo posible por desplazar al FMLN del gobierno y de las instancias de poder político, ya que el poder económico está intacto en manos de la oligarquía. Esta no ha permitido en manera alguna modificar esta condición, por lo que dominación política, económica e ideológica está intacta. Un gobierno de izquierda puede cambiar esta situación, pero no es algo que se haga de la noche a la mañana.
Para el imperialismo es fundamental que el continente americano se encuentre bajo su dominación, ya sea regional o local, y que las expresiones de cambio que difieran de su esquema de poder sean borradas, tal como ocurre en la ofensiva contra los procesos revolucionarios en Venezuela, Cuba, Nicaragua o Bolivia, por ejemplo.
El Salvador es la llave para acabar con procesos de cambios en la región centroamericana. Es claro que una derrota del proyecto de cambio en el país permitiría al imperialismo avanzar contra gobiernos como el de Nicaragua y aislar aún más a Venezuela.
La disyuntiva en El Salvador obliga a aplicar la tres “R” del comandante Hugo Chávez luego de perder las elecciones para la reforma constitucional: revisión, rectificación y reimpulso; medidas necesarias que permitirán construir nuevas condiciones para la victoria, tanto para el FMLN como para el propio gobierno.
Es indudable que la crítica y la autocrítica son fundamentales en este proceso de preparación para avanzar en los nuevos retos, pero es importante diferenciar de los que utilizan argumentos destructivos contribuyendo al objetivo de la derecha, la nueva derecha, la oligarquía y el imperialismo. Los que hacen trabajo de zapa y aprovechan momentos como estos para crear confusión en la militancia y el pueblo, y se convierten en verdaderos topos al servicio de la oligarquía.
Es importante destacar que en situaciones de dificultades siempre aparecerán personas que pregonan ser “revolucionarios” que buscarán, como ratas, salir del barco que se hunde, pero este no es el caso. El barco no se hunde; tiene la fortaleza histórica de lucha del pueblo. Pero es bueno saber quiénes son los roedores.
Las decisiones que tome el FMLN y el gobierno van a determinar el futuro para el pueblo salvadoreño, que cree en un proceso de cambio y le apuesta a la transformación del país y de la sociedad.
Es claro que los programas sociales, el programa del “buen vivir” y todo lo que implique mejora para el pueblo, son objetivo de la derecha en el nuevo escenario. A ello se agrega la posibilidad del control total sobre los estamentos de estado para impedir que nuevos funcionarios nombrados por la próxima asamblea legislativa tengan otro objetivo que defender los intereses de las élites oligárquicas en El Salvador.
Hay una prisa, tanto de los medios de comunicación como de factores “críticos”, que insisten en que el gobierno y el FMLN realicen cambios apresurados y que juegan a lograr lo que buscan los enemigos del proceso de cambio y del pueblo; las medidas que se tomen deben ser oportunas pero acertadas ya que los tiempos son cortos para las nuevas batallas que se aproximan.
Recordando viejas consignas de la guerra como aquella de resistir, desarrollarse y avanzar que nos permitió salir de situaciones difíciles y pasar a tomar posteriormente la iniciativa estratégica (como ha ocurrido en Venezuela), hoy nos debe llevar junto al pueblo y al gobierno a derrotar a las fuerzas oligárquicas y sus lacayos, la vieja y la nueva derecha, que pretenden destruir el proceso de cambios.