Representantes de las Iglesias critianas se Pronuncian ante la campaña de odio desde el gobierno.

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«He visto la aflicción de mi pueblo» Éxodo 3:7 

biblia

Nosotros y nosotras, pastores, pastoras y  sacerdotes de diversas denominaciones  cristianas, con honda preocupación por la  situación de pecado que permea la política y  la sociedad salvadoreña en general, deseamos  expresar la verdad en amor a las iglesias y  pueblo en general para advertirles contra las  tentaciones, doctrinas falsas e idolatrías políticas. 

Expresamos nuestra profunda intranquilidad en  un tiempo peligroso en que las iglesias se ven  expuestas a las tentaciones y sobornos del poder  que buscan silenciar su voz profética cuando,  más bien, deberían estar atentas a la exhortación  de Pablo: «No se amolden al mundo actual, sino  sean transformados mediante la renovación de  la mente, para poder discernir la voluntad de  Dios: lo que es bueno, agradable y perfecto»  (Romanos 12:2). 

Expresamos nuestra profunda lamentación por  la práctica de la mentira que ha invadido la vida  política y es contraria al compromiso con la  verdad que es moralmente central para la vida  personal y pública. Dios diseñó la clave para la  confianza en la vida en sociedad cuando afirmó:  «No des falso testimonio» (Éxodo 20:16).

Pero  lo que observamos ahora es una normalización  de la mentira sin decoro en boca de quienes  deberían ser líderes y lideresas del país. La  mentira en los funcionarios y funcionarias es  premeditada, persistente y desvergonzada. 

Reitera datos falsos, tergiversa y desproporciona  información que trastornan las expectativas  morales y afectan la formación de niños y  jóvenes. Es nuestro deber recordar que la  mentira siempre conduce a la esclavitud en  tanto que la verdad es liberadora: «Conocerán  la verdad y la verdad los hará libres» (Juan 8:32).  

Expresamos nuestra profunda lamentación por  las actitudes autoritarias y de dominación que  contradicen las enseñanzas cristianas y rompen  las reglas democráticas de gobierno. Jesús dijo:  «Los gobernantes de las naciones oprimen  a los súbditos, y los altos oficiales abusan de  su autoridad. Pero entre ustedes no debe ser  así. Al contrario, el que quiera hacerse grande  entre ustedes deberá ser su servidor» (Mateo  21:25-26). Los gobernantes están llamados  al servicio, no a la tiranía, por lo que se debe  proteger los límites, controles y equilibrios de la  democracia al mismo tiempo que se fomenta la  humildad.

Apoyamos la democracia, no porque  creamos en la perfección humana, sino por lo  contrario. Por lo tanto, rechazamos la tendencia  a un liderazgo político autocrático por ser un  peligro teológico que amenaza el bien común.  Nos preocupa la falta de respeto por el estado  de derecho, el no reconocer la igual importancia  de las tres ramas del Estado y reemplazar la  civilidad con una hostilidad deshumanizadora  hacia los oponentes. Descuidar la ética y  la rendición de cuentas para favorecer el  reconocimiento personal arrogante, suscita preocupaciones de idolatría política, pues  coloca los intereses electorales por arriba de  normas éticas que deberían ser no negociables  para los cristianos. 

Expresamos nuestra profunda lamentación  por las actitudes pecaminosas de menosprecio  a la dignidad humana que se expresan en  incitaciones continuas a odiarnos los unos a  los otros. La retórica violenta ya provocó los  primeros asesinatos de inocentes. Personas  creadas a imagen y semejanza de Dios (Génesis  1:26), con una dignidad y un valor inalienable  y cuya sangre ahora clama hasta los cielos. El  respeto al carácter sagrado de la vida debe  comenzar con la cortesía que toda persona  merece.

Por lo tanto, rechazamos todo tipo de  violencia, maltrato, insulto, agresividad abusiva,  misoginia y acoso sexual que se manifiesta en  el ambiente político. Es lamentable que tales  prácticas no solo son ignoradas por el silencio  de los funcionarios y funcionarias, sino que son  alentadas al encubrir a quienes las ejercen.  

Expresamos nuestra profunda lamentación  por los cada vez más escandalosos casos de  corrupción que salen a luz con demasiada  frecuencia y la tolerancia voluntaria del pueblo  de Dios que debería ser firme en el rechazo  hacia tales prácticas. Las Escrituras aconsejan:  «Apártense de los ídolos» (1 Juan 5:21). Contrario  a eso, el ídolo de la corrupción vuelve a ser  adorado en nuestro país a cambio de la salvación económica engañosa que ofrece a sus  fieles. Esta idolatría, en el derroche que hace  de los escasos recursos públicos, exige, como  todos los ídolos, víctimas para ser sacrificadas.  Éstas son las personas más pobres cuya salud  y vida son inmoladas en el altar de la ambición.  Las aspiraciones del pueblo de honradez en los  gobernantes vuelven a ser burladas como en el  pasado, mientras el país se dirige a una crisis  fiscal de graves consecuencias.  

Animamos a los pastores y pastoras a hablar  y actuar con fe y valentía no por razones  políticas, sino por ser discípulos y discípulas de  Jesucristo, el Señor. Nuestra necesidad urgente  en este tiempo de crisis moral y política es la  de recuperar el poder de confesar nuestra fe,  lamentarnos, arrepentirnos y reparar. El Señor,  que es justo, demanda la sangre de los pobres y  llama a su pueblo a no ser cómplices ingenuos  que toleran la idolatría. Por el contrario, nos  llama a volver a identificar los verdaderos  intereses de los desposeídos sin que nos  distraiga la fuerza de la publicidad.  

Alentamos a cada creyente a razonar por  convicción y criterio propio, a ser solidarios  y compasivos con todos, a trabajar para  superar esta época oscura, y a reencontrarnos  como hermanos y hermanas que caminan en  la construcción del sueño cristiano de una  sociedad reconciliada, con justicia y paz. 

17 de febrero de 2021